2024: Un año de promesas y lucha por el teatro en Coahuila

Opinión
/ 2 enero 2025

2024 cerró para el teatro en nuestra ciudad y en el estado como un año de una transición un tanto difícil, un año de no quitar el dedo del renglón. Con la entrada del gobierno de Manolo Jiménez y por consecuencia, una nueva secretaria de cultura, el ambiente fue primero de expectativa, luego de indignación y ahora simplemente es una incógnita que no termina de responderse.

¿Cómo ha sido el primer año de Esther Quintana como secretaria de cultura? ¿Cómo ha sido para un gremio teatral que no tiene de otra más que unirse para tratar de salvar lo que se pueda?

Podemos decir que ha sido un año de promesas. Promesas de no dejar caer –aún más– el lugar del arte y la cultura en Coahuila, de, por lo menos, conservar lo que se ha ganado y mantenido en anteriores administraciones, de mantener un diálogo abierto con los artistas. ¿Cuáles de estas promesas se han cumplido?

Si tomamos como referencia los presupuestos, no podemos decir que la actual administración demuestre el aprecio por la cultura que proclama. Dicen por ahí que, en la cultura, Coahuila realmente no está yendo “pa’ delante”. De hecho, en materia de presupuestos podría ser que vaya para atrás.

Periodistas culturales ya comienzan a hacer análisis de los presupuestos para 2025 y parece que la mejora no va a llegar. Los números muestran aumentos en cuestiones de rubros dedicados al funcionamiento de la propia dependencia y de pagos de salarios a los servidores públicos, no ya en la cuestión de programas y apoyos. Se entiende que cada año los trabajadores deban de recibir un ajuste de salario, lo que no se entiende es por qué no se hacen esos ajustes también en los otros rubros, pretendiendo que el mismo monto – a veces menos – alcance para lograr lo mismo. A la Secretaría de Cultura le gusta decir que no hay dinero cuando se le cuestiona por la falta de apoyos o desaparición de programas y festivales, pero a la hora de distribuir el dinero no se ve la voluntad de querer hacer algo al respecto.

¿Y qué hay de mantener lo que ya se tenía? 2024 vio el regreso de las becas del PECDA, así como los programas de apoyo a la producción que se realizan en conjunto con el Centro Cultural Helénico. Por la Muestra Estatal de Teatro se tuvo que luchar, porque, aunque no lo podemos saber a ciencia cierta, el silencio de la Secretaría de Cultura hasta bien entrado agosto daba a entender que tenían la esperanza de que gremio y público simplemente se olvidaran de ello. Al final la MET se hizo – con presupuesto reducido – sobreviviendo un año más. En lo positivo, se pudo apreciar una apertura de la Secretaría para ser retroalimentados por el gremio en cuanto a su organización; en lo negativo, expuso cómo los espacios teatrales de Saltillo, sobre todo los administrados por el estado, ya no dan para más. A falta de mantenimiento y de equipo adecuado cada compañía hizo lo que pudo, situación que nunca es lo ideal y menos dentro de una muestra estatal.

Quizás lo más destacable de este año haya sido el hecho de que, por lo menos, aquellos que están a cargo de la Secretaría de Cultura están dispuestos a escuchar. Si el diálogo efectivo existe o no, eso ya es harina de otro costal.

Mientras se discutía si iba o no a haber Muestra Estatal de Teatro, se dio un primer acercamiento de la secretaria de cultura para intentar hablar de las necesidades culturales del estado en el área de teatro. Dicha reunión, organizada de una manera un tanto extraña y con la participación de sólo algunos representantes no dio mucho de qué hablar, aunque abrió la puerta para una segunda reunión – ahora sí abierta para todo el gremio – que se realizó apenas hace unas semanas.

El esfuerzo de organización y escucha es loable, el problema es que para llamarle diálogo tendría que haber réplica. La réplica fueron más promesas sin planes ni fechas definidas, ni programas específicos, ni pasos para la revitalización del complejo del Teatro de la Ciudad, cosa que ya se había pedido y que ellos ya habían prometido abordar. Promesas; un año de respuestas postergadas; una dinámica que no se sabe cuánto más pueda durar.

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