Ladrilleros, maestros artesanos
Ladrillo tras ladrillo se ha forjado la historia de esta ciudad, sus edificios, sus casas y sus iglesias.
Sol, sudor y barro son los elementos que, después de 400 años, siguen caracterizando la producción de ladrillos en las orillas de la ciudad, desde cuando los españoles enseñaron a los pobladores de estas tierras a trabajar la arcilla.
Hablar de Saltillo es imposible sin hablar de las ladrilleras, y conocer este antiguo, duro y noble trabajo significa entrar en el sentimiento y en el alma de quienes forjaron esta ciudad y la hicieron prosperar.
Aún hoy, entre el Sol, el sudor y el barro.
Historia
> Desde la Conquista inició la fabricación de ladrillos en nuestra ciudad.
> Lo primero que se fabricó fueron tejas de 10 por 20 centímetros para cubrir las paredes bajas de las casas.
> La marca Saltillo Tile ha traspasado fronteras desde el año de 1847, en que se entregó el primer pedido a la Unión Americana.
> El término Tile es un vocablo náhuatl que significa “quemado”; sin embargo, esta definición se ajustó perfectamente a la exportación a Estados Unidos, ya que en inglés “tile” significa teja.
> De las más de 100 ladrilleras que hace unas décadas existían en la ciudad, en la actualidad se contabilizan poco más de 15.
Trabajo artesanal
> Hay que colar el barro y darle vueltas hasta que se haga pastoso.
> Luego se criba para quitarle las impurezas (piedras) y que quede únicamente barro.
> Ya que está firme la mezcla, se coloca en los moldes y se le da la forma.
> Se espera a que sequen para ser metidos en los hornos a que se cocinen.
> Luego de cinco días, se apilan en los camiones y son llevados para su venta.