Lo que hay que saber sobre las elecciones presidenciales de Brasil
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Gran parte de la campaña, marcada por la desinformación y los feroces ataques en línea, se convirtió en un enfrentamiento en el que se habló muy poco de los retos a los que se enfrentaría el próximo líder del país.
Los brasileños se dirigieron a las urnas en octubre para elegir a un nuevo presidente en una reñida segunda vuelta entre dos candidatos que ofrecían perspectivas muy diferentes para el futuro de la mayor democracia de América Latina.
La votación se produjo tras una larga y desagradable campaña que enfrentó al entonces presidente de derecha, Jair Bolsonaro y al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien ocupó el cargo durante dos mandatos.
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Bolsonaro movilizó a sus partidarios en torno a lo que denominó un ataque de la izquierda contra los valores familiares y las libertades individuales. El expresidente calificó de enemigos a los académicos, los medios de comunicación e incluso a las instituciones democráticas, entre estas el Congreso y el Supremo Tribunal Federal de Brasil.
Lula, que ganó las elecciones en última instancia, prometió gobernar para todos los brasileños y devolver al país a un pasado más próspero, aunque su historial de escándalos de corrupción dividió al electorado.
¿Cuáles eran los problemas?
Las elecciones se celebraron en un momento crucial para Brasil, donde el aumento de los precios de los alimentos y el combustible, aunado a una dolorosa desaceleración económica, provocaron un aumento de la pobreza y revirtieron décadas de progreso social y económico.
El país también se enfrenta a graves problemas medioambientales y climáticos. La deforestación de la selva amazónica alcanzó niveles no vistos en 15 años bajo el mandato de Bolsonaro, quien debilitó las protecciones medioambientales y defendió la apertura de la selva a la minería, la ganadería y la agricultura. La destrucción de la Amazonia (y sus efectos en las iniciativas que buscan evitar una crisis climática) convirtió a Brasil en un paria mundial.
También preocupa la salud de la democracia brasileña. Bolsonaro sembró dudas sobre la integridad del sistema electoral, pues afirmó sin pruebas que las máquinas de votación electrónica del país podrían estar amañadas. Sus acciones alimentaron la preocupación, tanto en Brasil como en el extranjero, de que una posible derrota de Bolsonaro pudiera incitar a sus millones de seguidores a tomar las calles y exigir que se mantuviera en el poder.
¿Qué propuso Lula?
Lula presidió una era de crecimiento durante sus dos mandatos, cuando un auge impulsado por las materias primas convirtió a Brasil en una historia de éxito mundial. Lula prometió devolver al país a esos días de gloria.
El candidato de izquierda prometió subir los impuestos a los ricos y aumentar el gasto público, para “incluir al pueblo en el presupuesto”. Sus planes incluyen una serie de programas sociales, como un cheque mensual de 113 dólares en efectivo que compite con el que propuso Bolsonaro. Las familias pobres con hijos también recibirán 28 dólares adicionales al mes por cada niño menor de 6 años.
Lula también prometió ajustar el salario mínimo de Brasil a la inflación y reactivar un plan de vivienda para los pobres, al tiempo que garantizará la seguridad alimentaria para las personas que pasan hambre.
Lula, exsindicalista, pretende reactivar el crecimiento y “crear oportunidades de trabajo y empleo” mediante inversiones en infraestructura. Pero también tiene previsto invertir en una “economía verde”, para lo cual advirtió que Brasil debe pasar a sistemas energéticos y alimentarios más sostenibles.
En cuanto a la Amazonia, Lula ha señalado que tomará medidas enérgicas contra los delitos medioambientales cometidos por grupos paramilitares, acaparadores de tierras, madereros y otros.
¿Qué propuso Bolsonaro?
Bolsonaro prometió entregar alrededor de 113 dólares al mes a las familias necesitadas, con lo que extendería una política temporal creada originalmente para aliviar el golpe de la pandemia. El plan fue diseñado para “reducir la pobreza y contribuir al crecimiento económico sostenible”, según el plan político oficial de Bolsonaro.
Antes de las elecciones, Bolsonaro gastó mucho en ayudas sociales y subsidios al combustible.
También prometió crear empleo mediante la eliminación de trámites burocráticos, la reducción de impuestos y la inversión en tecnología. En un guiño más a los líderes empresariales, que le proporcionaron un apoyo vital durante su primera candidatura a la presidencia, Bolsonaro dijo que mantendría un enfoque de libre mercado y controlaría la deuda pública.
Retomando la retórica que le valió el apoyo de los votantes ultraconservadores y evangélicos hace cuatro años, Bolsonaro también prometió defender a “la familia”, oponiéndose al aborto legal y a la educación transgénero en las escuelas.
Bolsonaro también prometió ampliar las políticas de mano dura contra el crimen y ampliar aún más el acceso a las armas de fuego, una política a la que atribuye la caída de los delitos violentos en todo Brasil.
¿Cómo fue que Bolsonaro sembró dudas sobre la legitimidad de las elecciones?
Los brasileños emitieron su sufragio en máquinas de votación electrónica, un sistema que ha estado en vigor durante más de dos décadas y que ha sido el motivo de las denuncias de Bolsonaro sobre el riesgo de fraude electoral.
El expresidente brasileño señaló el hackeo de la agencia electoral brasileña en 2018 como prueba de fraude, aunque una investigación demostró que los hackers no fueron capaces de cambiar los totales de votos ni de acceder a las máquinas electorales.
Bolsonaro también ha señalado los cargos por corrupción de Lula en el pasado, que fueron anulados, como prueba de que era un ladrón que planeaba robar el voto.
Las encuestas viciadas también suscitaron dudas sobre la credibilidad de las empresas de sondeos y dieron credibilidad a las afirmaciones de Bolsonaro de que las encuestas no reflejaban con exactitud su popularidad. En la primera vuelta electoral, Lula obtuvo el 48 por ciento de los votos, mientras que Bolsonaro recibió el 43 por ciento, con lo que superó de manera significativa los sondeos previos a las elecciones.