Una aventura... con travestis

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Vaya aventuras las que me he vivido reporteando y escribiendo para el Semanario, perdón por tanto gerundio, pero ésta es la única sección en que puedo dar rienda suelta a mis errores y defectos.
Qué aventuras, le estaba contando yo a una amiga de la vez que el fotógrafo Luis Castrejón y yo trabajamos una crónica sobre unas chicas trans que posaron en lencería.
La idea fue del Castre que no sé dónde diablos fue a sacar a estos, literalmente, desenvueltos personajes.
Eran cuatro “chicas trans”, bien dotadas hay que reconocer, pero que se traían su secretito bien escondido en medio de las piernas.
Pos nada que conseguimos que nos prestaran un cuarto en un hotel; fue en dos sesiones, en dos tardes que se hizo todo.
La verdad es que fue uno de esos proyectos que me divierte hacer.
Ya sabe, las “chicas” muy cotorras, harto desinhibidas, echando relajo y mosca, haciendo bromas picantes, mientas se mudaban de ropa como verdaderas modelos profesionales.
Cuatro travestis posando en lencería para Semanario en un cuarto de hotel.
No manche.
A lo largo de las sesiones pude enterarme, entre muchas cosas, de la gran discriminación y la homofobia que sufre este sector social, ya no digamos por parte de la comunidad, sino de su propia familia.
Al final creo que fue un trabajo interesante, cuando menos, sociológicamente hablando.
Pero lo realmente chusco y anecdótico fue la carta que una señora, lectora del Semanario, mandó a la redacción del periódico, externando su molestia por la publicación.
Bastante subidita de tono, por cierto, la dichosa carta.
Que si el editor Nazul Aramayo, “El Gary”, nuestro diseñador, y yo éramos jotos y nos gustaba que nos dieran por salva sea la parte, y otras lisuras que mejor me ahorro, preguntaba la señora.
No sabe cuánta risa nos dio y el alboroto que causó en el periódico.
Y yo nomas pensaba: qué aventura, señor, qué aventura.
Jesús Peña
SALTILLO
De a pie