La debacle del PRD

Opinión
/ 30 marzo 2016

En el colmo de la soberbia, Carlos Navarrete justificaba el viernes pasado que fue él quien convenció a los grupos del PRD de que lo corrieran de la presidencia del partido. Claro, él lo fraseó de otra manera: déjenme ir, no me retengan, pongo a disposición mi cargo para salvar a la izquierda (¿?), me sacrificaré por el bien del partido. O sea, ante la debacle, él se va, no lo corren. ¿Usted le cree? Yo tampoco.

Navarrete y sus patrones Chuchos (Ortega y Zambrano) son los responsables de esa debacle, como cabezas de Nueva Izquierda, la tribu aun en control de los órganos partidistas de dirección. Presentar la renuncia, como reconocimiento de un fracaso y, por tanto, como la noble apertura de un espacio para dar lugar a los ajustes que refloten el barco, hubiera sido válido y hasta digno, inmediatamente después de conocerse los malos resultados electorales del perredismo.

Pero dos meses después, a toro pasado, suena a cese. Lo corren porque es insostenible, porque no es eficaz ni tiene altura de miras. No es, por lo que se ha visto en su carrera política, un hombre de convicciones ideológicas, como tampoco Ortega y Zambrano. Y no lo son desde su origen, cuando formaban parte del Frente Cardenista de Reconstrucción Nacional (PFRCN), aquel ferrocarril siempre dispuesto al cochupo, encabezado por su mentor, Rafael Aguilar Talamantes, que los enseñó a sacar siempre beneficios personales hasta de las derrotas.

Navarrete, Los Chuchos y compañía, culpan de su pésimo desempeño electoral a su villano favorito, Andrés Manuel López Obrador. Dicen que con su Morena dividió a la izquierda. Morena, cierto es, les quitó muchísimo votos. Pero AMLO y sus miles de partidarios (los que le dieron al PRD los votos para posicionarse como tercera fuerza política y a Los Chuchos el control del partido), no se organizaron para dividir a la izquierda. Su movimiento nació conforme el PRD se alejó de sus principios fundacionales por obra y gracia de Ortega, Zambrano y sus acólitos.

Ese alejamiento los llevó a postular a candidatos que, eventualmente, garantizaban triunfos, pero eran completamente ajenos al perfil de la izquierda. Guerrero ha sido un caso paradigmático: los gobernadores Zeferino Torreblanca, más bien cercano a los intereses empresariales e inmobiliarios de Acapulco, y Ángel Aguirre, priísta resentido que con otros personajes de su filiación y calaña, como el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca, llevaron a la terrible crisis de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, tan políticamente mal operada por Navarrete al frente del perredismo nacional.

Pero la razón más clara de ese alejamiento del PRD a sus principios fundacionales fue la participación en el Pacto por México. El ADN de las reformas que ese mecanismo impulsó (más allá de la discusión de si son las correctas y de la baladí justificación de la izquierda moderna y dialogante), es incompatible con los principios básicos hasta de la socialdemocracia. Respaldarlas era, inevitablemente, renunciar a esos principios, lo que con Los Chuchos al frente del PRD se veía venir desde antes de la elección presidencial.

De manera que, dicho con toda claridad, la participación del PRD en el Pacto por México (cuya paternidad llegó a reclamar para sí Jesús Ortega y que diligentemente operó Jesús Zambrano) fue una de las razones de fondo que alejó del partido del sol azteca a muchos de sus militantes y a miles de simpatizantes que le negaron el voto en la elección de junio pasado.

Ese alejamiento de los principios perredistas propició la renuncia a sus filas de personajes tan importantes como Cuauhtémoc Cárdenas, el propio López Obrador y Alejandro Encinas, entre otros.

Y ese alejamiento, de no corregirse, impedirá que cualquier otro cambio salve al PRD de la extinción.

Pero lo que por desgracia se ve venir es una prolongación del Pacto por México, ahora directamente en la Cámara de Diputados. Al menos eso sugieren las versiones que colocan en la coordinación parlamentaria de las tres principales fuerzas política de la próxima Legislatura, a Gustavo Madero (PAN), César Camacho (PRI) y Jesús Zambrano (PRD), los mismos que lo operaron para la aprobación de las reformas.

Comentarios: rrodriguezangular@hotmail.com y raulrodriguezcortes.com.mx

Twitter: @RaulRodriguezC




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