Fracasa la estrategia de comunicación de Sheinbaum ante el escándalo de Teuchitlán: Riva Palacio

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El columnista sostiene que no se pudieron revertir las críticas por el presunto campo de exterminio en Jalisco
La estrategia de comunicación de la presidenta Claudia Sheinbaum para enfrentar las críticas por el caso de Teuchitlán no solo ha fallado, sino que ha exacerbado la crisis, consideró el periodista Raymundo Riva Palacio en su colaboración de este lunes en VANGUARDIA. El intento de negar la existencia de un “campo de exterminio” en el Rancho Izaguirre, a través de una visita organizada por el fiscal Alejandro Gertz Manero, resultó contraproducente, generando indignación entre los familiares de desaparecidos y un mayor escrutinio de los medios nacionales e internacionales.
La visita al rancho fue promovida como un ejercicio de transparencia, pero en realidad dejó en evidencia las inconsistencias en la versión oficial.
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La bodega donde se encontraron prendas, cartas y fotografías estaba vacía, y los restos óseos descubiertos anteriormente habían desaparecido. Las madres buscadoras que acudieron al sitio denunciaron que fueron engañadas, mientras que la prensa describió la visita como un “tour” orquestado por la Fiscalía General de la República, planteó Riva Palacio.
Detrás de esta operación mediática -apuntó el columnista- estaban Jesús Ramírez Cuevas, coordinador de asesores de la Presidencia, y Jenaro Villamil, presidente del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano. Su objetivo era desacreditar las denuncias sobre la posible existencia de un centro de exterminio y minimizar el impacto del escándalo. Sin embargo, los esfuerzos por imponer esta narrativa fracasaron estrepitosamente.

Incluso los intentos de crear un enemigo externo, aludiendo a una supuesta “guerra sucia” orquestada por la oposición o por actores internacionales, no tuvieron eco. Ni la denuncia del académico Miguel Ángel Elorza sobre una campaña de desestabilización ni la aparición de Ramírez Cuevas en una mesa de análisis lograron convencer a la opinión pública.
Gertz Manero, por su parte, se apegó a la versión gubernamental de que el rancho era solo un “campo de adiestramiento” y dirigió las responsabilidades hacia la fiscalía de Jalisco y el exgobernador Enrique Alfaro. Sin embargo, esta postura también fue puesta en entredicho, ya que las pruebas y testimonios acumulados indican que en ese sitio se realizaron actos de violencia extrema.
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Mientras tanto, la presidenta intentó negociar con el actual gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, para la creación de una Comisión de la Verdad, con la esperanza de desactivar el escándalo. Sin embargo, esto solo evidenció la preocupación del gobierno federal por evitar que Teuchitlán se convierta en un caso emblemático, como lo fue Ayotzinapa para Enrique Peña Nieto, sostuvo Riva Palacio.
La estrategia de comunicación incluyó el despliegue de voceros afines al gobierno, desde influencers hasta periodistas alineados con la narrativa oficial. Sin embargo, la maniobra no funcionó. Las redes sociales continuaron amplificando las críticas, y medios internacionales como The New York Times se refirieron al rancho como un “campo de exterminio”.

La presidenta también recurrió a ataques políticos para desviar la atención, arremetiendo contra el expresidente Felipe Calderón, el exsecretario de Seguridad Genaro García Luna y los medios de comunicación críticos como Latinus y Carlos Loret de Mola. Pero la estrategia de polarización tampoco logró minimizar el escándalo, afirmó el periodista.
Los intentos por presentar la controversia como parte de una “guerra sucia” se desmoronan ante la magnitud de la crisis de los desaparecidos en México. No es una campaña en contra de Sheinbaum, sino una exigencia de justicia por parte de miles de familias afectadas. Teuchitlán ya se ha convertido en un símbolo del fracaso gubernamental en la búsqueda de la verdad y la rendición de cuentas, concluyó Riva Palacio.