Hace 10 años, el deshielo de EE. UU. alimentó los sueños de Cuba. Ahora se ha perdido la esperanza

Situaciones como las sanciones de EU, la mala gestión económica y la pandemia afectaron a las finanzas del país

Internacional
/ 27 diciembre 2024
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No hace mucho, la Plaza de la Revolución de La Habana estaba abarrotada de turistas estadounidenses que entrechocaban sus palos de selfi mientras sacaban fotos de la icónica imagen del revolucionario Che Guevara e intentaban dar una vuelta en un Chevrolet Bel-Air rojo caramelo de 1952.

En la actualidad, los lustrosos convertibles estadounidenses de la década de 1950 que simbolizaban la quintaesencia de Cuba están vacíos y los turistas que transportaban han desaparecido.

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Los conductores se pasan la vida como la mayoría de los cubanos: soportando prolongados cortes de electricidad, haciendo cola en supermercados mal abastecidos y viendo cómo sus amigos, familiares y vecinos —hartos de todas las penurias— hacen las maletas y se marchan.

Hace 10 años, el presidente Barack Obama sorprendió al mundo al restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, poniendo fin a más de 50 años del distanciamiento de la Guerra Fría entre Estados Unidos y un país con el que en su día estuvo al borde de la guerra nuclear.

Durante dos años y medio, Cuba rebosó de entusiasmo en medio de una notable oleada de inversiones y turismo, impulsada por los acuerdos firmados por grandes empresas estadounidenses como Google, AT&T y las Grandes Ligas de Béisbol.

Pero una implosión financiera causada por una cascada de factores —el endurecimiento de las políticas estadounidenses por parte del gobierno de Donald Trump, la mala gestión de la economía cubana, el efecto aplastante de la pandemia de COVID-19— ha mantenido alejados a los visitantes y ha puesto en marcha un éxodo migratorio de proporciones épicas.

El turismo, que una vez fue un elemento vital de la economía de Cuba, se ha desplomado, con una caída de casi el 50 por ciento desde 2017, y las nuevas regulaciones de visas de Estados Unidos hacen que sea más difícil incluso para los europeos viajar allí.

“La comparación es como la noche con el día”, dijo Luis Manuel Pérez, que trabaja como chófer.

Antiguo profesor de ingeniería, Pérez, de 57 años, llegó a tener un flujo de clientes que pagaban 40 dólares la hora por subirse a un coche clásico. Ahora tiene suerte si consigue uno al día.

“Es una diferencia abismal”, dijo.

Muchos de los miles de negocios privados que el gobierno cubano permitió abrir en los últimos años intentan mantenerse a flote tras perder a tantos trabajadores por la emigración. Las calles están llenas de basura, ya que la escasez de combustible impide recogerla.

Muchos cubanos lo expresan sucintamente: hace 10 años, había esperanza. Ahora, hay desesperación.

“Sales a la calle y la sonrisa del cubano se va desdibujando”, dijo Adriana Heredia Sánchez, propietaria de una tienda de ropa en La Habana Vieja.

El deterioro de Cuba subraya el papel sobredimensionado de Estados Unidos en el país, y se produce cuando Donald Trump está a punto de regresar a la Casa Blanca: ha propuesto a Marco Rubio, senador republicano por Florida y partidario de la línea dura con Cuba, como secretario de Estado.

En muchos aspectos, Cuba está sufriendo su peor crisis desde que Fidel Castro tomó el poder hace 66 años, superando incluso la de principios de la década de 1990, cuando la disolución de la Unión Soviética dejó a Cuba sin su principal salvavidas.

Cuba ha sufrido tres apagones en todo el país desde octubre. Las cifras oficiales muestran que la población se ha reducido en al menos un millón de personas, un 10 por ciento, desde la pandemia. Más de 675.000 de esos cubanos se trasladaron a Estados Unidos.

Incluso la tasa de mortalidad infantil, que los gobernantes comunistas habían llevado con tanto orgullo a niveles inferiores a los de Estados Unidos, ha ido subiendo.

Cuba fue uno de los pocos países de América Latina promocionados por eliminar la desnutrición infantil. Pero hoy sus raciones de leche para niños, así como alimentos básicos como arroz y frijoles, a menudo llegan tarde a las tiendas estatales, si es que llegan.

La sensación de miseria está muy lejos de la emoción que se sintió la semana de 2016 cuando Obama asistió a un partido de béisbol de los Tampa Bay Rays en La Habana con el presidente cubano Raúl Castro.

$!Pese a que el presidente Joe Biden revirtió algunas restricciones, la mayoría de las políticas de Trump permanecieron intactas | Foto: The New York Times

“Si Obama se hubiera postulado para presidente, hubiera salido electo”, dijo riendo Jaime Morales, guía turístico en La Habana.

Obama también suavizó la política estadounidense hacia la isla, permitiendo que los cruceros estadounidenses atracaran en Cuba, que más aerolíneas estadounidenses volaran allí y que más estadounidenses la visitaran.

Luego, el presidente Trump dio marcha atrás. En 2018, después de que los empleados de la embajada estadounidense sufrieran misteriosas enfermedades, que algunos creyeron que eran un ataque de un país hostil, envió a tantos trabajadores a casa que cerró la embajada para efectos prácticos. (El gobierno de Joe Biden la reabrió en 2023).

En sus últimos días en el cargo, Trump también volvió a poner a Cuba en una lista de estados patrocinadores del terrorismo, una designación que limita severamente su capacidad para hacer negocios a nivel mundial y que el presidente Biden mantuvo.

