Reza el meme derivado de aquella icónica escena de “Jurassic Park” (Spielberg. 1993): “You did it! You crazy son of a bitch, you did it!”.
Inmortales palabras que con mucha libertad han sido traducidas al español de Canal 5 como: “¡Lo logró! ¡Ese maldito bastardo lo logró!”.
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Utilizamos el meme en señal de admiración, cuando alguien nos pone el ejemplo. Digamos, si un gordo que prometió bajar de peso, lo vemos al cabo de unos meses con 30 kilos menos, posteamos: “¡Lo logró! ¡Ese maldito bastardo lo logró!”.
Aunque funciona mucho mejor cuando se usa con sarcasmo. Por ejemplo, si un fanático de la velocidad al volante se da finalmente en la madre y acaba en el hospital politraumatizado, aplica −¡cómo no!− el consabido: “¡Lo logró! ¡Ese maldito bastardo lo logró!”.
Son muchas las hazañas impensables en las que este cliché es perfectamente pertinente.
Pues le cuento que el todavía presidente de Venezuela, dictador bolivariano y Burt Reynolds con cero sex appeal, Nicolás Maduro, lo logró... ¡Ese maldito bastardo lo logró!
La comunidad internacional está francamente azorada, pues ni siquiera con sus antecedentes como sucesor de Chávez pudieron imaginar que sería capaz de semejante bajeza y arbitrariedad, digna de un autoritarismo que no se le vio a los peores tiranos del siglo 20.
Hasta Pepe Stalin se quedó pendejo al lado del camarada líder del pueblo venezolano, quien parece que se saldrá con la suya con la impunidad de la que sólo son capaces los autócratas de su talla.
Maduro ha recibido un sinfín de llamamientos a la mesura de parte de los organismos internacionales y se está ganando el desconocimiento de todo el vecindario latinoamericano. Incluso AMLO, quien solía respaldarlo, se vio por primera vez cauto antes de darle el espaldarazo a su amigo y homólogo, hermano en la demagogia y correligionario de la pseudoizquierda populista.
Así es, ni siquiera AMLO se ha pronunciado en favor de Maduro. Y ya para que nuestro tlatoani tlaconete se conduzca con prudencia porque algo hecho por cualquiera de sus aliados políticos y hermanos autócratas le pareció muy descabellado, significa que esta vez el Súper Bigote perdió por completo el juicio, la razón y todo sentido de la realidad.
¿Cuánto falta para que algo así ocurra en nuestro País?
La venezolanización de México siempre ha sido el petate del muerto para disuadir al elector de votar por la izquierda. Pero eso, no me cansaré de decirlo, es falacia maliciosa e ignorante. El peligro no está tanto en nuestra posición dentro del espectro ideológico (mientras no estemos totalmente corridos hacia alguno de sus dos extremos), sino en el populismo y el autoritarismo; dichos atributos presentes en regímenes de izquierda y de derecha por igual.
El de México no es la excepción y mucho me temo que pronto −¡dicho sea sin apasionamientos!− veamos repetido el fenómeno que se está gestando en Venezuela, pues no le falta a AMLO ni el autoritarismo, la desfachatez política ni la falta de sensibilidad y empatía para repetir el desatino de su camarada en el Cono Sur.
Incluso, a menos de un mes para dejar el cargo, López Obrador podría salirnos con esta “sorpresa”, necesariamente entre comillas, pues en Venezuela esto se ha venido repitiendo en años recientes, y en México ya pocas cosas despiertan nuestra capacidad de asombro, al menos en lo relativo a los pronunciamientos de los líderes de la Cuarta Transformación.
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Y si no ocurre en los días que le restan al sexenio, podría ser encomienda para que la próxima presidente, Claudia “la doctora” Sheinbaum, en la primera oportunidad, implemente la política que le está aplicando Maduro a su de por sí sufrido pueblo.
Bueno, pero a qué nos estamos refiriendo exactamente, se preguntará usted:
¿Al muy plausible robo de la elección por parte del tirano de Venezuela? ¿A su política de represión violenta en contra de civiles disidentes? ¿A la persecución de que ha vuelto objeto a la oposición, al grado de buscar ahora encarcelar a sus líderes, Corina Machado y al excandidato, Edmundo González? ¿A las ridículas conspiraciones que el tirano bigotudo argumenta, de que detrás del movimiento que lo busca derrocar están los Estados Unidos, Elon Musk y la plataforma/aplicación de mensajería WhatsApp?
¡Nada de eso! Las elecciones a modo; la sociedad víctima de la violencia que el Estado niega, pero es ejercida muchas veces por las propias fuerzas del Estado; así como la persecución y acoso de los adversarios políticos del régimen son ya el pan de todos los días en México. Sólo es cuestión de que sus semillas sigan germinando para que algún día den su amargo fruto, como ocurre ya en la nación de las arepas.
¡No! El acto más atroz y autoritario de Maduro, el inmamable, palidece frente a su reciente decreto de ¡adelantar la Navidad!
Revise la información si no me cree. El tirano del chavismo anunció que, en agradecimiento al pueblo venezolano, adelantará la Navidad para que comience a celebrarse desde el primer día del mes de octubre.
Ya desde hace años Maduro viene decretando esta atrocidad (¡nomás imagínese tres meses de villancicos!) y aunque lo hace con un propósito fiscal, lo que me asombra es el azul de sus bolivarianos huevotes para dictarle al Niño Dios cuándo y cómo tiene que celebrar su cumpleaños.
¿Qué tan lejos estamos en México como nación de ese total dislate, ausencia total de sentido y pérdida absoluta de cualquier brújula moral?
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Decídalo usted, a partir de que nuestro propio “comandante” tuvo los trompiates para decirnos, en el contexto de un Informe de Gobierno que se supone es serio y es solemne, que ya vivimos en Dinamarca, al menos en lo que a nuestro sistema de salud respecta.
Por más que postergó la fecha, ya sin poderse hacerse de otra prórroga, finalmente nuestro tlatoani Cacayatzín Primero, tuvo que declararlo y asegurar que el IMSS-Bienestar es ya el mejor sistema de salud ¡de todo el perro mundo!
No lo creíamos capaz, pero... ¡Lo logró! Ese maldito bastardo lo logró!