¿Día del Niño o Día de las Infancias?

Opinión
/ 20 noviembre 2022

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) eligió el 20 de noviembre para celebrar el día internacional del “niño”, y conmemorar así el aniversario de dos tratados internacionales: la Declaración Universal de los Derechos del Niño (1959) y la aprobación de la Convención de los Derechos del Niño (1989). Esta conmemoración es una fecha clave para concientizar a la población sobre los derechos de las infancias permitiendo que la niñez conozca y se apropie de sus derechos. Asimismo, es un momento favorable para exhortar a las instituciones del “mundo adulto” a respetarlos y promoverlos.

En este contexto, vale la pena cuestionarnos ¿Cuál es la situación actual de la niñez mexicana? De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), “en México viven casi 40 millones de niños, niñas y adolescentes que representan el 35 por ciento de la población y de cuyo bienestar hoy, dependen el desarrollo presente y futuro del País. Más de la mitad de ellos se encuentra en pobreza (51.1 por ciento)”. La pobreza infantil supone una alerta permanente porque tiene consecuencias irreversibles al comprometer el desarrollo físico y cognitivo de las y los menores de edad, toda vez que se les expone al abandono escolar, a no tener una dieta adecuada o suficiente y a la mortalidad por enfermedades prevenibles o curables.

Otro dato llamativo es la poca atención que las instituciones prestan a la denominada “primera infancia”, esto es, de los 0 a los 5 años, un periodo crucial para el desarrollo futuro de las personas porque en esta etapa de la vida el cerebro se desarrolla rápidamente y experimenta intensos procesos de maduración física, emocional y cognitiva. Pese a la importancia de esta etapa, en nuestro país se identifica que 12 por ciento de las niñas y niños menores de 5 años padece desnutrición crónica, únicamente el 30 por ciento recibió lactancia materna exclusiva durante sus primeros 6 meses de vida, un evento que incide en el desarrollo físico y emocional de los infantes.

Por si este panorama no fuera suficientemente desolador, México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil. Los últimos registros de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2021) revelan que el 18.8 por ciento de las niñas y niños de entre 5 a 11 años de edad presenta sobrepeso y obesidad, un factor que traerá problemas de desarrollo, salud y mortalidad.

El 20 de noviembre es una fecha que nos da la posibilidad de revisar el trato que le damos a nuestras infancias presentes y futuras, al mismo tiempo es una oportunidad para extender el horizonte de derechos y de reivindicaciones en nuevos espacios. Por ello, resulta de primer orden cuestionar los alcances y límites de una Declaración y una Convención gestadas en una matriz adultocéntrica, diseñada desde la visión de los mayores de edad y donde la niñez figuraba como objeto y no como sujeto de protección. En estos tratados se advierte una marcada visión eurocentrista porque se desarrolla a partir de la experiencia de Europa occidental y no se incluyen infancias de otras latitudes con problemáticas específicas, como las que tienen América Latina o África. También pueden calificarse de clasista porque ambos documentos se escriben desde la pluma del privilegio, sin considerar las diferencias socioeconómicas y la pobreza en la que se encuentra un número importante de niñas y niños a nivel mundial; y finalmente, destaca con especial énfasis la falta de perspectiva de género al invisibilizar a las niñas. Todos estos aspectos son atribuibles al momento histórico en el que nacieron, pero insostenibles en nuestros días.

Hoy necesitamos problematizar, sensibilizarnos y enriquecer la mirada desde una óptica interseccional que reconozca las particularidades étnicas, socioeconómicas, de clase y de género, para ello es clave desnaturalizar las desigualdades y promover políticas públicas inclusivas que respeten las experiencias heterogéneas y múltiples de la niñez. Por eso el día del “niño” se redefine como “el Día de las Infancias” reconociendo y celebrando así todas las expresiones que ocurren en esta etapa de la vida. De igual forma, es el momento idóneo para exigir políticas públicas que garanticen infancias libres, sanas y felices. Recordemos que la niñez debe estar en el centro de la agenda pública, privada y social si se quiere alcanzar un México próspero, justo e incluyente para todas las personas.

La autora es directora del Centro de Estudios Civiles y Políticos de la Academia Interamericana de Derechos Humanos

Este texto es parte del proyecto de Derechos Humanos de VANGUARDIA y la Academia IDH

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