Calidad del aire: alguien tiene que hacer algo ya en la Región Sureste de Coahuila
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El aire que respiramos en la Región Sureste se encuentra peligrosamente contaminado y eso vuelve urgente el diseño e implementación de acciones para revertir la realidad
Lo hemos señalado de forma constante en los últimos meses, pero habrá que seguir repitiéndolo: el aire que respiramos en la Región Sureste de Coahuila es uno que pone en riesgo nuestra salud. Y como no es posible dejar de respirarlo entonces resulta indispensable −y urgente− que se instrumenten medidas para revertir tal situación.
No estamos hablando de un asunto menor, sino de una circunstancia de la mayor gravedad. Tampoco se trata de un hecho aislado, sino de un problema global que, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), representa uno de los problemas de salud pública más relevantes en el planeta.
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En nuestra región es un problema ignorado porque, por un lado, no se está midiendo de forma sistemática la calidad del aire y, por el otro, porque los problemas de salud que padecen miles de personas no están siendo asociados con la contaminación ambiental.
En otras palabras, como nos hemos dedicado a ignorar el problema entonces nos hemos casado con la idea de que no existe. Y si no existe, pues entonces no hace falta hacer absolutamente nada y podemos continuar, sin preocupación alguna, nuestras actividades regulares.
El punto fino de esto es que el problema sí existe. Y no solamente eso: se trata de un asunto grave que debería tener trabajando de forma coordinada a diversas dependencias del gobierno, en sus tres órdenes.
Pero eso difícilmente ocurrirá mientras sigamos ignorando la realidad o, si se prefiere, disfrazándola con la ausencia de datos. Para decirlo más claro: no podemos esperar que se actúe frente a un problema que no está siendo diagnosticado como debería.
Esta realidad es expuesta en el reporte que publicamos en esta edición relativo a la ausencia de datos, durante casi dos semanas, de la estación que opera en Saltillo la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila y, teóricamente, debería ofrecernos información certera y permanente sobre la calidad del aire que respiramos.
Lejos de esta posibilidad, las autoridades estatales se dedican a ofrecer excusas para justificar que la referida estación no ofrezca información o que, cuando lo hace, informe reiteradamente que la calidad del aire es “mala” o “extremadamente mala”.
La reiteración de las excusas, o de plano la ausencia total de información invitan a suponer que, para las autoridades ambientales la calidad del aire que respiramos no constituye una prioridad o una actividad relevante en sus agendas cotidianas. Sus prioridades −si acaso existen− están en otra parte.
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Y es que resulta difícil imaginar la existencia de otra razón por la cual, frente a la acumulación de la evidencia en el sentido de que el aire de nuestra región está peligrosamente contaminado, quienes debieran reaccionar ante dicha evidencia permanezcan cruzados de brazos.
Habrá que considerar la necesidad de que sea la ciudadanía la que tome la iniciativa, pues en el sector público no parece haber nadie interesado en tomar esa bandera.