Generación enaltecida, pero desinflada

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Nos enfrentamos a un grupo mayoritario de adolescentes con serios problemas de salud mental, sufriendo niveles altos de ansiedad, depresión e ideación suicida. En un estudio titulado Low self-esteem and its association with anxiety, depression, and suicidal ideation in vietnamese secondary school students: a cross-sectional study (Baja autoestima y su asociación con la ansiedad, la depresión y la ideación suicida en estudiantes vietnamitas de secundaria: un estudio transversal) y publicado por la revista Psychiatry en el año 2019, se demuestra que hay relación directa entre la autoestima de los adolescentes y un alto riesgo de sufrir problemas de salud mental.
¿Qué es la autoestima? Es la opinión que tenemos de nosotros mismos. En otras palabras, es la autopercepción de cómo nos valoramos en forma positiva o negativa. Cuando tenemos una autoestima saludable, nos apreciamos en forma positiva y enfrentamos a la vida con optimismo. Sin embargo, si nuestra autoestima es baja, nos vemos en forma crítica y destructiva. Nos hace inseguros para enfrentar los retos del mundo y nos encerramos en nuestro yo.
La autoestima se construye desde la niñez a través de mensajes que recibimos de nuestra familia, maestros, amigos y medios sociales. Y estas palabras pueden crear percepciones propias fuertes o débiles. Existe un término que define a nuestros hijos como “generación trofeo”, en otras palabras que son merecedores de todo sin ganárselo.
Los psicólogos reconocen que la adolescencia es una de las etapas más rápidas y peligrosas del desarrollo humano. Se caracteriza por cambios físicos, sociales y cognitivos que afectan la autoestima en forma positiva o negativa. La autoestima es uno de los aspectos emocionales más preocupantes de los padres hoy. Buscan a toda costa que los hijos tengan una autopercepción alta de ellos mismos y piensan que evitando enfrentar fracasos y derrotas será la mejor forma de cuidar su autoestima. Entonces, muchos de ellos toman un camino equivocado ya que la verdadera autoestima se “gana y no se regala”. Gritarles que son “campeones” o decirles que son las bailarinas “más grandes del mundo” o los “mejores matemáticos de todo el colegio” no son las mejores ideas para fortalecer su autoestima. Solamente los estamos enalteciendo y pensarán que son los mejores, pero al enfrentarse a un pequeño fracaso se poncharán, como una llanta desinflada.
Hay varios estudios que nos indican niños y adolescentes que nacen con talentos y tienen grandes éxitos con muy poco esfuerzo, están más predispuestos a desarrollar una autoestima muy inflada, pero incapaces para soportar pequeñas frustraciones. Y por consecuencia, su autoestima se deteriora y vivirán una adultez llena de fragilidades emocionales, adicciones e inseguridades. Aún los genios y superdotados en alguna capacidad cognitiva, intelectual, física, artística o emocional deben exponerse a situaciones adversas para que desarrollen su resiliencia y tolerancia a las frustraciones.
Quiero dar gracias a mis padres que me enseñaron tener una actitud alegre, con esfuerzo y esperanza ante la adversidad. Les doy gracias por no inflarme, sino desarrollar en mí una autoestima sana y real que me ha ayudado a enfrentar obstáculos con resiliencia y perseverancia a pesar lo difícil que sean. Considero que esta fortaleza es la gran herencia que ellos me enseñaron y transmitieron. Muchas gracias.