Adivinanzas
¿Cuánto hace que no te dicen una adivinanza? ¿Cuánto hace que no la dices tú? Años y muy felices días, me supongo. Los de la niñez, quizá. ¿Sabes cuándo vas a decir adivinanzas otra vez? Cuando seas abuelo igual que yo, y tengas nietos que te pidan con ansiosa voz: “Abuelito, dime una adivinanza”.
Entonces recordarás las que tus padres y tus abuelos te dijeron: la de una vieja larga y seca que le escurre la manteca; la de la tejedora que en alto vive y en alto mora; la de Tito, tito capotito sube al cielo y tira un grito; la de aquella señorita muy aseñorada con muchos remiendos y ni una puntada...
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Las adivinanzas son cosa muy bonita, joyas de folclor, igual que los refranes. Mi profesión de abuelo, la más hermosa profesión de todas, me puso hace años en la tarea de buscar por doquier adivinanzas. “Por doquier” significa en todas partes. Eso quiere decir que las he procurado en libros −muy pocos hay que traten de este importante asunto−, y que le he preguntado a quien se deja si sabe alguna adivinanza. Cosa rara: en la ciudad ya no se usan las adivinanzas, pero en el campo sí. Del Potrero me traje unas muy lindas que me dijeron las señoras de más edad del rancho.
¿Por qué me gustan las adivinanzas? Por varias y muy diversas causas. Algunas tienen mucho ingenio; otras poseen belleza literaria: son diminutas metáforas encantadoras; en unas se hallan muestras de honda filosofía... Y todas te llevan a emplear eso que tan de moda está en el nuevo siglo, el llamado “pensamiento lateral”, que es la aptitud de abarcar todos los ángulos de una cuestión en vez de considerar nomás el que está enfrente y a la vista.
¿Te digo una adivinanza? De ellas tengo una bolsa llena. Una por una las iré sacando, y pondré las respuestas al final.
1) Arca cerrada de buen parecer, / ningún carpintero me la puede hacer, / sólo el Dios del Cielo con su gran poder.
2) Me estiro, me encojo y de hule no soy. Con el sol acudo; de noche me voy.
3) En una verde montaña estaba la Virgen pura,
con su ramo en la cabeza y su niño en la cintura.
4) Una serpiente ligera / que se está en su madriguera,
y aun en esa prisión,/ de muchos es perdición.
5) Cuando me amarran me voy; cuando me sueltan me quedo.
6) Aquí van los frailecicos / desfilando en procesión.
Siete grandes, cuatro chicos,/ y un enano de pilón.
7) Aunque digas que está mal está bien.
Aunque digas que está bien está mal.
8) Somos hijos delgados
de madre gorda.
Dormimos apretados
bajo una colcha.
Juntos andamos,
pero nos separamos
cuando caen gotas.
9) A ver si hay quién acierte:
¿cuál es el apellido de la muerte?
10) Tres mujeres vestidas de luto: la más vieja va adelante,
la no tan vieja va en medio y la joven va detrás. ¿Quién es la viuda?
RESPUESTAS: 1) La nuez. 2) La sombra. 3) La planta del maíz. 4) La lengua. 5) La carreta. 6) Los meses del año. (El enano es febrero). 7) El tamal. 8) Los alambres o varillas del paraguas. 9) Segura. 10) Labiuda es la mujer de labios gruesos. (Esta adivinanza es para ser dicha, no leída).