Hablemos de vacío: La vida desde el Trastorno Límite de la Personalidad

¿Te has imaginado cómo es estar en el vacío? ¿Has estado ahí? Este es un texto que busca concientizar sobre el Trastorno límite de la personalidad.

Coahuila
/ 2 junio 2023
COMPARTIR

Imagina que estás en un cuarto oscuro, no hay puertas, no hay ventanas, no sabes cómo salir de ahí, pero quieres hacerlo. Te sientes solo, alguien te encerró, te dejó, te metió en ese cuarto porque ya no podía estar contigo y no te dio la llave. La desolación del abandono te abruma, no sabes qué hacer, quieres a esa persona de vuelta, pero estás encerrado sin manera de escapar. Gritas, golpeas las paredes, te avientas contra la construcción, buscas a tientas, pero no puedes salir. Eventualmente, te cansas, te haces bolita en un rincón y lloras hasta quedarte sin lágrimas, no va a volver. Nadie va a venir por ti. No le importas a nadie, todos te abandonan, siempre arruinas todo, te mereces que te dejen porque destruyes todo lo que tocas. La posición fetal se vuelve la más cómoda, te arañas los brazos porque la desesperación de sentir te obliga. Sigues ahí, hasta que, de pronto, esa persona que te encerró, vuelve. Resulta que no te había abandonado, simplemente tuvo que ir a otra habitación, pero en el momento que se fue todo se volvió tan negro que fuiste incapaz de ver la puerta. Así, más o menos, se siente tener Trastorno límite de la personalidad (TLP).

Según la página de la SEGOB, en 2018, 1.5 por ciento de la población tiene personalidad límite, yo estoy dentro de ese 1.5 por ciento.

Mayo es el mes de la concientización sobre el Trastorno límite de la personalidad, por lo que, consulté en transparencia lo siguiente: cuántas personas diagnosticadas con alguna enfermedad mental hay en Coahuila, cuántas personas tienen Trastorno límite de la personalidad en Coahuila, divididas por género y edades.

Primero hice la solicitud a la Secretaría de Salud del Estado, ellos me dijeron que esa información la debía tener el Instituto de Servicios de Salud, Rehabilitación y Educación Especial e Integral (ISSREEI), así que hice una nueva solicitud, esta vez sí recibí una respuesta. No tienen los datos. Declararon incompetencia.

El TLP es un trastorno complejo, los síntomas se pueden confundir con otras enfermedades mentales, además puede presentarse con comorbilidades, es decir que se presenta con otras enfermedades mentales, como señala Karla Valdés, especialista en suicidio, por esto es importante que haya un registro, porque “el hecho de que se invisibilice hace que las personas no puedan detectar la sintomatología y que, por lo tanto, no puedan recibir el tratamiento”.

No solamente no hay registro sobre el TLP, Karla Valdés señala que tampoco hay certeza de cuántas personas sufren otras patologías. Ahora que sabemos que el gobierno del estado no tiene ni idea de cuántas personas límites hay en Coahuila, vamos a hablar de TLP.

TE PUEDE INTERESAR: Dejar el home office y volver al trabajo presencial: una mirada desde el autismo, la ansiedad y sobre... zapatos

¿Qué es el Trastorno límite de la personalidad (TLP)?

El DSM-5, Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la American Psychiatric Association, lo define como un “patrón dominante de inestabilidad de las relaciones interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos contextos”. Pero eso suena demasiado técnico, demasiado lejano.

Yo lo definiría como un miedo al abandono crónico, como una incapacidad para la soledad, como miedo perpetuo de uno mismo, como incapacidad de sentir moderadamente, como desborde de emociones, como una necesidad de atención absoluta de una persona en específico, como ser Campanita:

Así se siente, así me siento; una emoción me consume. Si estoy triste, solamente estoy triste, pero la tristeza se siente como desolación, como la pérdida absoluta, como una incapacidad de pensar en otra cosa, de vivir de otra forma. Las emociones se sienten a intensidades lacerantes, duelen en el pecho, te agobian, sientes que te ahogas, te tiran en el suelo y te muelen a golpes, mientras suplicas piedad. Te vas a morir, estás sintiendo tanto que te vas a morir, te va a reventar en el pecho, se te va a parar el corazón, necesitas que pare, hagan que pare, ya no quieres sentir, ya no quieres vivir así.

