Hablando de mujeres y canciones
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“You must remember this:
a kiss’s still a kiss,
a sigh is just a sigh.
The fundamental things apply
as time goes by...”.
Las palabras de Herman Hupfeld, autor de la canción “As time goes by”, poseen la misma inmortalidad que si las hubiera escrito Shakespeare: “Debes recordar esto: un beso es siempre un beso, un suspiro es solamente un suspiro. Con el paso del tiempo las verdades fundamentales de la vida tienen aplicación...”. Traducción libre. Casi libertina.
As time goes by... J. B. Priestley tiene un hermoso libro en el que recogió muchas cosas que a lo largo del tiempo se han dicho a propósito del tiempo. La conclusión de la obra es muy sencilla, y puede sintetizarse en el famoso dístico de Dobson:
“Time goes, you say? Ah, no!
Alas, Time stays, we go”.
¿Dices que el tiempo pasa? ¡Ah, no!
Lo cierto es que él no pasa: paso yo.
(Otra traducción libertina. “Fuerza del consonante, a lo que obliga: a decir elefante en vez de hormiga”).
A mi edad es cosa fácil advertir la rapidez con que el tiempo... Iba a decir “con que el tiempo pasa”, pero debo decir mejor “con que pasamos nosotros”. Antes que nosotros, sin embargo, se van las cosas que alguna vez fueron parte de nuestra vida. Camilo José Cela evocaba al maduro señor que dirigiéndose a lo que tenía en la entrepierna le decía con tono lamentoso: “¡Desdichada! ¿Por qué te moriste antes que yo?”.
Las gentes y las cosas que han desaparecido nos hacen una seña con el dedo: “Ven”. Y allá vamos todos. Para ningún otro destino hay boleto tan seguro. De la vida a la muerte... Sí, pero también de la muerte a la vida.
Digo estas cosas tan solemnes sin más propósito que el de decir que ya desaparecieron casi todos los viejos barrios de Saltillo. Antes tú eras del Ojo de Agua, del Águila de Oro, del Topo Chico, de la Huilota, de Santa Anita... Tenías un barrio, y el barrio te tenía a ti. Había un sentido de pertenencia. (Y de no pertenencia, pues si te inquietaba una muchacha de un barrio que no era el tuyo te metías en problemas comparados con los cuales las reyertas entre Montescos y Capuletos eran discreteos de club de bridge. Por ejemplo, yo tuve que hacerme catequista para poder acercarme sin riesgo de perder la vida a una morenita pechugoncita del rumbo del Charquillo). Ahora ya no hay barrios: hay colonias populares, cada una con dos o más pandillas. Supongo que es lo mismo que antes, pero en diferente versión. Las cosas siempre son las mismas, pero en diferente versión. La famosa espiral de Vico.
En fin, lamentarse por el paso del tiempo es la peor manera de perderlo. Es mejor repetir aquello de “Lo bailado quién me lo quita”. Por eso ¡ay de aquel pobre infeliz que nunca en su vida haya bailado! (Lo digo en sentido amplio, no en estricto sentido coreográfico). Ese desventurado no tendrá “Algo para recordar”, canción de la película del mismo nombre. (“An affair to remember”, con Deborah Kerr y Cary Grant, 1957. ¡Hace ya casi 60 años, y yo la vi en función de estreno en el Palacio! ¡Uta!).