AMLO: La Ley y el Estado soy YO

Opinión
/ 10 mayo 2024

El lugar es común por repetido hasta la saciedad: Andrés Manuel López Obrador -con sus distintas caretas de Mesías Tropical o Dictador Bananero- es la Ley: no son las reglas emanadas de la Constitución, del Poder Judicial Federal, del Tribunal Federal Electoral, del INE, del INAI o de la Fiscalía General de la República. No. Es él y nada más.

Esta frase buchona lo define entero: “Y que no me vengan a mí de que la ley es la ley, no me vengan con ese cuento de que la ley es la ley”. La cual fue dicha por López Obrador a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, para asegurar la dominancia de la CFE en “la generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica, así como la planeación y el control del Sistema Eléctrico Nacional”.

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Esa sentencia, seguro, resuena en los dulces oídos afrancesados de Luis XIV, quien llamado el Rey Sol, espetó esta frase “El Estado soy Yo”, el 13 de abril de 1655, mientras escogía para cenar “faisán, marisco, sopa y paté condimentados por unos entremeses de pasteles de pollo, pavo, pato, jabalí, venado, tortuga con arroz y verduras” y salpicado con deliciosos vinos húngaros de “la región de Tokay por su equilibrio entre dulzura y acidez supremos”.

Mientras el poder de Luis XIV descendía de la divinidad o Dios; el de Andrés Manuel baja de “otra divinidad” llamada pueblo.

Bandera que le ha permitido a López Obrador instalar las bases de un régimen autoritario en México que, sin duda, Claudia Sheinbaum continuaría hasta su instalación definitiva.

Ya inició la desinstitucionalización del aparato de Estado para concentrar el poder en su persona o sustituta y afirmar, desde ahí, no solo una regresión democrática sino sobre todo civilizatoria.

¿Dónde están los contrapesos al poder Ejecutivo con el rostro de organismos públicos autónomos?, ¿dónde está el respeto irrestricto al Poder Judicial Federal?, ¿dónde está la autonomía de la Fiscalía General de la República?, ¿dónde están las capacidades organizacionales del INE para conducir un proceso electoral democrático?, ¿dónde está la credibilidad moral del INAI? Y, ¿dónde está la fuerza de las organizaciones de la Sociedad Civil en los ámbitos de transparencia y rendición de cuentas?

En este plano institucional, AMLO ha utilizado la Ley -ligada al aparato de Estado, para preparar -con cada destrucción- el asalto definitivo e instalar un régimen autoritario, con su eventual sucesora.

No contento con ello, López Obrador también ha usado las baterías legales del Estado para apuntalar sus proyectos faraónicos, fortalecer a los militares, extorsionar empresarios, difamar periodistas, demonizar analistas, machacar académicos y aplastar integrantes de las organizaciones de la sociedad civil.

Por ello, ¿es posible creer bajo este contexto -agudizado por la incertidumbre de los resultados electorales del próximo 2 de junio- que son ciertos los casos de la buscadora de desaparecidos, Ceci Flores; del Obispo Emérito de Chilpancingo, Salvador Rangel y de la académica y directora de Mexicanos contra la Corrupción, María Amparo Casar?

No. En el caso de Ceci Flores, quien entregó en Palacio Nacional una pala de mando a AMLO para que se integrara -como presidente a la búsqueda de desaparecidos. AMLO le dijo que dejara la pala ahí pero no la recibió. El crematorio clandestino de restos humanos que ella encontró sí existía, pero el gobierno de la CDMX lo desapareció. Fue acusada por AMLO de montaje.

El Obispo Emérito que había entablado diálogo directo con los grupos criminales de la región -y había desnudado el fracaso de la política de Abrazos, no Balazos, fue secuestrado, drogado y avergonzado públicamente por AMLO.

María Amparo Casar, que había denunciado la corrupción de los hijos de AMLO -entre otros casos de la 4T- en su libro “Los Puntos sobre la Íes”, fue criminalizada por un acto relacionado con la muerte de su esposo en 2004.

De ganar Claudia, ese será el tenor de nuestras vidas. La Ley y el Estado serán utilizados de manera sistemática contra los enemigos del régimen, por grandes o pequeños que sean.

Ojalá el 2 de junio sea el estallido masivo de esperanza que impida tal posibilidad.

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