Sor Juana: Loa de los Tiempos
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Entre la lectura de la reciente novela de Murakami -"Baila, Baila, Baila"- y la colección de poemas "Contubernio de Espejos", de Salvador Elizondo, que acaba de publicar el Fondo de Cultura Económica, entro de nuevo en la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, para conmemorar, humildemente, el nacimiento de esta mujer enigma, de esta amada esfinge novohispana.
Creo que el azar ha querido que el Tiempo sea un tema que atraviesa las obras a las que me refiero: Murakami rememora un pasado sucedido en un Hotel Delfín de los años ochenta; el impecable Salvador regresa desde los sesenta para ofrecernos el producto de su trabajo lírico que nunca publicó mientras vivía; Sor Juana me sorprende con una "Loa a los años de la Reina Nuestra Señora, Doña María Luisa de Borbón" [1662-1689], esposa del entonces Rey de España, Carlos II, El Hechizado.
Entre la bruma del tiempo y el sueño, el autor japonés cuenta una historia que es, de entrada, la cristalización de un pasado que parece íntimamente mítico; y lo hace con la agilidad narrativa y la destreza lírica que lo han convertido en uno de los grandes escritores actuales. No es el Tiempo el único tema del poemario de Elizondo, pero sí uno de los que con más afán desgranó el autor de "Futuro Imperfecto" en "El Grafógrafo" y en toda su obra. La loa de Sor Juana asombra por varias razones: una, porque en ella la poeta juega con la métrica y la rima de manera sencillamente genial; otra, porque los tres rostros del Tiempo -pasado, presente y futuro- aparecen "de cuerpo entero" en escena: la culta Sor Juana.
Como en todo auto sacramental o loa, ésta presenta varios personajes alegóricos: a "La Memoria" corresponde el "Tiempo Pasado"; a "La Voluntad", el "Presente"; a "El Entendimiento", el "Futuro". También intervienen "La Música" y sus "Coros". Como se ve, Sor Juana no pudo ser más calderoniana y conceptuosa. El pretexto para ejecutar este malabarismo verbal e intelectual fue, como dije, el cumpleaños de una reina. Pero en este momento eso importa menos que la obra misma, excesiva en adulaciones desmesuradas, tan propias entonces como ahora, aunque el código haya cambiado un poco -o un mucho.
El asunto es éste: las tres potencias del Alma -memoria, voluntad y entendimiento, según el cristianismo platónico medieval- se reúnen para convocar al Tiempo con la finalidad de celebrar, nada menos, un aniversario más del nacimiento de María Luisa de Orleans. Y para eso, Sor Juana no repara en acudir ya no a personajes mitológicos sino a conceptos escolásticos y metafísicos. El Pasado se presenta como un "viejo, con un libro en la mano"; el Presente, como un "mozo, con un ramillete"; y el Futuro "sale con un espejo".
La única acción de la loa es la realización de esta convocatoria conceptuosa, la reunión alegórica de todos los personajes y su celebración polifónica y (des)concertante a Su Majestad. No imagino a Sor Juana (¿o sí?) en la soledad de su celda-departamento, construyendo esta fábrica poética para conmemorar el natalicio de una señora a la que ni siquiera conocía. Claro, era sólo estrategia: nuestra monja jerónima debía mantener su estatus, pues no había otra forma de dedicarse en relativa paz a su verdadera pasión, el conocimiento y la creación. Loando a los grandes se aseguró esa paz. hasta que la envidia la fulminó. Loas y poemas "de encargo", sí, pero cuánto de Sor Juana misma, y de los intríngulis de su época, encontramos en ellos. La genialidad al servicio del efímero poder político. Pero entre lúdicas combinaciones métricas, Sor Juana dice maravillas: ¿la comprendían sus destinatarios?, ¿sus contemporáneos la entendían? ¿Y hoy?