La lectura es un privilegio. ¿Por qué? Porque los libros cuestan y, a veces, es “leer o comer”. Así lo deja claro Patricia García Villanueva, fundadora de la sala de lectura “Destellos de Alegría”, en la colonia El Tanquecito, ubicada al sur de Saltillo.
La sala forma parte del Programa Nacional de Salas de Lectura, un esfuerzo que busca difundir el libro y la lectura. Para poder ser mediadora, Paty se tuvo que capacitar en línea. Después recibió un acervo de libros.
“Destellos de Alegría” cuenta con 20 niños, aunque no siempre asisten todos. Las edades van de los cuatro hasta los 14 años. Aunque Paty cuenta que, a veces, también van señoras a echarse un libro con ellos. Se reúnen en las calles de la colonia, en sillas que Paty pone de su casa o que consiguió y, con títeres y una canasta llena de libros, se dedica a contarles cuentos todos los jueves, a las cinco de la tarde.
La razón en muy sencilla: Paty quiere cambiar a su comunidad. Sabe que vive en una zona conflictiva, violenta, de escasos recursos, en la que abunda el alcoholismo, la drogadicción y la prostitución. Sabe que, como le pasó a ella, sin ese programa, los niños no tendrían acceso a libros, porque los precios no son accesibles. Sabe que hay que rescatar a los niños.
Aquí la historia de cómo busca hacerlo.
Empecé a leer desde niña, pero los libros eran muy caros y no tenía acceso a eso. Entro a trabajar de sirvienta a una casa donde la señora tenía un club de libro para señoras de la alta, y ahí empiezo a ver los libros y empiezo a ojearlos.
Luego, un día, me encuentra leyendo un libro y me pregunta que si me gusta leer. Le digo que sí. Ella me dice, “te voy a dar un libro para que lo leas y me guardes el resumen de lo que habla ese libro”.
Entonces yo guardaba el resumen y se lo traía a ella. Ella lo leía con sus amigas en un almuerzo que hacía. Lo hacía pasar como si ella lo leyera, pero era yo la que lo leía en lo que andaba sacude y sacude y barriendo y trapeando.
Yo oía como ella leía el resumen y lo que le había costado leer ese libro, pero ella no lo había hecho. Entonces, gracias a esa señora, a mí me dio visión para cuando yo estudié la preparatoria, a los 52 años.
Ya en ese tiempo ella me daba los libros a veces hasta más grandes, por ejemplo, “Los pilares de la tierra”, que está hermoso ese libro, y que nunca lo he visto, por más que lo he buscado.
Ahí empecé a ver que podía viajar sin gastar dinero, que podía irme a otros mundos donde nadie me estorbara, que podía pensar, podía sentir todo eso. Y entonces dije, voy a hacer la sala de lecturas en mi barrio, porque aquí no estamos acostumbrados a leer y México era un país que no leía.
Fue que empecé a meterme más en la lectura y en la lectura, hasta que conocí al de la Casa de las letras y él me apoyó con libros, entonces me fue integrando y estudié para maestra de Sala de lecturas, en virtual, y desde México nos dieron la credencial de maestra de Sala de lecturas.
Supuestamente hay muchas ayudas.
Las ayudas pueden ser en mesas, en libros, en lápices, en todo eso, pero a veces no tenemos quien nos comunique que hay tal cosa. La comunicación es muy importante y vas moviéndote con lo que tú tienes y con lo que a ti te regalan y lo pones a las órdenes de los niños.
¿A qué edad te pasó eso de cuando empezaste a ser sirvienta y que la señora te daba a leer los libros y luego fingía que ella los había leído?
A la edad de los 40 años.
O sea, ya estabas grande.
Sí, ya estaba grande, pero vi una facilidad de leer los libros que costaban mucho.
Sí, porque hay libros carísimos.
Trato de leerlos todos, pero ya cuando están muy caros, los dejo y los olvido, si los llego a ver en un mercadito de segunda mano, pues los compro, si está a mi altura.
(Leyendo) empecé a ver que podía viajar sin gastar dinero, que podía irme a otros mundos donde nadie me estorbara, que podía pensar, podía sentir todo eso. Dije, ‘voy a hacer la sala de lecturas en mi barrio’, porque aquí no estamos acostumbrados a leer y México era un país que no leía.
Sí, los libros son un lujo.
Y dirías, comes o lees. A nosotros, los de bajos recursos, es eso, comes o lees, como estudiar o comer, es una realidad que nuestro México tiene.
¿Crees que la lectura cambia vidas?
Sí, cambia vidas, nos da mejor lenguaje, mejor comunicación con la gente y nos hace comportarnos más prudentemente.
¿Cómo crees que haya cambió la tuya específicamente?
La mía cambió porque vivo en un barrio donde no tenemos a veces, muchas veces, ambiciones y lo que debemos de ver como positivo, lo vemos negativo. Entonces tendemos más a destruir que a construir. Batallan mucho más en construir, que en destruir. Destruyen más rápido.
Entonces me gusta todo eso. Hacer el bien a la comunidad, como traerle mejoras, plantar árboles, plantar sembradíos de nopales, que es un alimento que nos sirve para la diabetes ahorita... tenemos tantas enfermedades y lo pusimos al servicio de la comunidad.
Lo hicimos a la falda del riel. Si tú vas por ese rumbo, por ejemplo, ahorita vas y conoces el mirador y luego bajas por la calle de abajo, te vas a ir por toda la orilla del riel, ahí verás el sembradío, por esa calle.
¿Cómo pasaste del amor por la literatura a crear una sala de lectura? Ya me contaste un poquito, cuéntame más. ¿Cómo le hiciste? ¿Cuáles fueron los primeros pasos? ¿Te abrieron las puertas luego, luego los papás para que agarraras a sus niños?
No, no. Opté primeramente por comprar todo de medio uso, como son colores, marcadores, juguetes, títeres y todo eso se los traje para que ellos tuvieran otra visión de ver el ambiente en el que vivimos.
Porque nosotros aquí se veía mucho la drogadicción, el alcoholismo, la prostitución, entonces es un ambiente que tenemos que sacar algo productivo y no quedarnos en lo de todos.
Porque tengo una familia en donde todas se han dedicado a la prostitución, y las niñas ya van ensayando cómo van a hacer, cómo van a bailar. Todo lo que escuchan de los grandes, lo ponen en práctica ellas.
Y yo le digo a la señoras, tenemos que sacar a las niñas de este ambiente, porque si ya se le murieron dos de cáncer cervicouterino, tenemos que salvar a las demás, entonces creo que sí han cambiado.
He visto vidas de mujeres que se dedican a la prostitución y de pronto ya están trabajando de obreras. No van a sacar lo que sacaban en la prostitución, pero están salvándose de ese ambiente.
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Vivimos en un país que no está acostumbrado a leer. ¿Qué opinas de eso?
Porque los libros son demasiado caros, entonces no están a disposición de la gente. Y ahora, en el fomento a la lectura, a nivel nacional, nos han apoyado mucho con los acervos de libros. Los traemos a las colonias, se los prestamos a los niños, se los regalamos a la gente adulta y ya de perdido tienen algo que leer, porque a veces ni el periódico leen, porque no lo compran.
Opté por comprar todo de medio uso, como son colores, marcadores, juguetes, títeres y todo eso se los traje para que ellos tuvieran otra visión de ver el ambiente en el que vivimos.
¿Por qué te parece importante que existan estos espacios para los niños?
Porque tendrán una mejor visión de vida. También despiertan el pensar y la inteligencia.
¿Qué cambios, tanto positivos como negativos, si es que los hay, has visto en los niños?
Pues mira, muchas veces los niños no están impuestos a pertenecer a un grupo. Mejor se ponen a ver de lejos y no se integran a la Sala de Lectura, Yo pienso que les falta seguridad de querer aprender más. Está como la señora, las invitas a una clase de autoestima y prefieren quedarse allá en la puerta que acercarse a ver de qué se trata. Porque hemos intentado traer el grupo de ANSPAC. Hemos sacado como 10 señoras adelante, pero ya no hemos seguido.
Yo no conozco el grupo, ¿qué es?
ANSPAC es superación personal de mujeres empresarias que se unen y van a los barrios. Son puras mujeres de la alta sociedad que se dedican a llevar superación personal a los grupos empresariales. Allí yo estudié, entonces de ahí ya fui viendo y despertando qué quería para mi entorno.
¿Qué tipos de lecturas realizan aquí en el círculo?
Para niños. Lecturas para niños.
Antes de venir a la sala de lectura, ¿tú te diste cuenta si les gustaba leer o no?
Pues lo que pasa que en las escuelas que tenemos alrededor, no es costumbre que los maestros los pongan a leer. Los niños traían muy bajo nivel de lectura, entonces cuando fui a decirle a la directora que yo tenía una Sala de lecturas se sorprendió mucho, porque dijo: ¿Y a usted quién la patrocina o qué?
Y viene a investigarme, si mis niños saben leer o no. Le dije que no, que yo era una voluntaria y que estábamos en esta colonia, pero como aquí vienen puros niños de este sector...
Ese es un problema que tenemos, que somos un ambiente violento. Y que hay muchas veces los golpes. A veces les pegan mucho a los niños y dicen, pero, ¿por qué está serio? Entonces hay que enseñarles a los padres de familia como deben de tratar a los niños.
¿Por qué crees que es importante que los niños tengan acceso a espacios como este?
Pues lo que pasa que en las escuelas que tenemos alrededor, no es costumbre que los maestros los pongan a leer. Los niños traían muy bajo nivel de lectura, entonces cuando fui a decirle a la directora que yo tenía una Sala de lecturas se sorprendió mucho.
Porque les enseñan a respetar su cuerpo, a cuidarse a ellos mismos de las gentes que los rodean, a tener mejor visión del mundo, y, sobre todo, mejores ambiciones.
