Enseñó que es posible vivir la fe de otra manera; el adiós a Adolfo Huerta Alemán, ‘el padre Gofo’
El anhelo de vivir es bello como todo lo indomable. No por nada el sacerdote Adolfo Huerta Alemán, mejor conocido como “Padre Gofo”, afirmó años atrás que “La fe en Jesucristo me ha llevado a vivir una autenticidad, me ha invitado a no vivir con máscaras”.
Irreverente e insensato, como los caminos de esta vida, entregó su vida al sacerdocio cuando entró al Seminario de Saltillo en 1994, antes de cumplir 18; en una sociedad conservadora, que primero lo juzgaría por su estilo rockero, cabello largo, chaquetas negras, playeras de grupos “sacrílegos” y figuras de calaveras.
Adolfo Huerta nació el 27 de septiembre de 1976 en Saltillo, pasó su niñez con una educación tradicional, pero con el tiempo fue conociendo personas e ideas que fueron abriendo su panorama, liberando su mente de prejuicios o, como él las llama, jaulas mentales.
Se ordenó sacerdote el 29 de enero de 2007 y se hizo cargo de la parroquia Nuestra Señora del Refugio, en la colonia Landín, donde su apariencia causó extrañeza y rechazo, pero su interacción con la comunidad le ganó adeptos entro todas las edades.
“Dios te llama tal como eres”, dijo el padre Gofo en entrevistas a medios que lo cuestionaron por su indumentaria y su pasión por la música, cine, literatura no solo religiosa y por sus críticas a las posturas de la Iglesia ante la vida sexual, la comunidad LGBTTTI y la interrupción del embarazo.
LE PREOCUPABAN LAS INJUSTICIAS
Asumió su vocación no solo como guía espiritual, sino que ese llamado animó cada fibra y acción de su persona: “soy un ser humano, soy un ciudadano de Saltillo y no puedo permanecer ajeno a los procesos que está viviendo nuestra ciudad, al fin y al cabo la ciudad la conformamos todos y todas”. Por eso se le veía en protestas, ejerciendo crítica contra la clase política y cúpulas de poder.
También participó en otras actividades laicas y se le llegó a ver en bares rockeros del centro de la ciudad.
“Es un joven que ha querido mostrar a esta sociedad que es posible vivir la fe de otra manera. Está tocando terrenos donde la Iglesia no ha llegado”, dijo años atrás el padre Fernando Liñán, profesor de Adolfo Huerta en el Seminario, cuando el padre Gofo pasó a ser objeto de notas periodísticas que se escandalizaban por su apariencia, gustos y declaraciones.
“Es ante todo un hombre con una gran inquietud intelectual. Siempre está leyendo un libro o viendo cine o escuchando música con una perspectiva crítica Tiene conversación para amanecer platicando sin pontificar”, dijo Enrique Abasolo, amigo del padre Gofo y columnista de esta casa editora
CONFLICTO CON LA ORTODOXIA
En 2013 Adolfo Huerta fue separado del sacerdocio por el Vaticano durante seis meses, con asesoramiento espiritual y humano integral, por señalamientos de disciplina y doctrina y presuntos delitos que se desprendían de sus charlas francas y en contraposición a las posturas de la Iglesia católica.
Por ejemplo: “Mi sexualidad hay que entenderla, no se reduce a lo genital, si no a un estilo de... la sexualidad es muy hermosa cuando la llevamos con responsabilidad” y pedirle al Papa Francisco que aceptara sacerdotes casados, a sacerdotisas y a abortistas incomprendidas, lo que causó conmoción.
El padre Gofo regresó renovado del asesoramiento espiritual. El jovencito que pensó ser profesor, militar o bombero, y que finalmente decantó su decisión por el sacerdocio, refrendó su vocación por servir a la comunidad, algo que heredó de su familia. En el 2020 pasó a hacerse cargo de la Casa de los Sacerdotes.
“Yo me lleno de Dios cuando estoy escuchando una canción que me encanta, cuando veo una película que me fascina, me canta y me llena, no necesito ir a rezar un rosario o ir a una hora santo o ir a una iglesia para encontrarme con Dios”, dijo en entrevista reciente, tras haber salido de internamiento por padecimientos renales, que este año se complicaron.
FUE CENTRO DE POLÉMICAS
Querido y respetado, pero también señalado y catalogado como libertino e incluso como satánico por su estilo. El padre Gofo recordó que se ponía máscaras de superhéroes o luchadores para predicar ante niñas, niños y jóvenes, con el afán de traducir el Evangelio a una experiencia divertida y cercana, como, nuevamente, invitó el papa Francisco a los sacerdotes:
“Si dejamos que las dudas y temores sofoquen toda audacia, es posible que, en lugar de ser creativos, simplemente nos quedemos cómodos y no provoquemos avance alguno y, en ese caso, no seremos partícipes de procesos históricos con nuestra cooperación, sino simplemente espectadores de un estancamiento infecundo de la Iglesia”.
Entre oraciones por parte de amigos, familiares, sacerdotes de la Diócesis de Saltillo y la comunidad, el padre Gofo será recordado con la esperanza de que su espíritu indomable camine de nuevo por esta tierra y monte su motocicleta por las calles: “Yo lo único que estoy tratando de hacer es encarnar ese Evangelio en nuestra sociedad contemporánea”, dijo alguna vez el ya llorado sacerdote.