El TLP tiene 9 criterios de diagnóstico, tienes que cumplir con al menos 5 para recibirlo, además tienes que ser mayor de edad y estos patrones de conducta deben haberse presentado desde la adolescencia o en las primeras etapas de la edad adulta. Deben ser persistentes y tienen que generar deterioro en tu vida social, laboral y escolar, es decir, en todos y cada uno de los ámbitos de tu existencia.

Un trastorno de la personalidad (cualquiera) se caracteriza por regir tu vida, aunque no quieras, aunque no te guste, mucho de quien eres —o quien crees ser—, son tus síntomas, entonces tienes que llegar a terapia y al psiquiatra —en mi caso— a que te expliquen que no, que eso que vives no es normal, que sentir la asfixia constante no es como todos viven, que existen otras formas de ser.

Una característica del TLP que el DSM-5 no menciona —pero, si me preguntan, ya se están tardando en incluir—, es la existencia de una persona favorita; pero no una como te la imaginas. La persona favorita dentro del TLP es de quien depende toda tu estabilidad emocional, es la persona que más miedo tienes de que te abandone y, si somos sinceros, la que detona todos tus síntomas.

Durante las rachas en las que no he tenido persona favorita, he llegado a pensar que no tengo nada, que se equivocaron, que me dieron mal el diagnóstico, que soy una persona completamente equilibrada, hasta que tengo una de nuevo y de pronto todos los síntomas se vuelven a hacer presentes, entonces se vuelve evidente que el diagnóstico no estaba equivocado.

TE PUEDE INTERESAR: 30% de mexicanos sufren mala salud mental, advierten expertos

1- Hablemos de vacío

Síntoma: Sensación crónica de vacío.

Hay una pared, yo estoy de un lado, mis emociones están del otro, pero no puedo acceder a ellas. Estoy atorada en un limbo de tedio y nostalgia (esplín), pero no sé cómo salir, estoy hueca. Por mis venas no corre nada, no hay nada. Me hacen falta los tuétanos.

¿Cómo será sentir sin extremos? ¿Qué es vivir en los grises? Soy todo o nada, la emoción me consume o no la siento. Mi cerebro sólo registra lo que nos supera, porque, cuando la vida está tranquila, cuando nada cambia, me siento vacía. Habito en un mundo de blancos y negros, nunca veo matices; pero no sentir nada viene con otras torturas. El hartazgo del vacío golpea muy fuerte. Me agobia no sentir, quiero sentir, necesito sentir. ¿Qué hago? ¿Cómo lo lleno? ¿Alguien me puede traer algo con qué rellenar mis huesos?

¿Cómo te explico el vacío? ¿Cómo describo la nada mezclada con agonía? Paso un par de días “estable”, hasta que el hueco se convierte en cárcel. No siento nada, no pasa nada, todo es lo mismo, no hay alegría, ni tristeza, no hay angustia, no hay nada. La nada es una sustancia viscosa, negra, asfixiante, se te pega a la piel y te absorbe de a poco, hasta que ya no estás, no eres. Somos una misma.

2- Hablemos de conductas de riesgo

Síntoma: Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente autolesivas

Cuando soy una sustancia pegajosa y sucia, cuando tengo semanas sin sentir, empiezo a querer derribar la pared, necesito acceder al otro lado, ya no lo soporto. ¡Alguien hágame sentir! ¿Cómo vamos a llenar los huecos? Bueno, en mi caso, es hora de tomar malas decisiones.

Voy a comprar todo, cualquier cosa que me haga sentir una pizca de dopamina. Voy a comerme todo. Me voy a llevar al Carl’s, voy a comer Takis Fuego diario, me comeré una bolsa entera de Tamborines. Voy a gastar y comer y voy a coquetear con quien sea. Ponme atención, vamos a vernos, no me dejes, hazme sentir algo, lo que sea. Cuando el vacío es demasiado agobiante, cualquier emoción es buena. Después de semanas de no sentir nada, la sola idea de una crisis me parece maravillosa. Déjame sentir.

