Adrián Joo, el médico y karateca que guía su vida desde la pasión
Con tan sólo 25 años de edad, el joven regio que reside en Saltillo, alcanzó uno de sus más grandes sueños: una medalla mundial
Muchas veces las personas olvidamos lo que significa el amor por lo que hacemos, la pasión y el gusto propio de nuestras vocaciones, sin embargo, aún existen aquellas que como lema de vida ponen en práctica la frase “elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida” del pensador chino Confucio y dejan que sus caminos los lleven a ello para finalmente alcanzar y materializar sus sueños.
Luis Adrián Joo Quintanilla es un regiomontano que reside en Saltillo desde hace cinco años, que bien podría explicarnos con sus acciones y metas, justo lo anterior.
El joven de 25 años es un karateca que viene de cumplir uno de sus más grandes sueños: ganar una medalla de oro a nivel mundial.
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El pasado 13 de julio Joo se encontraba en Dundee, Escocia, recibiendo sobre el podio el título de campeón individual, momento que recuerda, lo llenó de emoción y le causó sentimientos que al día de hoy aún no puede explicar, especialmente mientras escuchaba al Himno Nacional de México sonar por todo el recinto gracias a su actuación en la competición de katas:“al subir (al podium) obviamente se me puso la piel chinita cuando escuché el himno nacional, eso sí fue algo que...’wow’”.
Sin embargo, no es eso lo único que lo llena de pasión. Además de representar a México y llevar su nombre por todo lo alto, actualmente es médico interno de pregrado en el Hospital Universitario de la capital coahuilense.
Esta situación hace preguntarnos a muchos de nosotros: “¿Cómo lo hace?”, pues, la carrera por sí sola es muy demandante y anuado a ello, poder presumir el título de campeón mundial, también lo es.
Respondiendo a este cuestionamiento, Luis Adrián explicó a EXTREMO que si bien, actualmente está enfocado al 100% al hospital, debido a que es de lo que va a ejercer, sus entrenamientos de karate los realiza dependiendo de los días que tenga libres debido a las guardias y demás responsabilidades que tiene que cubrir.
A ello se suma que, antes de este último año, sus entrenamientos los realizaba en su natal Monterrey con su maestro, no obstante, debido a lo descrito anteriormente, ya no lo ha hecho. Ahora entrena él solo en Saltillo. Su estilo (Shito-Ryu) lo está enfocando en las katas que en el karate se definen como “una representación de un combate imaginario contra uno o varios oponentes, la enseñanza o lo que transmites hacia las demás personas”, también conocidas como “formas”.
“SON MIS HOBBIES”
Si bien, el karate es algo que disfruta mucho hacer no lo ve como algo a lo que se dedicaría para vivir de ello... Pero tampoco la medicina.
Para Adrián, todo lo que hace lo hace por “hobby”:
“No lo veo como una forma de vivir, me encanta la medicina y quiero seguir en eso. Yo siento que tanto la medicina como el karate lo veo como un hobby, mientras lo veas como lo que te gusta, la ganancia va a salir de sobra”.
EL RETO MÁS GRANDE
Siempre teniendo en mente el agradecimiento para quienes lo han apoyado a lo largo de su carrera y en toda su vida, Adrián considera que su reto más grande son las metas que se ha propuesto, ya que, una de ellas es terminar bien en las dos cosas que más disfruta hacer.
Su meta en medicina, a parte de ser un buen profesionista, radica en graduarse como el primer lugar de su generación (puesto que hasta el momento tiene); mientras que, en el arte marcial, su sueño siempre había sido tener una medalla mundial. Ahora, piensa en fundar un Dojo donde pueda compartir sus conocimientos y enseñar todo lo que sabe a los demás.
A todo esto se suman los mundiales en los que participó antes de lograr la anhelada medalla: la primera vez (2021) viajó hasta Rumania, específicamente a Cluj-Napoca. Ahí, se quedó muy cerca del bronce con el cuarto lugar de kata por equipos.
Un año más tarde, clasificó para su participación en Fort Lauderdale, Florida (Estados Unidos), donde, de nueva cuenta se quedó en el cuarto.
