Sobrevivir al fuego: la historia del Gran Rojo, el legendario camión de bomberos de Saltillo

Historias de Saltillo
/ 23 agosto 2024
COMPARTIR
El Gran Rojo fue uno de los primeros camiones de bomberos de Saltillo. Sobrevivió los combates al fuego, dio dos décadas de servicio, casi fue convertido en chatarra y se convirtió en una pieza de museo. Hoy es una leyenda.

Me hablaron del Gran Rojo como si fuera una leyenda.

Un camión de bomberos Ford modelo 1951, motor 292, ocho cilindros, cinco velocidades, de rojo bruñido. Originario de Weslaco, Texas. Adquirido en 1969 por Grupo Industrial Saltillo para dar servicio a las empresas del consorcio. Ícono que asistió a las víctimas del trenazo de Puente Moreno en el 72. Joya en la corona de la nostalgia de la capital antes de que esta tuviera su propio departamento de matafuegos instaurado el 20 de diciembre del 81.

No es, como algunos creen, el primer camión de su tipo en esta latitud. Ese podio se lo disputan los extintos cuerpos de bomberos de CINSA y la International Harvester que se vieron envueltos en una tragedia de carretera en 1963.

La llegada del Gran Rojo presagió su grandeza. Fue visto por vez primera el 16 de septiembre de 1969 durante el desfile en conmemoración de la Independencia, según cuenta el periodista Carlos Gaytán en su libro “Croniquillas de Saltillo”.

Es probable que su primera misión fuera combatir un incendio en el 169 del cruce de las calles Padre Flores y Ocampo. Ahí se encontraba la Tintorería Majestic que cerró en 2023 y hoy es una plaza comercial.

$!De acuerdo con la página que alberga esta fotografía, quienes se ven en la imagen son 9 bomberos del Grupo Industrial Saltillo posando en la carrocería del Gran Rojo.

El camión estuvo en operación durante unos 15 o 20 años. Todavía en el 85, los elementos más antiguos del cuerpo municipal de bomberos recuerdan que apoyaban en los siniestros.

$!Fotografía tomada del blog La hermandad de Bomberos

Lo que pasa, dice el teniente José Exiquio de la Rosa Acosta, es que la unidad municipal que tenían entonces, era muy pequeña, de apenas 500 litros, mientras que las cisterna del Gran Rojo tiene capacidad para 2 mil 500.

$!El Teniente José de la Rosa lleva más de 35 años como bombero. Es uno de los dos elementos con más experiencia en la ciudad. Es uno de los encargados en formar a los nuevos reclutas. También capacita personal hispano en Estados Unidos. Su sueño de niño era ser soldado, pero como eso no se pudo, encontró un hogar con los matafuegos.

Pero como suele ocurrir con las figuras míticas, tras la gloria vienen la ruina y el olvido.

La ciudad cambió. Saltillo pasó de casi 175 mil habitantes en los 70’s, a rondar el millón en 2024. Los equipos de bomberos también se transformaron. Pasaron de una sola estación a cinco en puntos estratégicos; de un pequeño grupo con apenas inducción a 135 elementos bien entrenados que capacitan hispanos en Estados Unidos; de un párvulo camión propio a 16 unidades cuya antigüedad va de 1996 a 2013.

$!Los camiones, además de ser icónicos, son la herramienta más importantes. Los bomberos inician y cierran el día con su revisión. Las 16 unidades de la ciudad tienen el mismo acomodo en las gavetas y aditamentos, para facilitar el servicio. Son notablemente más grandes en tamaño y espaciosos en el interior que las unidades antiguas.

En algún punto de esta transformación, el Gran Rojo pasó del servicio y de ser emblema del combate contra el fuego, a un deshuesadero al norte de la ciudad. ¿En qué momento? No queda claro. ¿Quién lo condenó? Tampoco.

Pero como suele ocurrir con las figuras de enaltecidas en relatos de antaño, ni el olvido, ni el óxido, ni las condenas de muerte pueden llevarlos fácilmente.

$!La imagen muestra parte del deterioro del Gran Rojo luego de estar por algunos años a la intemperie. Los instrumentos de medición estaban dañados, láminas cubiertas con óxido, la pintura desgastada. El daño preliminar se estimó entre un 70 y 80 por ciento de la unidad.

Fue un día inexacto de 2016 en el cruce de Nazario Ortiz Garza y Vito Alessio Robles. El teniente de la Rosa lo vio sin creerlo. Desposeído de toda gracia, de toda gloria, de toda fama. Un camión de bomberos de un rojo desilusionado sostenido en el aire por gigantesco imán electromagnético. Debajo de él, un montón de fierros compactados. Y a la espera un par de enormes prensas hidráulicas aplastan cuando se les cruce y lo convierten en chatarra irreconocible para ser fundido.

De la Rosa tenía entonces unos 25 años de bombero. Estaba habituado a cargar los 30 kilos que pesa el uniforme (60 cuando se está empapado). Acostumbrado a la metálica turbulencia de la cabina de los vehículos y las sirenas y la adrenalina a mil. Ya había entrado a edificios en llamas. Rescatado a menores del fuego. Había perdido amigos en servicio: a Guillermo Martínez Guajardo en el 94, Adrián Barbosa Acosta en el 95. Tenía hombres a su cargo.