Las personas, el dinero, la comida: todos son remedios inmediatos para mis afecciones, para mis desiertos. No sé cómo detenerme, cómo no darme atracones, cómo no irme de bruces. Sólo quiero salir, quiero escapar de mí, de esta viscosidad que me envuelve. Lo voy a conseguir, después de un día o dos voy a caer de nuevo en crisis. Me voy a sentir culpable, irresponsable, frustrada y enojada conmigo, no debí hacer eso, el tedio es mejor que este montón de escombros.

Voy a tomar el cerillo, prender mi vida en llamas y después culparme por las cenizas. No sé medirme, no sé controlarme, me tengo miedo, me quiero detener, no puedo.

3- Hablemos de autolesiones

Síntoma: Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio, o conductas autolesivas.

Te mentiría si dijera que mi primera reacción es gastar o buscar a alguien; no es cierto. En el primer momento que me siento hueca, en el segundo que una emoción me desborda (negativa o positiva), lo primero que quiero es hacerme daño. Me quiero lastimar. Quiero quemarme la piel, abrirme los brazos en dos, lanzarme contra un bulevar muy transitado.

El agobio de las emociones se siente interminable, como algo que voy a vivir para siempre: el letargo, la tristeza, la alegría, el enojo, se vuelven todo lo que soy y nunca van a parar, voy a sentir esto para siempre y conozco el remedio más efectivo. Si me hago daño, voy a dejar de sentir. No se parece al vacío, se parece a estar sin estar, a verte desde lejos, como si fueras alguien externo viendo una película sobre ti, pero tú no estás, no existes.

Las autolesiones son una adicción, una que, hasta el momento, llevo dos años ganando; pero no lo vuelve más sencillo. Algunos días es lo único que veo, cierro los ojos y veo heridas y sangre y objetos punzocortantes. Lo anhelo, lo extraño, porque me alejaba. Era como entrar a una cajita de cristal en la que ya nada podía hacerme daño. Es el único método seguro para detener el río de emociones, para no sentir nada sin caer en lo viscoso. Lo demás son simulaciones, esto es, la cura; excepto que no lo es.

No arregla nada de verdad, solo me parchea por un tiempo, para luego dejar la herida tan expuesta como antes, incluso más, porque te embarga la vergüenza, la culpa, el autodesprecio, la frustración por tu propia incapacidad a enfrentarte a ti misma (mi monstruo soy yo, que no se te olvide). Y empieza el ciclo de nuevo.

Estoy atrapada en la cabeza equivocada. No quiero habitarme. Soy la persona a la que le tengo más miedo.

TE PUEDE INTERESAR: Salud mental, en vilo por regulación a medicamentos en México

4- Hablemos de relaciones interpersonales

Síntoma: Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de idealización y de devaluación.

Mis relaciones con los otros son muy intensas, no importa quien seas, si tenemos una relación cercana, tenemos una relación intensa. Mi miedo al abandono no discrimina, tengo miedo de perder a todos. Pero hay ciertas personas con las que el vínculo es un poco más dependiente. Sentir de la manera en la que lo hago significa que mi amor es desmedido. Haría todo, te daría todo. No hay nada que me pidas que no haría por ti. Yo existo para y por ti. Mi estabilidad emocional depende de ti. Mi existencia se siente como una extensión de la tuya. Así, a muy grandes rasgos, se siente tener una persona favorita.

La persona favorita es el detonante. Eres todo lo bueno, todo lo que tiene sentido, me haces feliz desmedidamente, me siento segura y acompañada y guiada por ti. Tenerte es lo único que me importa. Cuando estoy contigo me siento sana, cuerda, que funciono bien, que no existen las emociones negativas, que si te tengo soy capaz de todo, de enfrentar todo. Nunca me vas a hacer daño, nunca nos vamos a separar. Eres incapaz de lastimarme, de dañarme, siempre vas a ser mi roca, hasta que cambias un poco el tono de tu voz, usas una palabra que nunca habías usado antes, haces una cara con la que no estoy familiarizada, me dices que no, modificas un hábito o un comportamiento que antes era rutinario, entonces voy a asumir que algo está mal, me odias y me vas a abandonar. Así que te odio, eres terrible, siempre me haces daño, no te voy a volver a hablar, te voy a bloquear de todas partes, no te quiero volver a ver.