Finalmente, y después de un proceso de todo un año en el que él y su entrenador pulieron las cosas que le hacían falta para dar el brinco al podio, participando en cuatro estatales y un nacional, llegó al país que le dio su primer lugar individual.
Cabe mencionar que la clasificación no fue la única barrera que tuvo que derribar puesto que, la búsqueda de recursos económicos que le permitieran trasladarse y cumplir su cometido, interfirió con todo aquello.
Afortunadamente puso su plan en marcha realizando dos rifas, a lo que se sumaron los apoyos de iniciativa privada entre ellos, del Hospital Universitario, apoyo que Adrián destaca en gran medida, agradeciendo que en ese lugar siempre han visto por él, para que cumpla sus sueños, pueda continuar entrenando y, por supuesto, compitiendo.
Entre sus recuerdos, el karateca compartió que desde su primer mundial comenzó a desarrollar estrategias que le permitieran conseguir los fondos necesarios “afortunadamente, yo he me he rodeado de personas que me apoyan, en el Hospital, en todos lados. Yo desde mi primer mundial empecé a botear por las calles con mi mamá y así se va ganando de poco a poco”.
Por todo este esfuerzo previo y de años, cuando ganó el mundial se quedó en shock porque no se lo podía creer “lloré hasta el día siguiente”, confiesa.
PERO... ¿CÓMO INICIÓ TODO?
Cuando tan sólo tenía siete años, Adrián tuvo su primer contacto con el karate “por casualidad”. La historia comenzó gracias a que su hermana tenía el interés de ensayar Jazz y personas cercanas a la familia, le recomendaron que acudiera al deportivo ISSSTE en la capital neolonesa. Una vez que ella ingresó, se percataron de que en frente había una academia de Karate. Sus papás le plantearon la idea de inscribirlo y él aceptó; desde entonces no ha parado. Al poco tiempo su hermana terminó por unirse a la misma disciplina.
Años después él y su hermana llegaron a Saltillo y, aunque al principio les dolió mucho el cambio porque no estaban acostumbrados a estar lejos de su familia, conforme pasaron los días y meses, se acostumbraron y se adaptaron muy bien, gracias a que la gente los recibió muy bien y “en el Hospital ni se diga”.
AGRADECIMIENTO Y RESPETO: LAS ENSEÑANZAS DEL KARATE
Lo que la disciplina le ha dejado es todo un estilo de vida que fomenta múltiples valores, especialmente el respeto hacia los demás (sin importar la edad) y el agradecimiento. Un ejemplo de esto último fue que siempre empiezan con un “hola, estoy aquí, ayúdame a enseñar, ayúdame a aprender” y siempre da las gracias por el entrenamiento. “Es todo lo que va detrás, el respeto y el agradecimiento”.
Y, de nueva cuenta, el atleta ha implementado esto en su vida valorando de sobremanera todo lo que sus padres han hecho por él y por su hermana, quienes son su motor e inspiración principal. Explica que ambos trabajan para que puedan crecer, asistir a sus entrenamientos y tener una buena educación; compartió que su papá tiene tres trabajos de día, tarde y noche, para que esto sea una realidad.
Todos esos esfuerzos, Joo Quintanilla los tiene siempre en mente y contemplados para en un futuro agradecerles con acciones:
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“Quiero tener un buen trabajo, buenas ganancias, para que ellos ya no trabajen nada y decirles ‘yo doy por ustedes, yo los mantengo (por así decirlo) porque ustedes ya hicieron mucho por nosotros, para que descansen”.
Para lograrlo, sus metas a futuro son terminar su profesión y “echarle ganas” al hospital que “siempre me ha echado la mano”, hacer una especialidad y fundar un Dojo en el que pueda dar clases y compartir su conocimiento, dedicándose a lo que más ama.
Lo que viene para el regio en un futuro a mediano plazo, es una nueva competencia a la que clasificó y que también es de carácter internacional. Viajará a Jakarta, Indonesia, para participar en el Mundial de Shito-Ryu donde buscará su segunda medalla mundialista.
Finalmente, el médico y karateca, agradeció a todos “desde mi familia, mis padres, mi hermana, mis familiares, mis amigos de Monterrey y de Saltillo, mis residentes, doctores, enfermeros, que están detrás de esta medalla porque ellos me apoyaron siempre”.
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