Carstens en los zapatos de la Junta de Gobierno
COMPARTIR
Es el órgano de gobierno del Banco de México. Su papel no recibe tanta atención mediática como si la tienen varios secretarios de estado, a pesar de que desempeña una labor importantísima. Ciertamente la autonomía que goza la institución la mantiene hasta cierto punto blindada de la dinámica política. Sus integrantes son propuestos por el Presidente de la República y ratificados por el Senado. Tienen en sus espaldas nada más ni nada menos que conducir la política monetaria del país.
No obstante, muchos no quisieran estar en sus zapatos en estos momentos. La próxima semana está calendarizada la cuarta reunión de política monetaria del año y la decisión que tienen enfrente no es nada fácil.
La discusión que todavía hasta hace algunos meses rondaba entre analistas económicos, funcionarios del Gabinete y los mismos subgobernadores, en el sentido de la transitoriedad de la inflación, a todas luces ya se vino abajo. Está claro que, por diferentes razones, esta elevada inflación vino para quedarse por un buen rato entre nosotros.
Que si algunos quieran o no reconocerlo ya será problema de cada uno. Lo que sí debe de alertarnos es que esta situación la debe tener muy presente la Junta de Gobierno del Banco de México, porque la decisión que habrán de tomar en términos de política monetaria no solamente tendrá un impacto ahora, sino que también lo hará en el mediano y largo plazo.
Me explico. Me parece que a nadie le debe quedar duda de la necesidad de restringir las condiciones monetarias aún más, elevando las tasas de interés. Una inflación que no termina por ceder y las presiones en el mercado cambiario no nos permiten tomar otra decisión que no sea esa. La gran pregunta que subyace es, ¿a qué velocidad será necesario el ajuste?
En el corto plazo, la situación apremiante justificaría alzas más agresivas –hay quien habla que no sería descabellado pensar en incrementos de 75 puntos base– para evitar que se retroalimente la inflación con mayores expectativas de incrementos de precios y la persistencia de depreciación de la moneda.
Pero cuando miramos, ya no digamos al largo, sino al mediano plazo, el horizonte empieza a complicarse aún más. En la medida en que el conflicto armado en Ucrania tienda a prolongarse, más severos y duros serán sus efectos en los precios del petróleo, gas, granos y otros insumos para el sector industrial. La psicosis en los mercados financieros no cesará y ello presionará a las monedas retroalimentando la inflación.
Entonces el dilema se resume en que es mejor: ¿si dar una señal contundente la próxima semana con alzas agresivas en la tasa de interés, o bien dejar suficientes municiones para los próximos meses por si arrecian las presiones en los precios, dejando así espacio monetario?
¿Usted cuál cree que sería la mejor opción? ¿Qué cree que habría hecho Agustín Carstens en los zapatos de la Junta de Gobierno?
Economista y Catedrático de la
Universidad La Salle Saltillo
Twitter: @guillermo_garza