Pero ver un camión de bomberos colgando en el aire a punto de ser cacharros era algo que nunca había visto. Saliendo de su efímero estupor, el teniente llamó al entonces director de Protección Civil y Bomberos, el doctor Sergio Alberto Robles Garza, quien envió un capitán para negociar el rescate. Se los vendieron en 5 mil pesos.

No sabían entonces que se trataba del Gran Rojo.

$!Mientras el teniente de la Rosa paseaba como civil vio al Gran Rojo colgado de un imán. De no ser por ese golpe de suerte y porque dio avisó a sus superiores, quizá la unidad se habría convertido en chatarra para después ser fundida.

El patronato de bomberos lo conservó por breve tiempo hasta que platicaron la Asociación de Autos Clásicos de Saltillo, encabezada por Luis Felipe Hernández Gutiérrez ,y acordaron donarlo para emprender el proyecto de recuperación de la unidad.

Los daños a la unidad, sin embargo, eran severos e indeterminados. Fue por esto que Hernández se puso en contacto con el GIS, con el fin de contactaron a un personaje que se había ganado una sólida como restaurador de vehículos: Martín Vaca, conocido por el programa Mexicánicos.

Las reparaciones tardaron un año y costaron 600 mil pesos.

Como parte de los detalles técnicos, el equipo de Vaca mencionó que era necesario reparó las láminas exteriores, ya que además del desgaste natural había partes podridas. El óxido en la cisterna la había dejado inutilizada e incluso con las primeras intervenciones tenía goteras. La bomba no andaba. El motor de 8 cilindros se mantuvo como el original, aunque fue reparado. Una vez logrado todo eso, darle un acabo único con el tono de pintura original.

En esta labor participaron como especialistas los oficiales de bomberos de Tlajomulco, Jalisco, Carlos Magallón y José de Jesús Hurtado, quienes se encargaron de la mecánica e ingeniería especializada en este tipo de vehículos.

También se añadieron mangueras, equipo de medición, herramientas e interiores nuevos.

De esta forma, el caso del camión de bomberos de Saltillo fue transmitido en 2018 por la cadena Discovery Channel en la temporada 5 de la serie.

$!La Asociación de Autos Clásicos de Saltillo facilitó a VANGUARDIA unos momentos en persona con el Gran Rojo. El motor de la unidad ruge con inequívoca nostalgia y su presencia llama la atención de quien lo ve. No hay duda: es una leyenda del pasado.

Para constatar la calidad del trabajo, el programa invitó al excomandante del cuerpo de bomberos del GIS, Juan Antonio Aguilar Silva, quien inició su carrera como apagafuegos a los 22 años dentro del corporativo. Él condujo el vehículo y lo tuvo a su cargo durante sus años en activo.

Al verlo restaurado, con asombro en el rostro, preguntó si en verdad se trataba del mismo camión. Entrevistado sobre su veredicto, dijo entre llanto que lo resumiría en una sola frase: “¡El rojo vuelve a cabalgar!”.

Y es que como ocurre en las historias de leyenda, todo héroe resurge de la muerte.

$!Al ser tecnología de la década de los 50, la conducción de la unidad es como en aquellos años. Con transmisión manual, el volante es pesado y su avance hace vibrar la angosta cabina que no tiene cinturones de seguridad.

El Gran Rojo se encuentra de vuelta en Saltillo. Su piel brilla. El motor se hace notar. La sirena anuncia su paso. Apenas tocarlo, se siente la diferencia con los automóviles más modernos. Más pesado, más sólido. Todo él refleja la estética de mediados del siglo XX. Pero manejarlo no es tan sencillo.

Eruviel Valdés Mellado, también de la asociación de Autos Clásicos de la ciudad, es una de las pocas personas que puede domarlo. Con transmisión manual, el volante es pesado y su avance hace vibrar la angosta cabina. Si alguien más subiera a esta unidad, tal vez tendría problemas para conducirla justo por eso. Además las velocidades están en un orden diferente al estándar de hoy y el odómetro topa en las 90 millas (144 kilómetros).

En 2018 el camión fue mostrado en la Expo Bomberos celebrada en las instalaciones de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra). Es una pieza digna de museo. Una pieza prometida, mejor dicho.

Desde aquel año se mencionó que el plan para este legendario camión es ser la primera y principal pieza del Museo del Automóvil.

$!Así se ve el emblema del Gran Rojo después de la restauración. La leyenda deja ver la importancia del GIS en la ciudad.

Las instalaciones estarían ubicadas en las antiguas Bodegas de Capellanía y fue contemplada como un atractivo turístico. Ese proyecto, sin embargo, no ha visto la luz, pero tampoco ha sido cancelado.

Me hablaron del Gran Rojo como si fuera una leyenda. Después de conocer su historia, de verlo en persona, de escuchar cómo la gente habla de él como si el camión pudiera entenderlos... Imaginarlo en sus buenos viejos tiempos, también me da nostalgia. En verdad este camión se merece su fama.

COMENTARIOS