De las redes a los espacios públicos: Requieren adolescentes y jóvenes interacción social
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Logremos sacar a los adolescentes y jóvenes de las redes que los agobian y entren en mundos sociales de interacción con sus pares
Era una tarde en la escuela, a la que había sido invitada, donde se organizaba el Día de Muertos. Hace un par de meses. La conversación se me quedó grabada. Tuvo lugar en medio de muchachas disfrazadas de Catrinas y de muchachos con el rostro sonriente detrás de máscaras blancas, bordeando los ojos con pintura negra.
La jovencita, de secundaria, contestó con decisión y firmeza a la pregunta de qué le gustaría estudiar. El ambiente festivo, profusión de aromas provenientes del cempasúchil y el champurrado, el colorido del altar de muertos, no obstó para que su respuesta sonara seria y solemne:
“Quiero estudiar Criminología”. Sus ojos, de tinte avellana, se profundizaron con su declaración. Una adolescente saliendo de la niñez: primero de secundaria. Ella también iba disfrazada y su sonrisa apareció tímidamente. No pareciera que fuera tan absoluta su decisión por la carga de timidez que mostró al sonreír, pero la mirada, seguridad plena, apoyaron la certeza de la voz.
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La complicidad se quiso mostrar en quien esbozó la pregunta: “¿Has visto series del tema? ¿Lo conoces por la televisión o tienes algún pariente dedicado a esta profesión?”.
No. No era así. La pequeña, de tamaño y de edad: 12 años, a punto de los 13, deseaba estudiar Criminología porque: “Se gana mucho dinero, ¿verdad?”, inquirió ella misma. Y siguió: “Mis papás se están llevando muy mal últimamente, se pelean mucho. Y yo quiero estudiar Criminología porque con el dinero que gane ya no tendrán problemas y podremos vivir como siempre lo hicimos antes. Porque ahorita están batallando mucho con el dinero”.
Consciente, la niña daba en el clavo del porqué en muchas familias empiezan a producirse problemas que no dan vuelta atrás. Aunque no es todo, en efecto, sí forma parte, muchas veces, del motivo de una separación definitiva.
Trae a la reflexión el estado de indefensión que experimentan muchos niños, adolescentes y jóvenes, ante situaciones que por el momento no les es posible solucionar. Entonces le apuestan a su futuro, y hay quienes, como la niña de esta historia verídica, comienzan a tener conciencia y a intentar hacer algo por su propia cuenta.
Son difíciles estas etapas y muchos, en la educación y en la cultura, les sacan la vuelta. Más las de los adolescentes y jóvenes. Es de admirarse la labor de educadores que ponen su vocación y sus oídos atentos a las necesidades sociales y culturales en estas etapas.
Francesco Tonucci, pedagogo, investigador y dibujante italiano, concibe que en la educación a los niños hay que volver a los espacios públicos, devolviendo en su proceso de aprendizaje lo que los niños tienen como esencia natural: la curiosidad, el juego y la exploración libre. ¿Cuántos espacios públicos hay específicamente diseñados para los niños? ¿Qué espacios, que no sean los armados por los espacios comerciales, hay para los adolescentes y jóvenes?
Es necesario llamar la atención para atraer a estos públicos en el ámbito educativo y en el cultural. La necesidad de establecer conexiones con sus pares se les está dejando a los grandes comercios, mientras los espacios públicos se abandonan. Se necesitan lugares donde los jóvenes expongan trabajos que no sean en exclusiva los obligados de un fin de curso; pueden realizarse demostraciones de canto, exposiciones de obras plásticas, exhibiciones de baile o ferias del conocimiento.
Hagamos de los espacios públicos áreas para los adolescentes y jóvenes. Que logremos sacarlos de las redes que los agobian y entren en mundos sociales de interacción con sus pares, que es lo que necesitan al verse, muchos, agobiados por la vida y la visión, a ratos muy pesimista, de los adultos.