Giorgia
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Giorgia tiene 47 años y estuvo a punto de no nacer, pero justo cuando su madre iba a practicarse el aborto, se arrepintió. Giorgia dice que su madre es una mujer culta, de carácter, y que cuanto es se lo debe a ella. Tiene una hermana mayor, Arianna, con la que tiene profundos lazos afectivos y un dolor por la ausencia de su padre, que las abandonó. Lo expresa en su libro biográfico: “Lo que me dolía era su indiferencia, su total desinterés hacia nosotras. Crecí con la idea de que no merecía nada y mi reacción fue trabajar duro para demostrar lo contrario”. A los once años, decidió no ver nunca más al padre. Tiene una hija pequeña, Ginebra, de su amor con el periodista Andrea Giambruno, de quien recientemente se ha separado. Quienes la conocen dicen que si no hubiera crecido con la herida provocada por el abandono de su padre, no se habría vuelto tan dura y exigente con ella misma. Y no habría llegado al sitio que hoy ocupa.
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Giorgia Meloni el 25 de septiembre de 2022 se convirtió en la primera mujer jefa del Gobierno de Italia, cuando su partido, Hermanos de Italia obtuvo el 26% de los votos, más la suma de los obtenidos por sus dos aliados, la Liga Norte y Forza Italia. El 21 de octubre tomó posesión del cargo. Hoy cuenta con el consenso de la mitad del país, 49.5%. A su gobierno le dan el 52% y a ella el 53%. Encabeza el primer gobierno de extrema derecha desde la época de Benito Mussolini. Meloni es una mujer de récords. A los 15 años militaba en el Frente de la Juventud, sección juvenil del Movimiento Social Italiano (MSI), el partido neofascista dirigido por Giorgio Almirante, exministro de Mussolini; en 2004 fue la primera mujer que presidió Acción Juvenil del partido Alianza Nacional (AN), sucesor del MSI; en 2006, fue la vicepresidenta adjunta más joven de la Cámara de Diputados, y en 2008 fue nombrada por Silvio Berlusconi titular de la cartera de Juventud, con 30 años, la ministra más joven de la historia de la República italiana. En 2012, por discrepancias con el Pueblo de la Libertad, Meloni fundó Hermanos de Italia (FdI, por sus siglas en italiano), nombre que se inspira en el primer verso del himno nacional, y, dos años más tarde, accedió a la presidencia del partido que, ganó las elecciones del 25 de septiembre de 2022. La primera vez que participó, en 2013, solo consiguió un 2 %. Los italianos mandaron a paseo a la izquierda y se volcaron por la extrema derecha. Gobernar Italia no es miel sobre hojuelas. Meloni reconoce que el país tiene una crisis más fuerte que la situación vivida después de la Segunda Guerra Mundial, no sólo por la crisis energética que abate al país sino por la inflación. Destacó la enorme deuda pública del 145% del producto interno bruto y las malas políticas implementadas por el expremier Silvio Berlusconi, uno de sus principales aliados. Subraya que la deuda solo se puede abatir con crecimiento, no con “una ciega austeridad” y estima que el préstamo millonario que le hizo la Unión Europea a Italia, es una oportunidad fuera de serie para modernizar al país.
En su primer discurso ante los diputados habló de una revolución de la economía, con soberanía alimentaria, soberanía tecnológica, con el valor estratégico de la “italianidad” y con menos burocracia. Eficientar, para decirlo de un jalón. También destacó que el lema de su gobierno sería “no molestar a quien quiere hacer”, destacando la relevancia de la simplificación y desregulación de los complejos procesos administrativos. Prometió reducir la presión fiscal con la implementación de algunos impuestos de tasa única y una tregua fiscal, y por otro lado, combatir la evasión fiscal. De la UE afirma que es “una casa común para hacer frente a los retos que los Estados miembros difícilmente pueden afrontar solos”. Confirmó la ayuda italiana al “valiente pueblo ucraniano”, y prometió que Italia seguirá siendo “un socio fiable de la OTAN en apoyo de Ucrania, que se opone a la agresión de Rusia”. Se opone también al chantaje de Vladimir Putin en materia de energía.
Tampoco ha tenido empacho en dejar bien claro, no obstante de venir de un partido postfascista, que nunca he tenido ninguna simpatía o cercanía por los regímenes antidemocráticos. “Por cualquier régimen, incluido el fascismo”. Asimismo, destaca que sus rivales son los “burócratas” de Bruselas, el colectivo LGBT o la “izquierda de salón”, mientras admira a la Rusia de Vladímir Putin por compartir el “sistema de valores europeos, defender el cristianismo y combatir el fundamentalismo islámico”.
También ha anunciado que propondrá al Parlamento la elección directa del presidente de la república, como ocurre en Francia. Es tajante en cuanto a que: “No hay mediaciones posibles, se dice sí o no. Sí a la familia natural, no al lobby LGBT; sí a la identidad sexual, no a la ideología de género; sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte; sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islámica; sí a fronteras seguras, no a la inmigración masiva”. La alianza de Italia con Estados Unidos ha tenido su consolidación práctica. Uno de sus primeras visitas como primer ministra fue al presiente Joe Biden, en la que expresó su solidaridad con occidente. Su partido pertenece a la internacional de ultraconservadores. Los retos que tiene por delante son enormes, pero posee el talante y la determinación. Le ha aconsejado a su hija decir siempre la verdad. Esto la pinta de cuerpo entero: “Decir la verdad puede ser doloroso a veces, pero solo si crees en algo podrás defenderlo. Así que, cuando sea necesario, no tengas miedo de nadar contracorriente. Será agotador, seguro, pero te hará más fuerte, más resistente, más tenaz”.