Flores
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23 de abril, Día Mundial del Libro.
Es una ciudad de seis mil habitantes ubicada en el medio oeste de los Estados Unidos, sobre la calle principal se levanta un edificio clásico con sus columnas; es la biblioteca pública. Relato a continuación una experiencia que viví en esa pequeña comunidad. El día del fin de cursos en las escuelas primarias, después de la ceremonia correspondiente, en una acción coordinada, los alumnos en compañía de sus maestras y sus papás acuden a la biblioteca donde se registran los niños para participar en las actividades de verano. Una rebanada de pizza gratuita es uno de los incentivos para motivar a los asistentes.
La biblioteca de varias plantas se encuentra muy bien equipada, con personal capacitado y de una excelente actitud, mobiliario y equipo en óptimas condiciones, magnífica iluminación donde impera la limpieza, y con un buen acervo tanto de libros como de otros materiales.
Está alfombrada y cuenta con una sala exclusiva para niños, quienes son atendidos por el personal y donde pasan un rato agradable y constructivo. Otra sala para los adultos cuenta con mesas y cómodos sillones que hacen agradable la lectura —hábito considerado burgués por el “ilustre” Max, o Marx Arriaga—, donde diariamente es posible encontrar algunos de los periódicos más importantes como: el “New York Times”, el “Wall Street Journal”, y “USA Today” entre otros.
Asimismo, se pueden leer los diarios a nivel estatal y local, además de las revistas de mayor renombre, y desde luego hay una gran variedad de libros. En un espacio aparte, se encuentran las novedades de los diferentes géneros literarios. Los libros, tanto para niños y adultos son prestados sin costo mediante un trámite muy sencillo, mostrando la credencial expedida por la biblioteca. Continuamente, a través de una pantalla dinámica se informa a los usuarios sobre las diversas actividades que se ofrecen tales como: talleres, conferencias, festivales, conciertos, etc. Y el dinero, ¿de dónde sale para sostener todo esto? Ignoro los detalles, pero en esta ciudad, la carga impositiva está relacionada con el valor de los bienes inmuebles, de modo que si su precio sube, aumenta el impuesto.
Los impuestos son gravosos, pero la gente los paga porque sabe que están bien manejados y los resultados se aprecian en servicios de calidad como en la educación y en este caso en la biblioteca.
Los cursos de verano motivan a los niños a la lectura, siendo ésta una fecunda semilla que con el tiempo rinde generosos dividendos, que hacen posible la formación de mejores ciudadanos y en consecuencia una sociedad más educada, lo que conlleva enormes beneficios.
Sé que no podemos extrapolar esta experiencia a nuestra realidad, sólo quiero decir que México no es un país pobre, lo que pasa es que, por un lado, estamos muy mal administrados, y que el dinero público se ha manejado en no pocas ocasiones, de forma ineficiente en programas y proyectos de escasa rentabilidad social, y por el otro, para nuestras autoridades parece que las bibliotecas no son prioritarias, aunque estos espacios dedicados a la lectura ayudan a formar un mejor país.
¿Cuánto presupuesto se destina a las bibliotecas? ¿qué acervo tienen estas últimas? ¿qué estado guardan sus instalaciones? ¿se les da un adecuado mantenimiento? Con un aumento al dinero que se les asigna, se tendrían buenos resultados. Esto no es una crítica al personal de las bibliotecas, lo que pasa es que no es posible hacer milagros sin recursos.
Las obras de infraestructura material resultan atractivas para los políticos, pues buscan ganar simpatías con la gente, empero la infraestructura cultural es muy importante también, pues mediante ella, se está sembrando una semilla que con el tiempo dará frutos abundantes en beneficio de la sociedad. El gobierno en sus tres niveles puede fomentar la lectura, sin recurrir a grandes erogaciones. ¿Veremos a nuestros políticos algún día, dedicar más atención y recursos a las bibliotecas públicas y a fomentar la lectura?