Desaparición forzada: La búsqueda de justicia y verdad sin fronteras
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El tiempo en nuestra lucha por verdad y justicia ha jugado en contra. Llevamos más de una década recorriendo este camino de impunidad
Hace más de 16 años que busco a mi hijo Dan Jeremeel, junto con miles de familiares de toda la república, pero también a migrantes que sólo iban de paso a Estados Unidos. Juntas hemos caminado por todo el país y por distintas partes del mundo para llevar la voz de quienes no están y siguen esperando que el Estado los rescate y los regrese a casa.
El tiempo en nuestra lucha por verdad y justicia ha jugado en contra. Llevamos más de una década recorriendo este camino de impunidad. Nuestra incansable batalla nos ha llevado a lugares inimaginables: marchas, búsquedas, foros, investigaciones y más. Puedo asegurar que, por necesidad, nos hemos convertido en expertas para poder defender nuestros derechos.
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No podemos pensar que la desaparición sólo ha afectado a México; está presente en muchos países. Lo tengo claro porque estuve en el primer Congreso Mundial sobre Desapariciones Forzadas, donde víctimas de varios países compartimos nuestras experiencias.
En Ginebra, donde se desarrolló este congreso, tuve la oportunidad de compartir mi experiencia representando a México. Resumir todo lo que he vivido a lo largo de más de una década no fue fácil. Hablar sobre lo que hemos hecho como familias, lo que se ha logrado, los obstáculos y todo lo que queda por hacer me permitió tomar fuerza para no dejar de insistir. Por más complejo que sea, no podemos dejar de buscarles, conocer la verdad, exigir justicia y evitar que vuelva a repetirse.
Mi intervención abordó el trabajo que hemos realizado como familiares de personas desaparecidas. Ha sido y sigue siendo la herramienta más efectiva para avanzar en la exigencia de nuestros derechos frente a las autoridades.
Desde que nuestros familiares desaparecieron, no hemos dejado de alzar la voz ni de exigir justicia. Salimos a las calles, marchamos cada 10 de mayo, organizamos veladas por las buscadoras asesinadas y participamos en marchas espejo. Todas estas acciones nos han permitido visibilizar que nos faltan miles de personas, crear conciencia en la sociedad y exigir al Estado respuestas.
Nuestra lucha ha logrado avances en la legislación, pero aún enfrentamos obstáculos. Antes, la desaparición ni siquiera era reconocida como delito en México. Gracias a nuestra insistencia, se lograron leyes como la Ley General en Materia de Desaparición, la Ley de Víctimas y la Ley de Identificación Forense de Coahuila. Sin embargo, seguimos exigiendo que se cumplan en la realidad y no queden como letra muerta.
También nos hemos convertido en buscadoras, aunque está claro que es una obligación del Estado. Nos ha tocado asumirla desde que sucedieron las desapariciones, utilizando nuestros propios medios y recursos para salir a buscarles. Como familias, hemos hecho búsqueda e investigación y exigimos que siempre se busque primero en vida.
Otro de los avances que hemos logrado es en la identificación, que debe ser prioritaria y con enfoque humanitario para poder devolverles su nombre. Por ello, en este camino, las familias hemos impulsado medidas y mecanismos de identificación, como el Centro Regional de Identificación Humana.
Cabe mencionar que no estamos solas en este esfuerzo. Hemos tejido redes importantes de apoyo con organizaciones nacionales e internacionales que nos han acompañado y han ayudado a incidir políticamente.
Uno de los mayores obstáculos que enfrentamos es la impunidad total en México. Hay más de 120 mil personas desaparecidas en el país, frente a sólo 42 sentencias condenatorias por este delito. Sin duda, es una deuda pendiente que deja la puerta abierta a más desapariciones, al no haber investigación ni sanción para los responsables.
Es importante mencionar que la lucha de las víctimas en Coahuila ha sido incansable. Hemos buscado sin parar en todos estos años, exigiendo a las autoridades y logrando avances, pero aún quedan muchas deudas pendientes.
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El diálogo con las autoridades no ha sido fácil, pero ha sido una herramienta fundamental para exigir y trabajar en conjunto. En Coahuila hemos logrado avances significativos: tenemos un amplio marco normativo, una política única en el país para la atención de las necesidades básicas de las víctimas llamada PROFADE, y recientemente hemos consolidado un programa único para la atención de necesidades prioritarias de nuestra agenda.
Ha sido una estrategia para llegar a acuerdos en los temas que nos preocupan como familias. Sin duda, puedo afirmar que hemos llevado el diálogo con respeto y con amor por nuestras personas desaparecidas, a quienes seguimos buscando. Hasta hoy, hemos logrado cambios, pero seguiremos sin descanso hasta encontrarles.
La autora es directora Ejecutiva de Búscame. Buscando Desaparecidos México
Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH