De mí no van a estar hablando
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Siempre debemos recordar que nuestra libertad empieza y termina justo donde comienza la libertad de la persona a nuestro lado
Voy a compartirle algo. Hace un tiempo, empecé a dejarme crecer el bigote en una forma un tanto peculiar; es lo que se conoce como bigote de manillar. De hecho, comenzó como un juego, una especie de broma en la escuela de gastronomía, pero me gustó tanto que continué con ese estilo.
Muchas personas se rieron cuando empecé a lucir mi bigote de esa manera, diciendo que me veía “ridículo” o “exagerado”, incluso llegaron a decirme que debido a mi profesión como cocinero, la barba y el bigote no encajaban. Pero a mí no me importó en absoluto. Mucho tiempo después, llegó la pandemia de coronavirus y con ella vino la obligación de usar cubrebocas, por lo que dejé de usar el bigote en ese estilo.
A medida que la pandemia fue pasando, volví a usarlo, y hasta ahora algunas personas siguen riéndose. Pero, al igual que al principio, no me importa. ¿Por qué debería dejar de hacer algo que me gusta solo porque a los demás no les parezca? ¿Por qué lo encuentran “ridículo”, “tonto” o incluso “ofensivo”? ¡OJO! Hay límites, por supuesto. No estoy diciendo que esté bien pasear desnudo por las calles... o tal vez tampoco esté mal, simplemente hay momentos y lugares para todo.
Siempre debemos recordar que nuestra libertad empieza y termina justo donde comienza la libertad de la persona a nuestro lado; el respeto siempre debe estar presente.
Si disfruta cantar, bailar, cocinar o lo que sea, aunque lo haga del asco, no importa. Es algo que le complace y eso es lo único que importa. El problema surge cuando se intenta “obligar” a otros a compartir el mismo gusto y se los convierte en víctimas o cómplices de la masacre que se realiza al llevar a cabo esos gustitos. Recordemos siempre dónde comienza y termina nuestra libertad.
Por esta razón, existen muchos malentendidos en este mundo. Yo no pienso ni pensaré igual que usted, y eso está perfecto, es lo mejor. Nadie piensa de la misma manera; existen diversos criterios, pensamientos diferentes y una multiplicidad de opiniones. También hay muchos tarados, pero eso es tema para otra escribida.
No se estrese intentando encajar en un mundo donde ni usted está diseñado para encajar y ni este mundo desea que encaje. Aquí no hay un solo equipo ni solo dos; no somos ni team cap ni el otro, el team frío o team calor. Hay un montón de equipos; la vida no es en blanco o negro, es un maldito arco iris, y en medio de eso, bastantes grises. Eso es algo que debe aceptar. Y si la persona a su lado no lo acepta, que le valga a usted, siempre y cuando no trate de imponer su forma de pensar, y ni usted la suya. Recuerde, “que la libertad empieza y termina...”
Lamentablemente, vivimos en una sociedad en la que, en lugar de aceptarnos, nos juzgamos inmediatamente. John Lennon decía: ‘Vivimos en un mundo en el que nos escondemos para hacer el amor, mientras que la violencia se practica a plena luz del día’.
A veces preferimos ocultar nuestras pasiones, lo que nos gusta, por miedo al que dirán, en lugar de disfrutar cada segundo de nuestra bella pero efímera existencia. Hemos evolucionado mucho, hemos logrado muchos avances, pero hemos olvidado cómo vivir realmente. Martin Luther King no podría haber expresado esta idea de manera más precisa: “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.
Si dice que el mundo nunca cambiará y que siempre será así, entonces le pregunto: ¿por qué no empieza a cambiar usted? “Sea el cambio que quiera ver en el mundo”, palabras más palabras menos de nuestro buen amigo Mahatma Gandhi.
Cuando un día piense en no hacer algo debido a lo que dirán o al miedo de parecer o hacer el ridículo, recuerde una canción que dice: “Una vez nada más, se entrega el alma, con la dulce y total renunciación”.
Así que, píntese el cabello del color que quiera, rápese, hágase mil tatuajes, cásese, divórciese, lo que le plazca, pero hágalo USTED, porque esta vida es suya y no vino aquí para hacer lo que los demás quieren o les gusta. Tampoco vino a hacer el ridículo; vino a disfrutar, a vivir. Salga a la calle y viva su vida. Claro, si así lo desea, porque al fin y al cabo, esta es solamente mí siempre y nunca jamás humilde opinión. Y usted... ¿Qué opina?
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