Coros de ópera: Una perspectiva al trabajo de la Compañía Ópera de Saltillo

Opinión
/ 25 marzo 2024
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Por: Erick Rivera.

El pasado viernes 15 de marzo del 2024, tocó escuchar una selección de grandes coros de óperas. Este evento fue un esfuerzo en conjunto. Participó la Orquesta Filarmónica del Desierto y la Compañía de Ópera se Saltillo.

No repartieron programa de mano. No pusieron supertítulos para leer lo que se cantó en escenario. ¿Será que la organización supone que los saltillenses ya sabemos de qué van las obras? ¿O será que no nos importa el significado textual porque lo importante es el efecto de la música y el coro?

Salió a escenario la concertino, solicitando que la orquesta se afine. Después de este ritual, el director Natanael Espinoza salió a escenario para dar inicio.

Abrieron el concierto con la Obertura de Nabucco del autor italiano Giuseppe Verdi.

Los cornos marcan la entrada. Pintan un panorama calmo que es roto por la tarola. Vuelven a sonar los cornos y contestan las cuerdas. Luego inicia la marcha. Toda la orquesta se une. Tras unos compases, vuelve la calma de los cornos. El panorama esperanzador. Las nubes de la incertidumbre que se disipan. Luego, ante esa calma, suena el tema del coro “Va pensiero”. Ese tema que entona el pueblo judío, necesitado y aferrado de esperanza. Del público, quienes eran sabedores de la existencia de este popular coro, seguro se removieron, animados en sus asientos, esperanzados en escucharlo más avanzada la noche.

Y así, entre la marcha decidida que da la tarola y la esperanza de escuchar las voces de Saltillo, da inicio este concierto.

Comienzan a tocar “Danzas polotivtsianas”, de la ópera Príncipe Igor, del ruso Aleksandr Borodin. El coro se puso de pie. Cantos dulces femeninos embellecieron y prepararon la sala entre los pizzicatos de las cuerdas graves. Violines y violas hicieron una suave cama armónica. Por ahí sonó un triángulo.

Después del coro hay un agitado solo de flautas. Sale a relucir el pandero y el tema de las flautas es retomado por las cuerdas. Los timbales marcaron la llegada de la parte más potente de esta pieza. Entró nuevamente el coro, ahora con todas las voces. Así llegó la parte más memorable de la obra.

Tras un final potente, continuaron con “Les voici”, de la ópera Carmen de George Bizet. Este coro es fácil de reconocer pues es una de las piezas festivas más reconocidas en la música coral. Estoy seguro que si usted quien lee estas palabras la busca, la reconocerá. Les doy una pista: Toreador.

Es una pieza muy vivaz, con temas melódicos pegajosos y un trabajo contrapuntístico donde el autor recicla los motivos musicales para darle mayor fuerza y coherencia a la obra.

Continúa el evento con Noi siamo zingarelle, de Traviata, de Verdi. Esta ópera es mundialmente conocida por la famosa escena del brindis, que también lleva un coro. Curiosa elección de no montar ese brindis y optar por Noi siamo zingarelle. La pieza es corta y juguetona. Hay solos de solista soprano, tenor y barítono.

El siguiente coro “Di Madride noi siam”, otra vez de Traviata, tiene tintes más dramáticos. Por ahí suena un tema que bien se pudo haber inspirado del gran Ludwig van.

Puedo intuir que esta pieza es una obra un poco más explicativa. Como si el autor la usara para mostrarle al público cierta postura para trabajar mejor la trama.

¡Vaya especulación y atrevimiento mio!

Tras esta obra, mandaron a un breve intermedio. Oportunidad para platicar con quien uno se tope en el lobby.

Anunciaron la tercera llamada y retomaron con una obertura. La obra salta a la atención por el uso de castañuelas. Empieza potente, con timbales resonando. Las castañuelas resultan ser el toque más notorio. Se siente como un paseo en tierras bravías, donde prolifera el peligro mas no nos amedrenta pues gozamos de los favores de los guardias de la corte. Tal vez incluso un guardaespaldas personal, hábil para la violencia, imponente, muy alegre y dicharachero, dispuesto a contarnos aventuras del mercado y del barrio que la orquesta hace relucir.

Los cellos y contrabajos se encuentran a menudo marcando los pasos en pizzicato, o sea, pulsando las cuerdas con los dedos. A pulso de tres y luego en dos. Cambiante, para no quedar como blanco fácil.

El coro siguiente empieza con el sonido de un órgano digital. Regina coelli, de la ópera Cavallería Rusticana, obra del autor Pietro Mascagni.

Después del intro de órgano empieza el coro, sin acompañamiento musical. Es un canto solemne que va a la par de los acordes que se plantearon al inicio. La familia de los metales acompaña al coro, para levantar, para inyectar potencia.

Vuelve el órgano en solitario para que la cantante Santa Reyna María Angelina de Montserrat Monsiváis Torres se luzca con un solo de soprano.

Como que el canto suena a petición piadosa. “Por favor, deidad, otórgame lo que creo que merezco pues la vida no me ha sonreído y no reconozco que mis decisiones son mi desdicha”.

Continuó la noche con “Va pensiero”, de Nabucco, del ya mencionado Verdi. Empieza el coro como un tímido llamado. El pueblo comienza a reconocerse en el espejo de su canto. Despierta la llama de sus exigencias. Los gobernantes no han tratado bien a esta gente, que se une y alza su protesta.

Acaba la pieza más famosa de la noche. Salen a escenario un par de trompetas. La orquesta vuelve a afinar para los recién llegados.

En la lista marcaban varios coros de la Ópera Aida, del autor Giuseppe Verdi.

Este coro tiene una sección para barítono (la sección de voces más grave en un coro convencional) con contrabajos. Se van uniendo cellos y tenores para juntar después violines segundos y finalmente primeros. Así dando entrada al llamado de corte de las trompetas, como al inicio.

La sección final es introducida por una escala descendente impulsada por los instrumentos más graves.

Me di cuenta de que el concierto había terminado porque el Director Natanael invitó a los miembros de la orquesta a ponerse de pie. La música no se sintió como de final.

A pesar de eso, alguna sección del público se puso de pie para aplaudir a los artistas.

Es loable mantener un coro de canto operístico en una localidad donde la educación musical dista mucho de la educación básica. Hay mucho trabajo por delante. Eso es bueno, siempre y cuando haya gente con voluntad y una clara visión cultural para llevar a cabo esa evolución en la sociedad. Es fácil criticar y decir que algo no es suficientemente bueno, por lo tanto le encomiendo a usted, quien lee este texto, que reconozca el mérito de quienes están haciendo algo, y suman logros con los recursos que se tengan o se carezcan.

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