Las tendencias de todo o nada no solo se quedan atoradas en mis emociones, también se replican en mis relaciones, puedes ser lo mejor que existe en el mundo o lo peor, no hay punto intermedio. Te amo o te odio. Te necesito o no te quiero volver a ver jamás.

Odiar a lo que más me importa es un momento muy extraño de mi día —que gracias al cielo no me pasa todos los días, no lo podría manejar—, porque el odio viene del miedo, del terror de perder a esa persona. No sé expresarme, no sé cómo decir en voz alta que estoy asustada, que te necesito, que no quiero que te vayas.

5- Hablemos del abandono

Síntoma: Esfuerzos desesperados para evitar el desamparo real o imaginado.

La sensación de abandono puede venir de todas partes, no hace falta que me digas que te vas, al cambiar tu tono, yo lo sé. Tienes horas sin contestarme, de seguro ya te cansaste de mí, ya no me quieres ver, no te intereso. Soy demasiado, te agobio, te asfixio. Mi cabeza corre y corre, segura de que el abandono es inminente, entonces tengo que convencerte de que te quedes.

Te voy a hablar para preguntarte si hice algo que te hizo enojar, te voy a rogar que no me dejes, te voy a amenazar con hacerme daño si lo haces. Voy a tomar cada salida, voy a usar las cosas que me has contado en tu contra, voy a convertirme en exactamente todo lo que has querido, lo que sea, como sea, para evitar el abandono.

Me aterra que me dejes. Me aterra la soledad. No puedo estar conmigo, soy mi peor compañera. He contado planes detallados de suicidio, me he autolesionado, he manipulado y herido y amenazado, he llorado y reído y me he revolcado en el suelo, todo, con tal de que no me dejen.

El miedo a perderte es tan abrumador que me paraliza por un par de segundos, me ata de pies y manos, me pone una mordaza, me encierra en un cuarto oscuro y deja que mis emociones corran sobre los muros. No soy nadie sin ti. No sirvo para nada, no puedo continuar. No me dejes, por favor, no me dejes. Te lo suplico con las manos juntas, la cara manchada por mis lágrimas, la sangre todavía goteando por mis brazos. Quédate. Sólo soporto vivir si tú estás.

Y, de pronto, me hablas como antes, estabas trabajando, no me podías poner toda tu atención, pero ya estás de vuelta, aquí estás y te tengo y todo está bien de nuevo. Entonces yo me siento una tonta por todo el drama, por haber incendiado todo a mi alrededor, por haberme permitido el caos absoluto. Te pido perdón, te prometo que lo haré mejor, que trabajaré en ello, te juro que no te merezco, no me dejes, y me crees.

6- Hablemos de volatilidad

Síntoma: Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable del estado de ánimo.

A veces, cuando me veo desde la distancia, todavía me sorprende lo rápido que cambian mis estados de ánimo, que en un minuto puedo estar en la miseria absoluta y al siguiente ser la persona más feliz del mundo.

El ejemplo más claro es la agonía que supone el abandono, el terror absoluto, la desesperación por hacer lo que sea necesario para que te quedes y, en el segundo que regresas, que me aseguras que nunca te vas a ir, que me dices que me quieres, que soy lo único que te importa, que te vas a quedar para siempre, en el segundo que actúas de la manera en la que estoy acostumbrada a que actúes, todo se evapora. No recuerdo por qué estaba en crisis, ni siquiera recuerdo cómo se sentía. Estoy bien. Todo está bien.

