Hace 125 años se terminó de construir la torre mayor de la Catedral de Saltillo
La torre mayor de la Catedral de Santiago no puede ser ignorada. No cuando se recorren las calles del centro de Saltillo, no cuando se aprecia el valle de la ciudad desde un punto elevado.
El 26 de febrero de 2022, la torre con 71 metros y 25 centímetros de altura cumple 125 años imponiéndose en Saltillo.
Recordemos que la edificación de la catedral tardó poco más de medio siglo. Inició en 1745 y terminó en el año 1800. 93 años después se integró la torre.
Cuando comenzaron las obras de la catedral en realidad se planteó un templo parroquial, pero para el siglo XVIII sus tamaños excedían por mucho las necesidades de una población tan pequeña como la de Saltillo. Eran apenas unos mil habitantes.
Un año después de que se concluyó la parroquia, en 1891, Roma decretó el establecimiento de la Diócesis de Saltillo. Ello comprendía todo el territorio de Coahuila y se le asignó como primer obispo a don Santiago de la Garza Zambrano.
Ya con el nombramiento oficial de catedral, una consecuencia inmediata de ese cambio fue la construcción de la torre a la derecha de la fachada principal.
Los trabajos iniciaron en 1893 y culminaron en febrero de 1897. Para los saltillenses, observar la construcción que duró cuatro años se convirtió en una ansiosa y orgullosa espera.
“Era como elevar a Dios una plegaria hecha con trabajos de cantería hasta llegar alto, más alto cada vez”, escribe Jorge Fuentes Aguirre en el libro: “La Catedral de Santiago de Saltillo, una fe transformada en monumento”.
La torre y la hazaña de su cruz
Hasta ese momento, el edificio contaba solo con un campanario. Pero ahora, poco a poco se elevaban columnas, se trazaban los arcos y se colocaban los remates de cada cuerpo de la nueva torre. Aquella monumental labor estuvo a cargo del ingeniero Carlos Pérez Rodríguez.
Pero no se construía un complemento de la fachada barroca. Se trataba de un elemento de la catedral que luciría por sí solo. Uno que contaría sus propias curiosidades y guardaría anécdotas memorables.
Y sobre quienes echaron mano en ella, no eran arquitectos ni escultores, sino aprendices, oficiales, maestros y artesanos. Todos ellos formados por la pura práctica.
Existió un documento llamado “Libro de fábrica”, donde se detallaron aspectos sobre la construcción de la Catedral.
Por ejemplo, ahí se revelaba que 275 trabajadores estuvieron involucrados durante el inicio de la obra cuando se planeaba una parroquia. Entre ellos albañiles, picapedreros, cargadores, herreros, labradores de cantera, carpinteros.
Quién diría que no sería un sacerdote, ni un arquitecto el responsable del acto final: colocar la cruz de hierro que representa la cristiandad. Sería uno más de esos cientos de trabajadores que durante décadas contribuyeron a la edificación de la catedral.
Según el libro de la fábrica, se ofreció una gratificación económica a quien hiciera ese trabajo tan riesgoso de subir y poner la cruz en la cima de la torre mayor.
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La respuesta positiva fue de un peón de nombre Magdaleno Martínez. Quienes lo vieron, narra el escritor saltillense Jorge Fuentes Aguirre, contaron que el hombre iba subiendo la cruz por el interior de los campanarios. Lo ayudaron otros cuatro albañiles y dos herreros. Pero al llegar al último remate de la torre, él la subió solo.
Después de aquella hazaña no se le hizo otra construcción significativa a la catedral, solo una serie de remodelaciones y trabajos de conservación.
Desde entonces, a la Catedral de Saltillo y su torre la han rodeado varias historias, que si no fuera porque existe evidencia y testigos, serían difíciles de creer.
Algunos de esos momentos los hemos narrado en esta sección de Historias de Saltillo. Como la vez que Crescencio Gómez Hernández se suicidó al arrojarse desde la cornisa del campanario, y su caso se volvió todo un misterio por la falta de datos sobre su identidad.
O cuando el intrépido Federico Sáenz del Riego, proveniente de Guadalajara, escaló la torre sin protección alguna solo para dar espectáculo a los saltillenses y ganarse algunos pesos.
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Pero las historias no acaban ahí. La catedral guarda detalles arquitectónicos únicos, un altar de plata y lienzos de don Jose de Alcíbar, pintor de la época del Virreinato, por mencionar algunos de sus encantos al interior.Cada una de esas obras conserva su propia historia, y de todo eso, hemos de hablar en otro momento.
*Con información de Jorge Fuentes Aguirre, Oscar Dávila, Sergio Recio, Clara Bargellini, Archivo Municipal de Saltillo y Amigos del Patrimonio Cultural de Saltillo AC.
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