Afrontará Coahuila mayúsculo problema humanitario por migración con la llegada de Trump: analista

En medio de lo impredecible que es Donald Trump, México y el mundo afrontan riesgos latentes en medio de las amenazas lanzadas por el republicano previo a su asunción. Además, se espera que Coahuila afronte un problema humanitario “de proporciones mayúsculas” ante la política migratoria que asumirá Estados Unidos con el regreso del también empresario a la Casa Blanca, consideró el internacionalista Luis Carlos Jaime.

En esta conversación, el experto también ve cómo la relación bilateral entre México y Estados Unidos estará marcada por las personalidades de Claudia Sheinbaum y el propio Trump.

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Pregunta (P): En general, ¿hay que tomarse en serio todas las amenazas que ha hecho desde su campaña y luego de ganar las elecciones, o existe la posibilidad de que él mismo matice en cuanto asuma el poder?

Respuesta (R): Trump es impredecible, y es precisamente ese elemento lo que lo ha vuelto tan exitoso en la política. Algunas amenazas son factibles, otras no. La que sí podría materializarse y de forma inmediata es la persecución de sus enemigos políticos dentro de EU, el llamado “deep state” que argumenta tiene secuestrados los sectores diplomático, policiaco, militar y de inteligencia. Lo sencillo para el magnate sería despedir a cientos de miles de burócratas con ideología de izquierda. Lo duro será llevar estos casos a las cortes, que aún no controla.

Pero una purga es viable y relativamente sencilla de llevar a cabo dentro de su primer año de gobierno (aunque costosa debido a las indemnizaciones laborales por ley).

El ultimátum que extendió a todas las corporaciones estadounidenses para invertir en Estados Unidos a cambio de desviar aquellas planeadas en el extranjero también es muy creíble. Como Presidente contará con varios instrumentos legales para sancionar a empresas vía cargas fiscales y restricciones de contratos con agencias gubernamentales si contradicen sus lineamientos económicos.

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La capacidad para golpear mediáticamente a estas entidades no debe desestimarse, mucho menos el control que tiene Trump sobre sus radicales seguidores para, por ejemplo, llamar a un boicot versus ciertas marcas o CEO’s rebeldes y “anti-patriotas” con graves repercusiones monetarias y de imagen para éstos.

Por otra parte, las amenazas de invadir Panamá, anexarse Canadá, comprar Groenlandia, y pactar con Rusia una paz en Ucrania a espaldas de sus socios europeos de la OTAN, son poco verosímiles.

Sin duda, sus palabras altisonantes ayudarán a elevar la presión en las mencionadas negociaciones y mantener su imagen de macho alfa dentro y fuera de Washington. Recordemos que además de político, Trump es empresario y showman.

(P): En relación con México y haciendo un esfuerzo de realismo, ¿qué tipo de relación podemos esperar en este segundo gobierno de Trump? ¿Existen elementos de la experiencia de su primera administración que sirvan para tener una idea de ello?

(R): La confrontación es inevitable. Ambos países niegan categóricamente la realidad: México es un narco-Estado fallido dominado por el crimen organizado y la delincuencia –en obvia colusión con el Ejército y la policía–, que produce cantidades gigantescas de drogas ilícitas de cuya venta se financian las campañas políticas del partido en el poder.

Y Estados Unidos es un país con millones de adictos a esas sustancias tóxicas. En 2024 fallecieron casi 100 mil personas por sobredosis, sin duda un síntoma de una sociedad muy enferma y en franca decadencia. Ninguno de los dos asume su responsabilidad, y eso solo sigue generando señalamientos entre los líderes al más alto nivel.

Se repite la situación con el tema de las armas, pero a la inversa: EU las fabrica y vende, y México las compra y usa masivamente. La personalidad tanto de Trump como de Sheinbaum no abonan a una solución verdadera, pues ambos tienen tendencias autoritarias y ultra-nacionalistas.

Durante la primera administración del neoyorquino hubo múltiples insultos del Presidente norteamericano hacia el pueblo y gobierno de México sin impacto de profundidad. Esta será una mera continuación de eso, solo que más aguda. Habrán choques y reclamaciones frecuentes. El agua fronteriza que se adeuda a nuestro principal socio comercial, la migración de centro y sudamericanos que México se niega a regular, y la limitación de inversiones estadounidenses en energía y transporte por este gobierno abiertamente anti-empresarial, habrán de tensar aún más las relaciones bilaterales.

(P): ¿Cuáles son las repercusiones más importantes que podemos esperar -si las hubiera- en lo inmediato, en lo que respecta a la región fronteriza y a Coahuila en específico?