Puedo saltar de la depresión a la euforia a la desesperación a la ira de un segundo al otro, todavía no logras entender por qué no soy capaz de parar de llorar, cuando ya te estás preguntando qué hago saltando de alegría. Las emociones me consumen, pero no duran, se viven con intensidad minutos, a lo mucho días y luego me abandonan. Puedo sentir todo el rango de emociones, a la intensidad máxima, en el lapso de una hora.

7- Hablemos del enojo

Síntoma: Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira.

Siempre he tenido problemas nombrando lo que siento, nunca he terminado de entender de qué se trata, cómo se llama eso. Si me preguntas cómo me siento, voy a decir dos cosas: cansada o la sensación que esté experimentando mi cuerpo por el clima que haya ese día.

Nunca me ha gustado convivir conmigo, con lo que siento, sentir es aterrador. Cada cosa que experimento me resulta dolorosa y cansada y agobiante, así que lo evito. No le pongo atención, estoy segura de que si lo ignoro lo suficiente, se va a ir y me va a dejar en paz (excepto que no se va y eventualmente explota). Poner esta distancia entre yo y las emociones (el verdadero enemigo aquí, si pudiera sólo no sentir, todo sería mucho más sencillo), ha ocasionado que sea incapaz de nombrarlas, de describirlas, de decirte cuál es la que me está atormentando en ese momento, excepto una.

La única emoción que siempre he sido capaz de reconocer es el enojo. El enojo es sencillo, es fácil, es lo que me ha sostenido muchas veces, lo que me ha dado el coraje para salir de la cama, pero también es lo que ha destruido muchas de mis relaciones.

Mi enojo es desmedido, violento, lacerante, me desborda, parezco Hades con el cabello encendido. Voy a quebrar cosas, aventar todo por la habitación, gritarte, amenazarte, me va a salir espuma por la boca. El enojo me ciega, veo rojo.

La rabia sirve para esconder lo que está detrás, el miedo, la tristeza, la confusión, es la mejor máscara que he usado. Y enojarme es tan fácil, me viene natural. Cualquier cosa me puede hacer estar tan enojada que quiero vomitar y soy incapaz de contenerme. Nunca me trago el coraje, siempre sale desbordado y va a arrasar con todo a su paso.

8- Hablemos de autopercepción

Síntoma: Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente de la autoimagen y del sentido del yo.

¿Quién soy sin mis síntomas? No sé. Tampoco sé quién soy con ellos. ¿Alguna vez has visto una película y sentido que estabas descargando la personalidad de algún personaje? Así se siente ser yo.

Me amoldo a quien sea, me acomodo a lo que sea. Voy a construir una personalidad específica para ti, porque no estoy segura de quién soy, qué me conforma, de qué estoy hecha. Y ser lo que hará que me quieras parece una mejor opción a no saber qué eres.

Como me defino por los otros, por lo externo, mis metas y mis planes pueden cambiar bruscamente, también cómo me visto, cómo hablo y cómo me comporto. No es que quiera copiarte, es que moldearme a tu imagen y semejanza es lo único que sé realmente ser.

TE PUEDE INTERESAR: Alimentos procesados pueden afectar la salud mental, fomentando depresión y ansiedad

9- Y, por último, hablemos de la paranoia

Síntoma: Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o síntomas disociativos graves.

¿Te has sentido el centro del universo? Yo sí, porque no hay otra explicación para mis miedos. Algo en mi cabeza dice que todos están en mi contra, que todos están planeando destruirme, que desde el primer momento en que nos vimos, empezaron a planear cómo hacerme daño, cómo acabar conmigo.

Estoy convencida de que todos están planeando secretamente mi caída, nadie hace las cosas porque quieren ser felices o cometieron un error, todo fue calculado en mi contra, para arrastrarme, para hundirme. Estoy en un estado de paranoia constante.

No sólo es miedo, es la seguridad de que todo está planeado, que conocí a una persona 5 años atrás porque estaba planeando herirme, nunca fue mi amigo, nunca me quiso, nunca le importé, todo este tiempo solamente estaba esperando el momento adecuado para que bajara la guardia y poderme lastimar.

