Una diferencia de mil

Saltillo
/ 13 noviembre 2016

    Parte de mi responsabilidad laboral es transmitir la información de los hechos delictivos a los medios de comunicación. Salvo en dos o tres ocasiones he escrito sobre los asuntos de seguridad de esta administración.

    Sin embrago, haciendo un recorrido por los últimos cinco años, en este constante afanar, consideré importante hacer un recuento de daños y beneficios, en este asunto vital para el Gobierno de Coahuila.

    Al inicio de la administración del gobernador Rubén Moreira, la situación en el país y en Coahuila era muy distinta a la que hoy vivimos. Los enfrentamientos contra las fuerzas de seguridad y entre los grupos de la delincuencia organizada, que se disputaban el control de las zonas del estado, se registraban a diario aportando su cuota de sangre.

    Los medios de comunicación informaban sobre multitud de hechos violentos en los que se perdían vidas humanas. Muchos jóvenes eran reclutados por los miembros de la delincuencia para pronto caer abatidos, junto a jóvenes policías, para dolor de los familiares de ambas partes. Nos acostumbramos a evitar pasar por zonas de la ciudad donde se decía en la radio que había enfrentamientos; muchos aún recordamos el tableteo de las metralletas, escuchado de manera presencial.

    Lo paradójico, es que tanto nos acostumbramos a la violencia, que pocos nos percatamos cómo ésta se tornó de manera paulatina, insensible, en un ambiente de seguridad y paz. Hace unos cuantos años, la nota roja era portada de todos los medios.

    Una de las muchas razones para ello, era que la mayoría de los elementos de las corporaciones de la policía municipal de los 38 municipios de Coahuila, estaban bajo las órdenes de los grupos criminales. Las policías municipales instalaron retenes en las carreteras federales de Coahuila, para tener un control total de quién llegaba a las ciudades y a qué se dedicaba. Esto no es ningún secreto, en los retenes junto a los jenízaros municipales, estaban los miembros de la delincuencia organizada.

    Muchos policías estatales también estaban a las órdenes de los grupos criminales. En Torreón, solamente una mujer oficial de la policía municipal logró pasar las pruebas de confianza, a excepción de ella, todos fueron dados de baja. Antes de eso, los policías municipales se habían enfrentado a los elementos de la policía federal. Para el anecdotario vergonzoso. No hace mucho, Leviatán el devorador de almas paseó impunemente por estas tierras.

    Desarticular bandas de secuestradores, de asesinos, de extorsionistas, de pandilleros, de halcones y narcotraficantes, fue posible gracias a la articulación de todas las instituciones avocadas a proporcionar seguridad. Pero antes fue imprescindible hacer una limpia a través de los rigurosos exámenes de confianza.

    Vayan solamente dos cifras a vuelo de pluma, con el fin de hacer un ejercicio comparativo del año 2012, que fue el primero de la gestión de Rubén Moreira, al que trascurre, penúltimo del sexenio. Al cierre del mes de septiembre de 2016, se han registrado en Coahuila 197 homicidios. El año 2012, de enero a diciembre, mil 198 personas fueron asesinadas. Mil personas menos marcan, creo, la diferencia.

    www.jesuscarranza.com.mx.

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