De tales padres, tal hija
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La historia de éxito profesional de la legendaria pareja de científicos Pierre y Marie Curie, galardonados con el Nobel de Física 1903, conjuntamente con Henri Becquerel; que ubicó a Madame Curie como la primera mujer laureada con dicho reconocimiento y la primera en obtenerlo en dos ocasiones, pues repitió en lo individual, en 1911 con el Nobel de Química, se reiteró en su hija Irene Joliot-Curie, que junto con su esposo Jean Frédéric Joliot les fue otorgado el prestigiado reconocimiento de Química en 1935, por su investigación de nuevos elementos radiactivos.
Irene fue la hija mayor del matrimonio Curie, nació en París, en donde realizó desde sus estudios primarios, hasta los de Física, Matemáticas y Doctorado en Ciencias en la Sorbona de París.
En 1914, estalló la Primera Guerra Mundial. Los hospitales de campaña no contaban con máquinas de rayos X. Madame Curie diseñó las “Ambulancias Radiológicas” mejor conocidas como “Petit Curie”, con las que auxiliaban a los médicos del campo de batalla. Irene a los 18 años, se convirtió en la asistente de su madre.
Esta colaboración en las ambulancias la familiarizó con la radiología que fue de gran apoyo al servicio médico militar, lo que, al concluir la guerra, le valió la “Medalla Militar” y fue nombrada Asistente de Madame Curie en el Instituto de Radio de París que más tarde se denominó “Instituto Curie”.
Frédéric Joliot era un científico asistente de su madre, con quien Irene contrajo matrimonio en 1926. Irene realizaba investigaciones de manera conjunta con su esposo: en 1932 trabajaron en la investigación de neutrones; en 1934 ambos descubren la radioactividad artificial o ionizante.
Por estos descubrimientos les fue otorgado a Irene y Frédéric el Premio Nobel de Química 1935, un año después de la muerte de su madre.
Irene participó activamente en la política francesa, se comprometió seriamente en los movimientos antifascistas y en 1936 fue nombrada subsecretaria de Estado para Investigación Científica.
Durante la Segunda Guerra Mundial, a pesar de la ocupación alemana, se quedó en Francia por su salud, resguardo de investigaciones y el radio, así como, para proteger a investigadores judíos y a la resistencia.
Después de la explosión de la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki, fue una convencida activista contra el uso militar de la energía nuclear.
Sus simpatías con el Partido Comunista Francés, en el que nunca militó, pero su esposo sí, le acarrearon tantos problemas que, en 1951 la apartaron de la Comisaría atómica y 4 veces fue rechazado su ingreso a la Real Academia de Ciencias.
Su última creación fue el centro de investigación universitaria de Orsay, para construir un acelerador de partículas. En 1956 falleció de leucemia, que contrajo por la sobreexposición a las radiaciones.
Una mujer adelantada a su tiempo que siguió el ejemplo, experiencia e investigaciones de sus padres, trasladándolas a una etapa superior. Marcó un hito en el desarrollo de la física nuclear que contribuyó al progreso en investigación, medicina y fabricación de armas.
min.mblr@gmail.com