Hablemos de Dios 152: también somos hijos del Islam

Opinión
/ 2 diciembre 2023

Mientras escribo estas letras, la guerra fratricida entre hermanos judíos y musulmanes, sigue en la Franja de Gaza. No habrá vencedores ni vencidos: es una carnicería, sólo eso. Y le repito mi idea primigenia al respecto: Dios o Alá, no tiene nada qué ver en este conflicto bélico. Es cosa de hombres, no es cosa de dioses. ¿Dios va intervenir a favor de un bando, o Alá bajará del cielo para tomar partido? Ni lo uno ni lo otro. Ellos están muy sentados en su trono y no pueden alterar ni un milímetro la naturaleza de su creación. Así de sencillo y complicado.

Gracias por hacer suyas estas letras. Gracias de corazón, palabra y pensamiento por leerme. Esta saga de textos donde hemos estado analizando a trompicones la dimensión mística del Islam, el sufismo, ha generado amén de muchos comentarios de parte suya, el gusano de conocer más de esta rama mística del Islam. Insisto: no todos los hermanos musulmanes son violentos y extremos. No todos los hermanos judíos están resueltos a seguir con la guerra en Israel. No todos los hermanos católicos son indolentes y apáticos como para no dejar su testimonio escrito de la guerra sangrienta que se libra, no sólo en la Franja de Gaza, sino sordamente en todo el mundo.

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Es obvio y usted lo sabe: somos también hijos del Islam y de la presencia árabe en nuestro mundo y en nuestro ADN. Pero caray, si tenemos polvo de estrellas en nuestro cuerpo y mente, ¿por qué no habríamos de tener moléculas y rizos de la cultura árabe en nuestra mente y corazón? En nuestro idioma, el español, hay más de 80 mil palabras de origen o gen árabe. Las decimos o las espetamos diariamente y sin saber de su origen. Todo tiene que ver con todo. Pero en este amasijo de ADN que arrastramos en nuestro cuerpo, nos creemos superiores y condenamos enérgicamente al “otro”, al diferente, a lo que nosotros creemos que es “otro” o diferente.

¿Quién fue, George Bush, William Clinton, Barack Obama o Donald Trump, o todos los ex presidentes norteamericanos juntos quienes nos han vendido la idea hollywoodense de que el mal, el diablo y Satanás tienen nombre y apellido y sí, son los árabes en general y los musulmanes en particular? ¿Y por qué no pensar e incluso, sentir que ellos, los orientales (el medio oriente) son los oprimidos por nosotros, el mundo occidental, el mundo capitalista y supuestamente libre? ¿Ellos son los opresores o los oprimidos, los ricos o los pobres; los místicos o los liberales rebeldes. Los podemos condenar porque no son como mostros?

Lo poco que nos llega de la poesía árabe (de gran prosapia y linaje, como la poesía griega y romana), lo poco que se traduce y lo aún menos poco que se edita, reboza de ciertos temas: son corazones zaheridos, son voces clamando y llorando en el desierto, son lamentos de desdicha, plegarias siempre inconclusas, voces del exilio... los cuales buscan comprensión, amor, respeto, solidaridad, como la voz de cualquier otro humano.

Hay un lector que me favorece con su atención y letras, como usted el cual hoy me atiende en su tertulia semanal en este generoso espacio de VANGUARDIA, es el melómano, asaz lector y trotamundos, el empresario saltillense don Javier Salinas. Él me ha acercado libros, música, citas, algo de lo que hay y tiene que ver con la dimensión mística del Islam, la rama sufí. Sin duda, es más lo que desconozco (no de este tema, sino de cualquier tema, caray) que aquello apenas conocido y por las ramas. Aún sin profundidad como quisiera.

ESQUINA-BAJAN

Se llama Nouri Aljarrah, es un poeta sirio nacido en Damasco en 1956. Ignoro si viva al día de hoy. De amplio registro como poeta, dramaturgo y editor, sólo tengo algunos poemas suyos sueltos traducidos del árabe. Lea usted lo siguiente que eriza la piel y el esqueleto, es traducción al español de Ghadeer Abusneineh:

Yo no soy Sísifo para poder levantar la roca

Y dejarla pasar en las caras del sol

Me dormí sobre mi sangreEn el patio de la historia.

Duelos y quebrantos, creo usted ya se dio cuenta de la voz, esta voz del oprimido y la referencia irónica a un gran mito occidental, como lo es Sísifo. Los poetas palestinos, los árabes, a fuerza de levantar o rodar la roca todos los días todo el tiempo, no sólo se enfrentan contra todo el mundo occidental y “civilizado”, sino que se enfrentan no pocas veces consigo mismos. De este mismo alto y venoso poeta, se lee enseguida: “Yo no soy Odiseo/ para tener admiradores/ que leyeran mi historia y vinieran a consolarme”.

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¡A otro público con semejantes y rasposos versos! Dice don Javier Salinas y dice bien, que al leer sobre cultura y versos sufíes, el silencio es el alma de la palabra. ¿Contradicción? Absolutamente no. Repase usted rápidamente los anteriores versos del poeta árabe y son más los silencios y hondura de pensamiento que provocan, que aquello que cuenta o exhibe. Para los hermanos musulmanes, escuchar, el silencio, el oído fue creado antes que el habla (lo dice el Corán): el silencio precede a la palabra. No la oración huera (repetición) de los hermanos católicos nos hará libres, sino el silencio...

LETRAS MINÚSCULAS

Lo anterior son ideas de don Javier Salinas, lo cual ya estoy explorando.

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