Adiós a la apatía

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María tiene tres hijos y vive en la periferia de Chilpancingo. Su barrio tiene fama de ser muy conflictivo. Un día dos pandillas se enfrentaron y un joven amaneció muerto con un balazo en el pecho. En otra ocasión, un chamaco totalmente drogado golpeó a su madre. Las mujeres no salen de su casa por miedo a ser violadas. Los niños no pueden jugar en la calle, pues sus madres tienen miedo que aprendan el mal ejemplo de los vagos que siempre están reunidos en la esquina del estanquillo. Los policías ni siquiera se atreven a realizar los rondines que antes hacían. Los delincuentes se sienten más protegidos desde que AMLO llegó, mientras que el pueblo se siente cada vez más amenazado por ellos.
Doña Lupe vive en Monterrey y es muy conocida en su barrio, no sólo porque es de las más viejitas, sino porque es muy buena con todos. Un día, mientras estaba ayudándole a su vecina a lavar la ropa, le dio un dolor en la espalda tan fuerte que no podía ni hablar. Rápido se la llevaron a la clínica del IMSS pero había una fila tan larga y tan pocos doctores, que se negaron a atenderla y a darle aunque fuera unas pastillas. Doña Lupe no ha podido recuperarse de su dolor en la espalda, todo por culpa del abandono al sector Salud por parte del gobierno de López Obrador.
Rosa es una señora que vive en la Ciudad de México. En estos días de calor infernal tiene que caminar más de tres kilómetros para llenar unas tinas con agua. De vez en cuando pasa una pipa y pone agua en un tonel, pero como es para varias familias, no dura ni un día. Los hijos de Rosa se quejan al no tener agua ni para tomar.
Gloria es una señora de Oaxaca. Cada día tiene que desfilar junto a sus hijos entre miles de coches para pedir limosna. Gracias a ella sus niños pueden comer aunque sea unas tortillas con frijoles o unas galletas. Los hijos de Gloria extrañan mucho la escuela a la que antes iban, en donde le daban de comer y aprendían y jugaban en lugar de tener que pedir unas cuantas monedas para mal alimentarse.Josefina es de Tijuana y trabaja en una maquiladora. A pesar de que se esfuerza mucho en su trabajo, el salario que recibe muy apenas le alcanza para comprar una despensa muy inferior a las que suelen repartir los partidos políticos cuando están en campaña. Como Josefina, a millones de mexicanos no les alcanza con lo que ganan para comer como antes lo hacían, cuando la tortilla, el huevo o la carne no estaban a un precio tan alto, y todo por culpa de la inflación récord en este sexenio.
Estas señoras tienen mucho en común, pero sobre todo que ninguna de ellas se preocupó por acudir a depositar su voto en una urna. Por desgracia, al haberse abstenido de votar, estas mujeres desaprovecharon su oportunidad de poder reclamar a los gobernantes por sus promesas incumplidas, por tener que resignarse a vivir en un entorno de inseguridad; por ir al IMSS y que no reciban atención médica; por sufrir por la falta de agua potable; por tener que pedir limosna para sobrevivir; por no alcanzar a vivir dignamente pues el sueldo no les alcanza a comprar ni siquiera la más básica de las canastas básicas.
Mañana millones de mexicanos habremos de ejercer nuestro derecho a votar. Luego de ver hasta el cansancio el rostro de las y los candidatos, debemos acudir a las casillas para elegir a nuestra próxima presidenta de la República, a los diputados, a los senadores y a nuestro próximo presidente municipal.
Por desgracia, la apatía es muchas veces superior a la voluntad. Por bien nuestro, espero que mañana no renunciemos a uno de los pocos derechos que el gobierno nos reconoce todavía. No desperdiciemos la oportunidad de participar en este importante proceso pues, de lo contrario, seguiremos condenados a que la historia de doña Lupe, de Rosa, de María, de Gloria, de Josefina y de millones de mexicanas y mexicanos más esté condenada a seguir repitiéndose y, lo que es peor, que derechos consagrados en la Constitución no sean respetados por nuestros futuros gobernantes.
aquientrenosvanguardia@gmail.com