Morales, de 44 años, recuerda que un barco ya estaba en el puerto cuando se revocó la política de cruceros: él estaba en un muelle esperando a los pasajeros con reservaciones para sus excursiones a pie por La Habana, pero nadie desembarcó.

“Era como un cubo de agua en la cara”, dijo. “La fantasía se había acabado”.

Ricardo Zúniga, uno de los principales asesores de Obama que dirigió las negociaciones secretas para restablecer los lazos diplomáticos, reconoció que el gobierno no calculó con qué fuerza se opondrían los aliados leales a Fidel Castro a las medidas estadounidenses después de que el exdirigente se pronunciara públicamente en contra de ellas.

Aunque nunca hubo un quid pro quo oficial por el levantamiento de las restricciones a los viajes y el comercio, Cuba liberó a los presos políticos y aceptó en general aumentar el acceso a internet y permitir más empresas privadas.

Pero el gobierno tardó en autorizar los contratos con empresas estadounidenses, mientras que las pequeñas empresas se enfrentaban a numerosos obstáculos burocráticos.

Fidel Castro sabía que un mayor acceso a internet y a las libertades económicas llevaría a más personas a cuestionar la falta de derechos básicos en Cuba y podría socavar el régimen, dijo Zúniga. Castro vio las medidas como un caballo de Troya de Estados Unidos, y “eso es cien por cien lo que fue”, dijo.

“Mi mayor conclusión es que la dirección del gobierno cubano nunca aprovechó las oportunidades para permitir un cambio gradual en respuesta a la voluntad popular”, dijo. “Así que ahora están atrapados en el colapso social”.

Ben Rhodes, otro exasesor de Obama que trabajó en las negociaciones, dijo que la decisión de Biden de mantener en gran medida las políticas de Trump fue particularmente perjudicial, porque las hizo “bipartidistas”.

“¿Qué intereses de Estados Unidos se protegen al intentar convertir un país a 144 kilómetros de Florida en un Estado fallido con una población hambrienta?”, dijo.

Dos funcionarios de alto rango del gobierno de Biden defendieron la política de este hacia Cuba, señalando que Biden revirtió algunas restricciones. Levantó un límite a la cantidad de dinero que los cubanos en Estados Unidos podían enviar a casa, aumentó los vuelos y creó más oportunidades bancarias para los empresarios cubanos.

Los funcionarios hablaron bajo condición de anonimato porque la administración no autorizó las entrevistas oficiales.

Pero Cuba, dijo uno de los funcionarios, nunca desaprovecha una oportunidad para desaprovechar una oportunidad.

La dura represión de Cuba de un levantamiento popular en 2021 dejó a cientos de personas en prisión, lo que hizo más difícil para Biden justificar la relajación de las restricciones, dijo el funcionario.

Varios congresistas cubanoestadounidenses que favorecían las restricciones también tuvieron una influencia considerable, y los críticos dijeron que la Casa Blanca estaba preocupada por el panorama político de cara a las elecciones de noviembre.

Rubio y otros republicanos que ayudaron a dar forma a la política sobre Cuba de Trump no respondieron las solicitudes de comentarios.

El gobierno cubano dijo recientemente que el breve acercamiento de Obama fue positivo para el país, pero que fue seguido de ocho años de agresión. El viernes, funcionarios estatales celebraron una gran protesta frente a la embajada de EE. UU.

José Ramón Cabañas Rodríguez, primer embajador de Cuba en Washington cuando se reabrieron las embajadas en julio de 2015, dijo que Estados Unidos era el culpable de los males de Cuba.

El gobierno de Trump ayudó a desencadenar llegadas masivas a la frontera sur al cerrar las operaciones de visa, lo que obligó a los cubanos a tomar caminos irregulares hacia Estados Unidos, dijo.

Las justificaciones para cortar las relaciones diplomáticas, como acusar a Cuba de enviar tropas a Venezuela o de enfermar a los empleados de la embajada, eran absurdas, dijo. “Sencillamente mintieron”, dijo.

La incapacidad de Cuba para mantener su red eléctrica está directamente relacionada con las sanciones estadounidenses que recortan los ingresos del país, dijo.

“Nos preocupa que se deteriore el nivel de vida de la población, que es un hecho y es tangible”, dijo Cabañas, que ahora es director del Centro de Investigaciones de Política Internacional del gobierno.

“Pero al mismo tiempo este no ha sido un país de cruzarse las manos y ponerse a esperar que alguien traiga la solución”, añadió. “Nosotros hemos vivido ciclos anteriores, donde hay un impacto a nivel de vida, lo cual está muchas veces vinculado a la política hostil de los Estados Unidos”.

Muchos cubanos se han cansado de que su gobierno culpe a Washington, dijo Arianna Delgado, una maquilladora que dejó Cuba este año para irse a Miami.

“Vamos a estar claros: Cuba siempre ha estado mal, pero ahora ya la situación no es que haya menos, ahora es que no hay nada”, dijo entre lágrimas. “Cuba es un campo de concentración. El mundo entero tiene que saberlo”.

Rubén Salazar, de 58 años, dice que la gente cocina con carbón porque no hay suficiente gas.

“Aquí no hay vida”, dijo, “el cubano no tiene futuro”.

Una farmacia del barrio del Vedado, en La Habana, reparte 200 boletos numerados el día anterior a la entrega de los medicamentos. Como resultado, la gente debe hacer fila durante horas, dos veces.

“A veces hay medicinas que se agotan antes de llegar a 200”, dice Maritza González, de 54 años, ayudante de maestra, que necesitaba un inhalador para el asma. Solo ha encontrado uno una vez este año. “A veces, se acaban antes de llegar a 50”. Ese día, era la número 136. c. 2024 The New York Times Company

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