Coahuila: Doña Jose, la Abuela Terrícola

Saltillo
/ 23 febrero 2025
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Expandir mentes y dejar que los niños piensen por sí mismos, el objetivo de la divulgadora científica

En un mundo donde la curiosidad de los niños muchas veces es limitada por la falta de recursos o el desinterés, Josefina Rodríguez González, conocida cariñosamente como “Doña Jose, la Abuela Terrícola”, ha dedicado su vida a expandir las mentes de los más pequeños a través de la divulgación científica.

Su historia es un testimonio de resiliencia, pasión y amor por el conocimiento.

Originaria de la Región Laguna marcada por la violencia y la precariedad, Doña Jose llegó a su actual hogar en 2018, buscando un clima favorable y nuevas oportunidades. “Le pregunté a mi hijo si me dejaba un año para ver temporadas y estaciones, a ver cómo respondían mis ojitos”, recuerda. Sin embargo, lo que comenzó como una prueba temporal se convirtió en un proyecto de vida.

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$!“Los niños no necesitan grandes telescopios para aprender, solo curiosidad”, dice Doña Jose.

La labor de Doña Jose no ha sido fácil. En sus inicios, salía a las calles con libros, revistas y telescopios, buscando inspirar a los niños a interesarse por la ciencia.

”Empezamos en las banquetas con mi nieta, mi mamá y yo”, dice. A pesar de las dificultades, su persistencia la llevó a ser reconocida y apoyada por la comunidad y algunas instituciones.

La pandemia de 2020 representó un gran desafío. Su trabajo se vio interrumpido y su estabilidad económica también se vio afectada. Sin embargo, en lugar de rendirse, decidió continuar su educación.

”Siempre quise estudiar, pero antes no podía entrar porque solo aceptaban en la Prepa a gente no mayor de 30 años. Ya tenía 60, pero con la pandemia ampliaron la edad y me inscribí”, comenta con orgullo. En enero de 2023 logró finalizar su preparatoria.

Como divulgadora, Doña Jose ha utilizado diversas técnicas para captar la atención de los niños. Desde narraciones orales hasta talleres de divulgación científica, su meta ha sido siempre acercar el conocimiento de una manera sencilla y accesible.

”Los niños no necesitan grandes telescopios ni laboratorios para aprender. Con lo que tienen a su alrededor, pueden hacer ciencia y yo los guío para que puedan pensar por ellos mismos”, explica Josefína.

Su amor por la astronomía nació de su propia curiosidad. “Para mí, era una novedad. Nunca había visto algo así. Y si a mí me sorprendía, también podía sorprender a los niños”, relata.

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Esta pasión la llevó a aplicar a una convocatoria en 2015 que le permitió obtener recursos para mejorar su labor. Con estos fondos, adquirió materiales didácticos y equipo para seguir llevando la ciencia a las calles.

A lo largo de los años, ha logrado que miles de niños puedan observar la Luna y los planetas a través de telescopios.

”Muchos de ellos no sabían que la Luna tiene cráteres y que tienen nombres. Me encanta ver su asombro cuando descubren algo nuevo”, dice con una sonrisa Rodríguez González.

Gracias a su insistencia, logró que su comunidad contara con una biblioteca. “Pedí una para mi colonia, que tiene 30 mil habitantes. No teníamos ni una biblioteca, pero logramos que instalaran varios centros comunitarios bien equipados”, explica Doña Jose.

El impacto de su trabajo ha sido enorme. Niños que alguna vez estuvieron expuestos a la violencia han encontrado en la ciencia un refugio y una inspiración.

”Algunos de ellos ahora tienen otros sueños, quieren ser astrónomos, científicos, o simplemente aprender más”, dice emocionada la abuela terrícola.

Doña Jose ha demostrado que la educación no depende de grandes recursos, sino de la pasión por compartir el conocimiento. “Me gusta que los niños piensen por sí mismos, que sepan que pueden descubrir el mundo a su manera”, concluye.

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