No puedo hablar con alguien nuevo sin preguntarme si es en realidad otra persona, si hay otra cara detrás de la pantalla, acechando, intentando colarse de nuevo a mi vida para volverme a destruir.

Estoy segura de que todos los borders (personas con TLP) viven sus síntomas de formas muy diferentes a la mía, que algunos presentan unos y otros, otros, que unos son más intensos que otros.

Entonces, ¿no hay salida? ¿Estoy destinada a la codependencia y arruinar la vida de los demás con tanto drama? No. Me tomó mucho tiempo aceptar que no soy la villana. Todo lo que te he contado hoy ha sido verdad en algún momento u otro de mi vida, algunas cosas todavía lo son, aunque ya no con la misma intensidad.

Hace 3 años empecé un tratamiento contra este trastorno, uno que ha incluido terapia y medicamentos y mucho, pero mucho, trabajo personal y me alegra reportar que está funcionado.

No ha sido fácil, me he tenido que enfrentar con mis propios demonios y, lo que es peor, conmigo misma. He tenido que reconocer que no soy el centro del universo, que las personas no pueden ser mi salvavidas, me he tenido que sentar con mis emociones y permitirme sentirlas, a pesar del miedo que les tenía. Aprendí que soy la única compañía que siempre voy a tener, a darme paz, a ser mi lugar seguro, a escucharme, a tenerme paciencia, a no tenerme tanto miedo.

El avance no es lineal, a veces retrocedes, pero nunca vuelves al mismo punto del que saliste.

Estas son algunas de las cosas que he aprendido y aplicado gracias a terapia:

Comunicarme: tener una conversación racional, sin llorar, sin amenazas, sobre mis miedos y preocupaciones.

Poner límites: no ponerte por encima de mí, no hacer todo para evitar que te vayas, aprender a decir no, no permitir que te aproveches de mi amor desmedido.

No soy el centro del universo, nadie está tratando de arruinarme, las personas simplemente viven y que lo hagan no es un ataque en mi contra.

HABLARLO. No te lo tragues, crea un sistema de apoyo, no dependas sólo de una persona. Ten un grupo de personas a las cuales recurrir. No dejes que se quede en tu mente, porque se pudre, dilo en voz alta, deja que personas más coherentes que tú te escuchen y te brinden su apoyo. Externarlo puede evitar muchas desgracias.

Hay cosas con las que sigo peleando, con las que sigo luchando, algunos días todavía dependo de otros, a veces no sé qué hacer sin ti, pero ahora soy capaz de distinguir, aunque no siempre en el momento, pero puedo notar que eso que estoy pensando, eso que estoy sintiendo, es un síntoma y me puedo detener a cuestionarlo, a ser coherente. Ahora soy capaz de verme a mí y no a un conjunto de síntomas, uno encima de los hombros del otro, tapados con una gabardina, fingiendo ser una persona.

Los índices de suicidio de este trastorno son altos, “hay una mayor probabilidad de comportamientos suicidas en personas que tienen TLP que con otro tipo de diagnóstico”, por lo que contar con información institucional podría “hacer factible hacer campañas de concientización, intervenciones oportunas, mejores diagnósticos”, dice Karla Valdés.

De acuerdo a la especialista, no existen los registros por varias razones: privacidad del paciente, comorbilidades en las que solamente se reporta depresión o ansiedad, no hay un sistema unificado en el país (cada hospital tiene sus registros internos) y muchos casos son atendidos por instituciones que no reportan al gobierno.

La realidad del Trastorno límite de la personalidad es que un mes no basta para la concientización, las enfermedades mentales siguen siendo desconocidas, la información no se difunde, no hay un registro de cuántas personas lo padecen, así que no se pueden implementar las campañas necesarias para su tratamiento. Si no sabemos que algo es un problema, ¿cómo podemos resolverlo?

Creo que hacer consciencia de su existencia, contarte cómo se siente, es el primer paso.

(Si tú o alguien que conoces ha experimentado síntomas similares, ideaciones suicidas o se hace daño de alguna forma, busca a un profesional de salud mental, esto es un texto meramente informativo, no sirve como criterio diagnóstico).

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM