Leyendas de Coahuila: Barsobas, el fantasma de mirada triste de la Casa de las Artes de Monclova

Coahuila
/ 30 octubre 2021

¿Tú qué harías si vieras el rostro de un alma atormentada? ¿Qué te provocaría si observas tristeza en él? Esta es la historia de un joven que fue abandonado por su familia y después asesinado en una casona

Entre las ventanas de la Casa de las Artes, construida hace 70 años en la Zona Centro de Monclova, puede verse en ocasiones un fantasma que refleja una mirada llena de tristeza.

Las paredes blancas, el piso de cantera y una tenebrosa escalera albergan el alma en pena de Barsobas.

En la década de los 80, era un joven solitario que vagaba por las calles de la ciudad, incluso en verano, cuando las temperaturas obligan a preguntarse sobre la existencia y características del infierno.

Olvidado por su familia, un día, cuando la casona dejó de ser tutelar de menores y quedó en ruinas, Barsobas tomó posesión del sitio donde, cuentan los monclovenses, permanece sin encontrar la paz.

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Las drogas fueron su escape de la realidad y también su fin. En el segundo piso del lugar, mientras convivía con amigos, comenzaron una pelea por sustancias y él se llevó la peor parte.

Tras recibir varios golpes intentó huir, pero los relatos apuntan a que no logró terminar de bajar las escaleras.

“Yo he visto al fantasma llegar hasta ahí, al penúltimo escalón, de ahí no pasa. Lo he visto ahí y en la habitación donde lo mataron”, narra Sergio Arturo de León, vigilante de la actual Casa de las Artes.

El relato del crimen indica que Barsobas suplicó por su vida, pero sus acompañantes se ensañaron y terminaron matándolo en un cuarto de la planta alta, el de la esquina del inmueble donde hoy se aprecian las letras de “Casa de las Artes” y la placa alusiva a su inauguración, en 2001.

El sitio, cuentan los visitantes, se estremece con la presencia de su alma. Se hace notar azotando las puertas de madera, haciendo girar el candelabro que aluza la escalera o tocando el piano, sobre todo en las madrugadas.

“Yo no sabía nada de la historia, entré aquí a trabajar por las noches. Un día, descansando, me estiraron los pies. Se me hizo raro, pero no me dio miedo, seguí descansando y como a la media hora escucho ruidos, como si hubieran arrastrado una silla, subí a ver todos los salones y en ninguno había sillas, tampoco en los baños. Vine y me recosté, y entonces comenzó a tocarse el piano”, afirma Sergio, quien suma cinco meses como vigilante de la casa, el mayor tiempo que alguien ha durado en los últimos años.

Por la Casa de las Artes se han visto desfilar un sin fin de guardias de seguridad, quienes al toparse con el fantasma de Barsobas prefieren renunciar.

El único que lo ha visto y aceptado convivir con él es Sergio, quien incluso ha comenzado a prestarle atención y tratar de comprenderlo.

“Yo lo vi parado. Salí de la casa, en la noche, y venía de frente hacia ella. Vi las persianas de las ventanas del cuarto levantadas, me llamaron la atención y volteé. Ahí lo vi parado, incluso le vi el rostro y tenía la mirada triste”, relata el guardia.

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