El color del compañerismo
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En la mayor parte de nuestra existencia, dedicamos tiempo al trabajo, realizando actividades que dan sentido a nuestra vida y desarrollando quehaceres significativos que fortalecen nuestra identidad única. El trabajo no es una maldición; más bien, es una fuente de significado que ofrece oportunidades para aprender, crecer y mejorar como seres humanos. A través de nuestros talentos y creatividad, contribuimos a construir nuevas realidades que antes no existían, como arquitectos de nuestro propio ser.
El trabajo nos conecta con nuestra humanidad al darnos la capacidad de crear y hacer el bien, permitiéndonos abrirnos y relacionarnos con los demás. Además, nos brinda la oportunidad de enfrentar con éxito los desafíos más difíciles de la vida.
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Cuando realizamos nuestras labores con amor, compromiso y solidaridad, éstas se vuelven trascendentales. Servir con dedicación y generosidad infunde un nuevo significado a la existencia, haciéndonos merecedores de vivir plenamente en este mundo.
En este contexto, no existen trabajos deshonrosos; lo que realmente importa no es la naturaleza del trabajo o la profesión en sí, sino la forma en que lo realizamos.
ANTES Y DESPUÉS
Insisto, a través del trabajo moldeamos nuestra identidad y tenemos la capacidad de perseguir los sueños más profundos, llevando a cabo nuestro proyecto de vida. El trabajo honesto permite vivir con dignidad y dejar una marca duradera en nuestro entorno.
¿QUÉ PASA?
La vida exige mucho y el trabajo es uno de los espacios donde podemos responder con compromiso y gratitud. Sin embargo, a pesar de los beneficios que trae consigo, muchas empresas y organizaciones, tanto públicas como privadas, enfrentan desafíos significativos. El desinterés por atender bien a los clientes, la falta de responsabilidad entre los colaboradores, y un ambiente laboral marcado por la incompetencia y la falta de apoyo mutuo son problemas comunes.
Este fenómeno puede atribuirse a varios factores: la falta de respeto y apoyo entre los colaboradores, la mentalidad de hacer lo mínimo necesario, las rivalidades y los conflictos internos, la lucha por el poder, la ausencia de cordialidad, y una actitud deficiente hacia la prestación del servicio. En resumen, la falta de dirección y propósito claro en las tareas diarias contribuye a esta grave situación.
Es fundamental abordar esta realidad para mejorar tanto el ambiente laboral como la calidad del servicio ofrecido a los clientes. La colaboración, el respeto mutuo, y una cultura organizacional que valore la excelencia y el servicio podrían marcar la diferencia en la transformación de estas dinámicas negativas.
UNA CARTA PARA TODOS
En este contexto, comparto una hipotética carta en la cual un colaborador escribe a un compañero de trabajo...
Estimado compañero:
Quiero comenzar esta carta recordándote que si queremos brindar un servicio excepcional a nuestros clientes, primero debemos aprender a servirnos mutuamente dentro de nuestra propia empresa.
Como tú, soy una persona con sueños, proyectos, talentos y debilidades. Estoy aquí no solo para sostener a mi familia, sino también para realizarme como ser humano, para poner en práctica los principios sagrados del trabajo. Ambos tenemos la bendición de poder servir y ser útiles a los demás.
Para mí, el entorno laboral representa un espacio donde puedo ser creativo, proactivo y contribuir positivamente a nuestra comunidad y a ti, como mi colega.
Te pido, de favor, que al inicio de cada jornada me devuelvas el saludo con cortesía. Este pequeño gesto es el primer paso para establecer una relación respetuosa y amigable durante todo el día.
Ambos pasamos la mayor parte de nuestras vidas en la empresa, por lo tanto, nos debemos consideración y respeto mutuo.