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Los padres de los niños, ¿te han comentado algo sobre sus hijos desde que asisten a la sala de lectura?
Pues sí me han dicho que se vuelven más comunicativos.
Sí, o sea, se dedicaban más a lo negativo. Lo negativo es cuando un niño agarra un lápiz y se lo dan nuevo y él pronto le quitan la borra, le acaba toda la punta, le empieza a sacar más, hasta que le queda chiquito y él no entiende por qué hace eso, por qué no lo puede cuidar.
Entonces van a ir aprendiendo poco a poco
La cultura, normalmente, se queda en el centro de la ciudad, ¿crees relevante que se hagan programas culturales en zonas más alejadas?
Sí, es muy importante, aunque los centros comunitarios están bien distribuidos, pero muchas veces la gente no participa, los niños no van y los libros como que se quedan solos.
Tenemos el Biblioparque bien surtido de libros y nunca veo niños en la Sala de lectura.
¿Tú crees que hace falta entonces difusión, que les digan a los niños aquí está? O ¿cómo podríamos llevar a los niños ahí?
Te voy a contar algo que me pasó con mi hija. Mi hija la puse en la Álvaro Obregón y ahí todos los niños era diferente la situación económica. Ella llegaba a la escuela y le veía un cuaderno bonito a una niña y se lo quitaba porque lo quería para ella.
La directora me dijo, tiene que sacar a su niña de esta escuela, porque me causa muchos problemas. Ella tiene que estar en su nivel, para que sepa defenderse en su nivel, porque ella aquí trae la violencia. Entonces yo la saqué de la Álvaro Obregón y la traje a la Lucio Blanco, que es aquí mismo, y ella pasó a ser la abandera. Ya con mejor nivel de educación y todo, porque ahora ya era su nivel.
A veces queremos sacar a los niños de nuestra colonia y ponerlos más lejos y se nos pierden, porque a veces, muchas veces, las drogas están afuera de la escuela y ya ahí se pierden en la calle, en las largas distancias.
Sí, es muy importante, aunque los centros comunitarios están bien distribuidos, pero muchas veces la gente no participa, los niños no van y los libros como que se quedan solos.
¿Si le pudieras recomendar lecturas a otros niños y niñas, de qué temas serían?
Serían temas como bueno, a mí en lo particular, es la magia, que la Luna tiene un conejo que está dentro de un queso. De terror que muchas veces nosotros vemos brujas en los cerros o que oscurecen y pensamos que hay fantasmas y todo eso. Y a los niños les recomendaría cosas así, como el “Tlacuache, la ardilla miedosa”, todo eso, que el miedo es algo que nos paraliza y no nos deja avanzar.
Y a los no tan niños, ¿qué les recomendarías?
A los adolescentes, les recomendaría mucho los tipos de que hay en nuestro comportamiento, que un tatuaje habla, que una manera de ponerte los lentes. Una manera de usar el corte de cabello, una manera de nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo habla, expresión corporal.
¿Y a los adultos? Porque me dijiste que también llegan a venir señoras.
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A las señoras adultas me gusta mucho hablarles y recomendarles libros de mujeres emprendedoras, de mujeres indígenas que pasaron todos sus límites, que han sido triunfadoras en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
Y que ellas como amas de casa tienen que respetarse y amarse, aun de los tratos del marido, aun de la prepotencia que sentimos de querer hacer tantas cosas y el marido no nos lo permite.
Formas parte del programa nacional de mediadores voluntarios de salas de lectura, ¿qué es y como llegaste a él?
Mediadores de lectura son maestros que estudian en línea, que quieren hacer una sala de lecturas en su comunidad y que forman parte de distribuir los libros que nos regalan y que nos preparamos en círculos de mediadores.
Yo llegué por Pepe Tachas. Él me invitó. A Pepe Tachas lo conocí viniendo al mirador, porque él venía a contarnos cuentos. Y así me fui involucrando en traerle a los niños cosas de arte para ellos, y para todos los de la colonia.
A las señoras adultas me gusta mucho hablarles y recomendarles libros de mujeres emprendedoras, de mujeres indígenas que pasaron todos sus límites, que han sido triunfadoras en la Cámara de Diputados y en la Cámara de Senadores.
¿Por qué decidiste certificarte? ¿Por qué decidiste tú estudiar eso?
Porque no tengo ninguna carrera y el certificado es muy importante en nuestra vida diaria. Papelito habla. Entonces, yo quería tener un estudio, y como en mi adolescencia mis papás no tenían para darme la educación, fui aprendiendo en puras cosas que eran gratis, como ANSPAC, como ir a los cursos que da el DIF. Todo eso.
¿Qué impacto ha tenido en tu vida este programa de mediadores de Salas de lectura?
Pues hemos tenido el impacto de que he conocido gente de todo el Estado, de que he conocido gente importante en la política y en la cultura.
¿Dejarás de leer algún día?
No, no creo, porque yo creo que con la lectura, aun siendo ya uno persona adulta, puedes llegar a seguir soñando.
El sueño y la magia nunca se te quitan y nunca la pierdes.