Ecos de la pandemia

Si bien es cierto que estamos un poco cansadas de hablar de la pandemia, tengo meses haciendo una revisión de todo lo que viví en ese tiempo y me doy cuenta que el tiempo del encierro valió completamente la pena. En este espacio de escritura, nuevo para mí porque vengo de las artes visuales, les compartiré experiencias, obra y temas de artistas de habla hispana, a quienes conocí a través de mi proyecto Diario de un encierro y que me enseñaron a crear sin prejuicios.

El viaje de este proyecto comenzó en mayo del 2020. El primer lugar al que arribó fue con mis amigas que vivían lejos de Saltillo. Una de ellas, Raquel Villar Pérez –curadora y especialista en fotografía contemporánea que vive en Inglaterra– invitó a Gaby Messina –fotógrafa argentina y docente de arte–. Messina decidió no mostrar su obra, sino compartir algunos proyectos de sus alumnas. El reconocimiento que les brindaba me pareció pertinente, necesario y sobre todo afectuoso. Caigo en cuenta de que Gaby fue el primer espejo en el que me vi.

En febrero 2022 Ivanna Medehini se unió al proyecto. Antes de empezar su participación, me compartió que, por razones personales, mucho antes de la pandemia ella ya estaba encerrada. Sin indagar mucho en el por qué, traté de darle un acompañamiento mucho más cercano y amable. Quizá, más que ella, era yo quien lo necesitaba. Al paso de los días descubrí obras llenas de catarsis y libertad, de experimentación, de memorias y duelo. Sus collages son explosivos; sus fotografías son melancólicas. Descubrí que encontrarse sola en un espacio familiar y generar tal cantidad de piezas es un gran acto de valentía.

Desde un lado más “ameno”, María Edith Pereira –fotógrafa boliviana– compartió su obra en diciembre 2021, jugaba con la idea del viaje a través autorretratos en diferentes espacios de su casa. En esta práctica anecdótica y recreativa que realizó en las primeras semanas de confinamiento, también plasmó la terrible realidad de muchos países: equipo médico deficiente para el personal de salud y fronteras cerradas por el control sanitario.

Sigo tratando entender los ecos que me dejó la pandemia. Pero si de algo estoy segura, es que gracias al diálogo y la obra de las artistas visuales con las que me encontré, pude sentir que la confianza, la libertad, la admiración, la entrega y los afectos son el estandarte para la lucha amorosa de abrir espacios en donde todas seamos posibles.