El mundo arde, mientras en México... Claudia juega a la comidita

Opinión
/ 9 abril 2025

Falta probar cómo este ‘experimento’, de instalar al menos un millón de estufas en el país, no será otro fracaso como el llamado Gas Bienestar

Mientras Donald Trump utiliza el arma de los aranceles para forjar un nuevo orden global con EU a la cabeza, las bolsas de valores asiáticas y europeas caen al suelo ante el pavor de una guerra comercial como antesala a una recesión económica de proporciones inimaginables y EU impone un arancel −a partir de hoy− del 104 por ciento a China, su rival más feroz y competitivo para controlar el mundo a partir de esta primera mitad del siglo 21.

En México, sin embargo, es otro cantar. Las conferencias mañaneras de la Presidenta encapsulan a nuestro país, quizá por ser el décimo más feliz del mundo, en otra dimensión galáctica: En ese sentido cósmico, Sheinbaum nos alecciona: “...el Tren Maya es este vínculo, es Kukulkán (la Serpiente Emplumada) caminando por la selva, vinculando a los mayas de antes con los mayas de ahora”.

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Y para alcanzar la autosuficiencia energética, entre otras estrategias, Claudia nos dice: “si se consume menos electricidad, se va a pagar menos...”. En ese espíritu de aluxes (duendes traviesos en la tradición mitológica maya), Sheinbaum anunció, hace cuatro días en una comunidad rural michoacana, “el arranque del Programa Nacional de Estufas Eficientes de Leña para el Bienestar; con una inversión inicial de 100 millones de pesos para 16 mil 500 estufas”. La meta es alcanzar al menos un millón de estufas en todo el país con un total de 6 mil millones 60 mil 600 pesos.

Ese día, dos aplaudidores profesionales festejaron la decisión presidencial: la secretaria de Energía, Luz Elena González Escobar, destacó que las estufas de leña calientan en menos tiempo y cuidan el medio ambiente y sustituirán a los fogones tradicionales. Y el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, afirmó que esta acción “conjunta el conocimiento ancestral, la ciencia y la política transformadora”. Entre sus aplausos y los gritos de los niños de la comunidad purépecha, “Nana Claudia! ¡Nana Claudia! ¡Nana Claudia! (nana significa madre)”, el corazón de la Presidenta se encogía, porque ella recordaba que su tesis de licenciatura en física llevó el título de “Estudio termodinámico de una estufa doméstica de leña para uso rural (1988)”. “¡Qué bonito!” −pensó Claudia−. “Nunca imaginé aterrizar mi proyecto de tesis de hace 27 años en una comunidad indígena marginada y pobre”.

En ese momento, una mujer de origen purépecha, presente en el evento, pensó: “Gracias por la estufa que dizque ecológica, doña Presidenta, aunque la hubiera preferido de energía solar. Pero ¿no será esto un distractor para desviar la atención de las noticias sobre el campo de exterminio encontrado en Teuchitlán, Jalisco? ¿O para echar una cortina de humo (de leña, obvio) por la acusación de la ONU contra el Estado mexicano por tener una crisis de desaparición forzada, es decir, instrumentada −por omisión o comisión− por agentes del Estado o por personas y grupos que actúan con su apoyo o consentimiento? ¿O ‘maybe’ (la mujer está recién deportada de EU, donde vivió 20 años indocumentada) es para echarle tierrita a los 10 millones de litros de huachicol decomisados en un barco en el sur de Tamaulipas?”.

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Falta probar cómo este “experimento”, de instalar al menos un millón de estufas en el país, no será otro fracaso como el llamado “Gas Bienestar”, o el cómo contribuirá a la autosuficiencia energética del país sin emitir gases o partículas tóxicas como el metano, óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y compuestos orgánicos volátiles, entre otros, que agravan aún más el efecto invernadero global.

Lo dicho: mientras el mundo arde para forjar un monstruo de rostro todavía desconocido, un México, ensoñador y feliz, juega a la comidita con estufas de leña ecológicas en comunidades indígenas atravesadas por una violencia criminal cotidiana e irresoluble.

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