Cartografías de un Cuerpo Migrante (1)
Migrar es un ensayo constante para improvisar a las circunstancias que se presentan día a día, quien migra pone el cuerpo y nuestrxs cuerpxs son la migración de los ancestros
La fenomenología me permitió entender la libertad de sabernos luz que dialoga en el espacio-tiempo. Así surge este manifiesto migrante que busca hacer honor a mis ancestros:
Migrar es un acto de fe, es un salto al vacío para preservar la vida, como esa pequeña espora que vuela en el viento para replicarla y conectarla por debajo de la tierra como micelio.
Migrar es un ensayo constante para improvisar a las circunstancias que se presentan día a día, quien migra pone el cuerpo y nuestrxs cuerpxs son la migración de los ancestros. Hay que confiar en la verdad de este cuerpo, pues solo podemos ser camino y la vida es la experiencia de regreso a casa.
Me sigo moviendo, eternamente me sigo moviendo desde la primera potencia que me engendró, no sé cuántas generaciones atrás. La vida que poseo en el presente proviene de muchos otros cuerpxs que siguieron un impulso de movimiento geográfico, mental, físico, emocional.
Mi sangre, huesos y tejidos, son el devenir de un instante de luz, una explosión atómica que me llevó de potencia a expresión de fuerza viva, ahora composición de afectos y efectos encarnados en materia, encuerpados en la singularidad que soy.
Pero para ser uno, antes hay que ser dos, y es que el viaje comienza desde las células, migrando del cuerpo de nuestro padre a nuestra madre, donde hemos sido tejidos en el secreto de su vientre, habitando nuestro primer mar, para después migrar al exterior, dónde inevitablemente sentiremos la separación y el deseo de volver a ser uno.
Migrante-nómada permanente, no me puedo identificar de otra manera, puesto que el asentamiento de mi ser-cuerpo, se percibe como una condena de muerte interna, de olvido a lo animal de mi ser, para dejar que la civilización carcoma la memoria primigenia del movimiento-vida.
Un haz de luz atraviesa la ventana, mientras revela cientos de partículas que flotan en una danza que moldea el espacio- tiempo, un respiro alargado y profundo exhala la vida que emana en el vapor que atraviesa las fronteras de mis manos y se revela ante mis ojos, Phainen.
Así la vida nos es revelada, y los ancestros son quienes nos han enseñado a leerla. Observar, oler, sentir para configurar en la piel, el saber de la vida. Intuyendo una lluvia, leyendo las nubes que anuncian la nieve o una luna con casa y el cambio de estación. Lo meticuloso de nuestra percepción del fenómeno de la vida, es una herencia que ha pasado de generación en generación, hasta llegar a nosotros en la voz de nuestros padres y abuelos.
El mundo que se revela ante mí, es entonces una lectura de luz/fenómeno que emana de toda materia, traducida por la percepción de mis sentidos a través del cuerpo, cada experiencia de vida, cada paisaje, cada territorio que me atraviesan expande el límite de la frontera de mi percepción, por lo tanto, del mundo.
Migrar para percibir y crear nuevos mundos, reinventarnos, resistir al condicionamiento de solo unas cuantas posibilidades. Migrar para ser generosos y empáticos, pues quién migra sabe que la adversidad nos mantiene presentes y en gratitud.
Mis abuelos y mis padres me enseñaron a migrar, a sentir la vida, las nubes, el cielo, la luna y su casa, el sonido de los coyotes, el olor a lluvia. El gesto de mi madre que me acompaña, la voz de mi abuela, la música de mi abuelo, las plantas de mi padre, los afectos tejidos en el aire, en las geografías recorridas, sin cuerpos físicos, pero amores.
¿Cómo tejer vida o palabra? si no es desde el cuerpo en estado de presencia.
Texto original publicado para el Blog del Seminario permanente de Fenomenología de la Danza y Estudios de la Corporeidad de la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras en Estudios de la Danza y sus Vínculos Interdisciplinarios, coordinado por la Maestra Raissa Pomposo y producido por la Maestra Adriana Dowling.