Cuando te solicite algo o te llame, te pido paciencia y comprensión. La comunicación es crucial para nuestro trabajo conjunto y para el éxito de nuestra empresa. Entiendo que todos enfrentamos presiones y responsabilidades, pero solo trabajando colaborativamente podemos asegurar que todo funcione de manera adecuada para cumplir con las expectativas de nuestros clientes.
Cuando prometas proporcionarme información, servicio o colaboración, te ruego que cumplas con tu palabra. Nuestro éxito depende de cada uno de nosotros y de nuestra capacidad para cumplir con nuestras responsabilidades de manera consistente. Nuestros clientes confían en nosotros.
Cuando te pida algo, no lo hago como un favor personal, sino porque es esencial para nuestra labor.
No te pido hacer algo que yo mismo no esté dispuesto a hacer. El ejemplo tiene más impacto que las simples órdenes o peticiones de apoyo. Si actuamos con integridad y responsabilidad, tenemos la autoridad moral para esperar lo mismo de los demás.
Te invito a ser mi compañero de trabajo. No necesitamos ser amigos, pero sí podemos trabajar juntos con amabilidad y cortesía, evitando la arrogancia o la indiferencia. Esto hará que nuestro entorno sea más placentero y productivo para todos.
Si alguna vez digo o hago algo que te moleste, te pido que me lo hagas saber directamente. Prefiero recibir críticas constructivas que me ayuden a mejorar, en lugar de rumores, chismes o habladurías a mis espaldas. Ofrezco lo mismo en retorno, con la intención de crecer y apoyarnos mutuamente.
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No veas en mí a un competidor. Acepto que nuestras personalidades puedan no coincidir, pero es crucial que no permitamos que esto afecte nuestro desempeño profesional. La empresa nos ha contratado por nuestra capacidad para hacer bien nuestro trabajo, no por nuestras preferencias personales. Debemos demostrar madurez y profesionalismo.
Siempre habla con respeto de mi persona, de nuestros colegas, superiores y de la empresa en general. Las críticas destructivas solo reflejan mal en quien las emite y no contribuyen en nada positivo para acrecentar la productividad laboral, tanto la tuya como la mía.
Nuestra misión es hacer que cosas buenas sucedan, crear valor y asegurarnos de que nuestros clientes siempre se sientan orgullosos de nosotros.
Piensa en el bien común y en superar las expectativas de nuestros clientes todos los días.
Agradezcamos a la vida por el trabajo que tenemos y la oportunidad que la empresa nos brinda para crecer y realizarnos como personas productivas y responsables.
Si trabajamos juntos con excelencia, entusiasmo y dedicación, podemos asegurar que nuestros nombres serán mencionados con respeto y reconocimiento, sabiendo que estamos dejando una herencia valiosa para las generaciones futuras.
La mejor manera de trabajar y garantizar la calidad en la presentación del servicio en nuestra empresa es cuando todos los colaboradores nos reconocemos como compañeros. Cuando somos conscientes de que cada acción que realizamos tiene como objetivo hacer que los clientes simplemente sonrían y agradezcan habernos elegido.
Te pido, y también me exijo a mí mismo, trabajar como se debe. Sencillamente, como Dios manda. Gracias por tu amable atención.
ENTONCES...
Cada huésped (cliente) que se atiende debería experimentar el “color invisible” del compañerismo dentro de la empresa: ya sea el rojo intenso de la pasión laboral, el naranja que irradia amigabilidad, el amarillo que transmite alegría, o incluso el verde que simboliza esperanza. En definitiva, podría ser cualquier color del arcoíris que comparta un matiz cálido capaz de comunicar la grandeza incomparable de la solidaridad, la frescura de la colaboración laboral y el genuino brillo de la camaradería.
Estos inigualables colores representan el compañerismo reflejado en la visión compartida de la empresa, manifestada por la unión de esfuerzos, la armonía en las acciones cotidianas y la genuina empatía hacia todas las personas que son consideradas clientes, quienes son el corazón mismo del propósito laboral de cualquier profesional.
cgutierrez_a@outlook.com
Programa Emprendedor
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