Leyendas de Coahuila: El niño que no descansa en paz, por el llanto de sus papás
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Bryan acude cada sábado a la cita con su papá, en el panteón más antiguo de Torreón
Bryan murió al año y medio de haber nacido. Su papá, Reyes Santos, acude desde entonces cada semana al cementerio más antiguo de Torreón; abrazado a su anhelo, asegura que todos los sábados por la tarde, un ave blanca sobrevuela el cielo y se escucha claramente el grito del Bryan diciendo: ¡papá, papá!
En el Panteón Municipal No. 1, trabajadores reconocen a Reyes Santos Vázquez Veloz. El señor que cada fin de semana, desde hace año y medio visita a su bebé. Bryan falleció producto de una broncoaspiración el 14 de septiembre del 2019.
Cuentan sus padres que al pequeño le salían escamas pequeñas “como alas”, acostumbraban a ponerle aceite en esa parte de la espalda, pensaban que se trataba de una alergia... y en su cabeza había una especie de magia: se le podía apreciar alrededor del pelo una corona.
Y así, a quien se acerque a preguntar, Reyes le cuenta que junto a su esposa se hicieron una promesa: visitar a Bryan cada sábado por una, dos, tres horas... y él, Bryan, el niño que partió a los pocos meses de haber nacido, les contesta.
Abrazados a su fe, Reyes y su esposa aseguran que Dios le concede a su hijo autoridad para visitarlos “como dando señales de que aún está con nosotros”, confiesa con emoción.
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Primero fue el sonido de unas campanas, el acontecimiento ocurrió dos sábados seguidos. Después, vino la manifestación por medio de una ave, “vi un águila que andaba volando en los cielos y de inmediato que me pongo a grabar el cielo a la orilla de su tumba, me retiro un poco y me grita papá, papá, un poco más desesperado”.. Por último -confiado de sus encuentros-, Reyes Santos inmortalizó en video lo que asegura es el sonido de Bryan cantando y a lo lejos, a metros de su tumba, el reflejo de una niña.
Tal vez Bryan responde a los lamentos de su mamá. El mismo Reyes Santos lo comparte. “Yo le digo que no le llore, que se lo entregue a Dios, pero dice que es muy doloroso y difícil de olvidar, se fue su espíritu, su alma”.
Entre Bryan y sus padres hay una promesa viva, para sus papás un duelo que no se apaga y la esperanza -de la que cientos de personas han sido testigo- de cada sábado volverlo a encontrar.