El reto del crecimiento económico

Dinero
/ 24 agosto 2020

Desde la primera década del siglo XXI, la economía mundial experimentaba estancamiento con crecimiento promedio no superior a 3% (a excepción de China y los países y emergentes) y, según el Banco Mundial, las tendencias en el consumo de los hogares en las regiones del mundo tenía pendiente negativa, es decir, la reducción del ingreso agregado antes de surgir la crisis de las hipotecas no pagadas en Estados Unidos y sus secuelas a nivel global.

Hasta 2018, antes de la pandemia, el estancamiento continuó y el PIB mundial fue de 3% (con la caída de China a 6% promedio); una de las posibles causas de dicho estancamiento, entre otras, fue precisamente la caída periódica del ingreso agregado, es decir la reducción consumo como componente de la demanda agregada, lo cual es resultado normal por  minimizar costos para precios competitivos en las cadenas de valor en el mundo, porque la innovación tecnológica desplaza mano de obra y el volumen salarial se reduce absoluta y proporcionalmente.

En México, del año 2001 al año 2010 el crecimiento promedio fue 1.50% y de los años 2011 a 2018 fue de 2.7%, es decir, insuficiente. El primer año del actual gobierno federal, 2019, tuvo crecimiento cero, pero con reajuste en el gasto y redistribución del ingreso a través de programas sociales; pero se proyectaba iniciar un repunte sostenido en este año 2020 con inversión pública en infraestructura productiva y más gasto social para impulsar el consumo, el cual se incrementó 8.3% en las tiendas de autoservicio y departamentales y 3.4%en tiendas de abarrotes.

El COVID-19 sorprendió al mundo con graves carencias respecto a los sistemas de salud pública, como en América Latina y México; pero sobre todo acentuó la dinámica económica de estancamiento con caídas abruptas tanto en países desarrollados como subdesarrollados; para la economía mexicana se estima una caída de entre -8% hasta -20% la más pesimista.

Al interrumpirse las cadenas de valor a nivel global –sobre todo en turismo y transportación, pero no menor en producción- se han perdido millones de empleos, en el mundo se estima una pérdida de 400 millones, en América Latina 20 millones y en nuestro país más de 1.8 millones.

Por tanto, según el Banco Mundial, la pobreza se incrementará de 730 millones a alrededor de 800 millones en el mundo; en México, según Coneval, se incrementará 9 millones de personas en situación vulnerable, con un resultado total de más de 60 millones en esa condición.

Entre estadísticas de alzas y bajas de contagios y muertes, y sin tener aún la vacuna salvadora, los países hacen esfuerzos por enfrentar la crisis, con aperturas parciales y periódicas de los sectores de la economía, lo que poco a poco genera expectativas de reinicio, pero aún es insuficiente. 

Previsiblemente a inicio del siguiente año se tendrá la vacuna gratuita en el país, pero aún con la inoculación aplicándose, se debe tener cuidado con los rebrotes masivos, así el resurgimiento sostenido de la economía será en mínimo tres años.

Por eso las estrategias de política económica deben proyectarse con ampliar el gasto social que impulse el consumo, fortaleciendo los programas de redistribución de la riqueza; con inversión en infraestructura productiva, de ser posible en todo el país; créditos de la banca de desarrollo con tasa de interés preferencial de acuerdo a la vocación económica de las regiones; e incentivos fiscales para impulsar la inversión en situación de emergencia.

La austeridad y el combate a la corrupción no serán suficientes para financiar el efecto multiplicador del gasto público, de ahí la necesidad de acceder y aprovechar los fondos de contingencia que ofrecen los organismos financieros multinacionales (FMI y Banco Mundial), porque el reto histórico no es menor. Aún con los oportunismos políticos en contra, para el gobierno federal el crecimiento económico es un desafío, lo que está en juego es el desarrollo integral de la sociedad mexicana.

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