Congreso de Coahuila: eso y nada son dos nadas

Opinión
/ 20 enero 2025

No se discute y menos se analiza algo de relevante valor político... No hay compromiso real, sino pura simulación

Congreso de Coahuila: eso y nada, son dos nadas

El Congreso de Coahuila, como cualquier otro Congreso (o Parlamento, vaya) debería ser el centro de la discusión política de una sociedad. De acuerdo con el modelo republicano de Estado que existe en México, la soberanía popular se expresa en el Constituyente Permanente al que conocemos como Poder Legislativo. En Coahuila se organiza en la forma de una asamblea de 25 diputados y diputadas. Es a partir de los votos que cada integrante de dicha asamblea obtuvo, de manera nominal o por la proporción de votos que los partidos políticos en los que cada uno y una militan recibieron en la elección que nos constituyó como Legislatura, que −todos en igualdad de dignidad− analizamos, discutimos y debatimos sobre asuntos de interés público. Eso es lo que supuestamente deberíamos hacer, a los principios a los que en teoría nos adherimos y la práctica que se esperaría de nosotros. Nada más alejado de la realidad.

El Congreso de los Diputados del Estado Libre, Soberano e Independiente de Coahuila de Zaragoza es una Oficialía de Partes que le cuesta al pueblo de nuestro estado 250 millones de pesos, más o menos. Las sesiones que el Congreso realiza una vez por semana durante cada periodo ordinario (existen dos: de marzo a junio y de septiembre a diciembre) tienen como común denominador la absoluta intrascendencia.

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No se discute y menos se analiza algo de relevante valor político y sólo se le da trámite en tiempo y forma a aquellos compromisos que por ley tienen un estricto e ineludible calendario, tales como el nombramiento del fiscal general del estado. Fuera de eso, un punto de acuerdo o una iniciativa que es turnada a una comisión para su análisis y dictaminación, puede tardar años sin que se vuelva a discutir por diputado alguno.

No es soberbio decir que he sido de los pocos, si no es que el único, que se ha negado a convalidar dicha realidad y ha intentado, una y otra vez, provocar al menos una chispa que genere alguna reacción, modificación o señal de que el Congreso puede asumir su responsabilidad histórica y participar dentro de lo público de manera útil y relevante. He fracasado estrepitosamente.

Cuando he debatido y confrontado alguna idea expuesta en el Pleno, el PRIAN ha sido tan temerario de acusarme −con el dedo flamígero de su ridícula indignación− de querer “politizar” temas tales como la seguridad, la salud o el Presupuesto de Egresos del Estado de Coahuila. ¿Qué tan extraviada tiene que estar la vocación de servicio de quienes se asumen representantes populares cuando utilizan la palabra “politizar” como algo despectivo o indeseable? El Congreso de Coahuila en los tiempos de la mayoría conservadora y neoliberal, que representan el PRI y el PAN, no es otra cosa más que una hoguera de vanidades.

Cada semana los diputados y diputadas presentan ante el Pleno del Congreso uno o varios exhortos en la forma de “proposición con Punto de Acuerdo” solicitando que se tome, modifique o detenga una decisión respecto a un asunto público. Este instrumento es el que permite, en principio, que los diputados y diputadas puedan incidir en la coyuntura política del Estado y asumir una posición respecto a los intereses, anhelos y expectativas del pueblo que representan sin que para ello se tenga que modificar alguna ley (para eso existen las iniciativas). Si fueron aprobados por el pleno y no en los trabajos de una comisión, dichos instrumentos vienen acompañados de un superlativo que acompaña a lo intrascendente del contenido y lo cataloga como de “urgente y obvia” resolución. Sin embargo, esta herramienta de trabajo −la cual te permite hacer uso de la tribuna, explicar y, con ello, pretender convencer a la mayoría reunida para que ésta exprese en un sentido o en otro su voto− se ha convertido en una pasarela de nimiedades y ocurrencias por donde desfilan los diputados del PRI y el PAN cada semana.

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Para muestra un botón, cortesía del PAN: en una ocasión el año pasado se llegó a dictaminar de manera positiva por parte del Pleno del Congreso un punto de acuerdo que le solicita a la Profeco su intervención para que exija a Apple y a Samsung que vuelvan a vender junto a sus celulares de alta gama los dispositivos necesarios (los famosos “cuadritos”) para cargarlos y no tener que comprarlos por separado. Hemos saturado la bandeja de entrada de los correos electrónicos de los alcaldes y alcaldesas, secretarios y secretarias del estado de Coahuila, así como de un listado enorme de funcionarios federales con solicitudes para que atiendan, ajusten, revisen, disminuyan, modifiquen, aclaren, incluyan o aumenten una infinidad de asuntos a los que a ninguno, o casi ninguno, de ellos se les da seguimiento.

No hay compromiso real, sino pura simulación. Se trabaja por un titular de prensa en el que se les asocie, por nombre y apellido, con alguna causa o problema que usan como excusa para justificar su trabajo legislativo. Para muestra, otro botón: ¿qué reporte público y publicado existe del Comité de Seguimiento y Acuerdos del Congreso respecto al trabajo legislativo que se ha hecho en este primer año de Legislatura? ¿Cuándo se ha reunido? ¿Qué estado guarda la agenda de trabajo legislativa que se ha presentado por parte de los diputados y diputadas? ¿Qué sujeto obligado ha contestado y cómo lo ha hecho respecto a cuántas y cuáles proposiciones de puntos de acuerdo?

La verdad nos hará libres, pero primero hará enojar al PRIAN: en esta Legislatura, con su mayoría de diputados y diputadas, el Congreso y nada son dos nadas.

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