(R): Cientos de miles de personas migrantes –que se introdujeron a nuestro país indebidamente y con anuencia de las autoridades migratorias en el sur de México– quedarán varadas de este lado del Río Grande/Bravo al no poder cruzar la frontera con las nuevas medidas restrictivas. Tendremos un problema humanitario de proporciones mayúsculas, porque no hay recursos suficientes para dar hospedaje, comida y trabajo digno a esa gente. Se pondrá a prueba la ya débil infraestructura hospitalaria y de servicios públicos que ofrece actualmente el gobierno. Es casi un hecho que EU deporte a Coahuila no solo mexicanos que residen allá informalmente, sino a un número indeterminado de ciudadanos de toda América Latina y otros continentes. A ellos les importa poco la nacionalidad de los migrantes como a nosotros nos es indiferente controlar esos flujos irregulares de personas hacia Texas. Por último, y si llegara a materializarse la imposición de aranceles, habría un impacto negativo sin precedentes en la economía estatal con una abrupta caída en las inversiones industriales. Esto no parece alarmar mucho a la Ciudad de México que está a más de 800 kilómetros de distancia...

(P): Estados Unidos, Canadá y México: ¿existe una relación suficientemente sólida como para sobrevivir al segundo mandato de Trump, o vamos a comenzar a observar un resquebrajamiento de los acuerdos trilaterales?

(R): México y Canadá comercian muy poco. Las exportaciones hacia Ottawa suman 3 por ciento del total de productos mexicanos vendidos en el exterior. Tampoco nos llevamos bien desde que Morena asumió el poder. Cuando la primera Presidencia de Trump, México traicionó a Canadá haciendo negociaciones secretas directas con la Casa Blanca, en vez de consultar con su socio primero, como en su momento demandó el Primer Ministro Justin Trudeau para mejorar la respuesta conjunta ante los embates de Trump.

Esta situación y una creciente desconfianza hacia el gobierno de Sheinbaum ha dado como resultado que ahora al menos dos dirigentes provinciales demanden públicamente sacar a México del Tratado Comercial.

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Cada año disminuye el número de vacacionistas canadienses que vienen a las playas mexicanas a razón de descabezamientos, asaltos en carreteras, secuestros y coches bombas en múltiples partes del territorio nacional; ellos tampoco quieren turistas mexicanos, pues impusieron visa para entrar a Canadá cuando antes no la había.

Las inversiones mineras de ese país también van de picada debido a las reformas hacendarias y la prohibición de minas a cielo abierto que unilateralmente impuso López Obrador. Súmese a esto la incertidumbre por el desmantelamiento del sistema judicial, y el panorama de inversión para las compañías canadienses es muy oscuro.

Así que no debería sorprendernos que el T-MEC desaparezca por completo. Nos quedaría únicamente el acuerdo con Estados Unidos con términos menos favorables. Seguimos errando desde hace muchas décadas: ningún gobierno ha querido diversificar el comercio exterior de México. Dependemos hasta en un 80% de EU, lo que nos hace sumamente vulnerables. Nos negamos a voltear hacia los productivos mercados del Sur de América, Asia y Europa.

(P): Estados Unidos, China y México: ¿hay aquí un nuevo “triángulo amoroso” en ciernes o es solamente un espejismo que ven algunos de los integrantes de la 4T?

(R): ¡Entre dictadores se entienden! Hoy nos parecemos más a Venezuela que a España. La Cuarta Transformación es real y profunda. No somos una auténtica democracia y cada año México se torna más despótico. Si lo fuéramos, 54 por ciento del voto jamás se traduciría a 72 por ciento de las curules en el Congreso por arte de magia.

La reforma electoral está en puerta –como si la fórmula de sobre-representación no bastara para aplastar a la oposición–, los organismos descentralizados ya fueron eliminados, y la cláusula de Supremacía Constitucional es una clara muestra de hacia dónde vamos.

Suena lógico que México encuentre excelentes aliados en Nicaragua, El Salvador, Honduras, Venezuela, Cuba, Rusia y China. El régimen comunista en Pekín puede desempeñar un papel estelar en la pugna entre México y Estados Unidos, actuando como contrapeso.

Sheinbaum tiene fuertes incentivos para estrechar vínculos con los chinos, fortalecer el comercio –pese a los operativos para incautar mercancía pirata que son mera pantalla, como sucede con las drogas– e incluso proponerles la instalación de bases militares en México si la adversidad con Trump escala y éste decide intervenir nuestro país para neutralizar a los narco-terroristas que operan impunemente aquí.

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A muchos en Morena les encantaría copiar de China el sistema de vigilancia y rastreo tecnológico para controlar a la población y permitir que el partido permanezca en el poder indefinidamente con el apoyo de las Fuerzas Armadas que ya tienen compradas y ocupadas haciendo obra civil.

Definitivamente estamos en una transición perniciosa, alejándonos de nuestros tradicionales aliados occidentales y acercándonos a las dictaduras bananeras dirigidas por personajes impresentables en la comunidad de naciones civilizadas y democráticas.

Pero esa fue la voluntad del pueblo bueno y sabio.