Con el INAI tampoco, Presidente (y adláteres), es para los mexicanos, no para los poderes del Estado
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En varias ocasiones escribí que el Presidente de la República estaba mal informado. Era una forma cortés de darle el beneficio de la duda, ante afirmaciones inexactas que había hecho, pero en el tema del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), en las incesantes descalificaciones que profiere contra este organismo, francamente miente: es falso que esa institución haya sido cómplice de la opacidad de los gobiernos corruptos que lo precedieron y que, por tanto, no sirve para nada.
Todo lo contrario. Muchos de los mejores reportajes sobre corrupción en los sexenios pasados fueron concluidos gracias a los mecanismos de transparencia derivados del Instituto, y a otras plataformas que cuentan con su mismo espíritu. Y eso, en buena medida, lo condujo a él al poder, porque la mayoría de los mexicanos se enteraron de esos escándalos que sus predecesores querían ocultar, se hartaron de la insolente corrupción, y votaron contra esos abusos que existían en la opacidad política que imperaba.
El INAI es hoy (y lo ha sido desde hace años) una de las instituciones más importantes para la democracia mexicana que los periodistas, ciudadanos, organizaciones de la sociedad civil y algunos políticos probos (sí, hay dos que tres) concibieron para lograr la rendición de cuentas en un régimen cerrado y corrupto como el que prevaleció durante el priismo. Fue una larga lucha opositora en la cual participaron no pocas mujeres y hombres que hoy forman parte de la llamada 4T.
Por eso es inadmisible que ahora, cuando ellos son los auscultados, ya que ejercen el poder, pretendan aniquilar una herramienta fundamental que nos permite saber en qué gastan y cómo gastan los recursos públicos.
Hoy, quien no cree en la transparencia y la obstaculiza, no es un demócrata, es un aspirante a dictador.
Quien dice estar en contra de la corrupción tiene que estar a favor de la transparencia, o es un simulador.
Hay que confiar en que la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resuelva a favor del Instituto, ya que el Senado no ha logrado consensos para nombrar a los tres comisionados que le faltan y, por tanto, el organismo yace paralizado. Hay que confiar en que la SCJN obligue a los senadores a hacer su trabajo.
Ahora bien, ¿por qué no se han logrado esos consensos? Ahora lo sabemos, gracias a una grabación divulgada por el colega Carlos Loret de Mola: el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, según él siguiendo instrucciones del Presidente, les ordenó a los legisladores de Morena que dejaran paralizado al INAI.
¿Qué clase de políticos ordenan la oscuridad de datos? Los que ocultan información, los que no quieren que se sepan cosas que tienen que ver con sus desempeños como funcionarios y que pueden implicar comportamientos corruptos e incluso ilegales de ellos mismos o sus colaboradores. Tráfico de influencias, conflicto de intereses, desfalcos.
¿Hay algo más antiizquierda, antiprogresista y antiliberal que eso? ¿Hay algo más conservador y de derechas que semejantes actitudes?
El INAI no es propiedad de una persona, tampoco de dos políticos, de un partido ni un movimiento: el INAI es un derecho constitucional de todos los mexicanos y la Plataforma Nacional de Transparencia no es guinda ni tricolor ni blanquiazul, es neutra.
El INAI “está de pie”, dice la comisionada presidenta Blanca Lilia Ibarra. Sí, pero está a punto de ser arrodillado, o peor, exterminado. México no se puede permitir semejante atropello porque, como dice ella misma, no hay democracia que pueda vivir sin transparencia. El INAI, les debe quedar claro en Palacio Nacional y en Bucareli, no trabaja para los poderes del Estado, sino para la sociedad. Y ellos, no son la sociedad.