Hablemos de Dios 151: No todo es violencia

Opinión
/ 24 noviembre 2023

Gracias por hacer suyas estas letras. Gracias de corazón, palabra y pensamiento por leerme. Llevamos apenas dos o tres textos refiriéndonos a esa rama de los hermanos musulmanes llamado sufismo y hartos comentarios me han llegado. Comentarios y apostillas al respecto los cuales agradezco sobremanera. No todos los hermanos musulmanes son violentos y extremos. No todos los hermanos judíos están resueltos a seguir con la guerra en Israel. No todos los hermanos católicos son indolentes y apáticos como para no dejar su testimonio escrito de la guerra sangrienta que aún hoy, se libra, no sólo en la Franja de Gaza, sino sordamente en todo el mundo.

Recapitulamos: decíamos en los dos o tres anteriores textos de esa rama, línea o dimensión mística del Islam llamada sufismo. Repito e insisto: no todos los hermanos musulmanes son ultra-violentos o extremistas, los cuales vuelan en pedazos a todo mundo a la menor invocación de Alá, el misericordioso. Decíamos de un poeta tan extraño como errante lo fue Abz-Ul-Agrib, quien dejó un precioso libro, “El diván de Abz-Ul-Agrib” textos, poemas, versos en métricas y coros arabescos, escritos en piel de cabra unos, papel algodón (al parecer de Damasco) y pergamino otros.

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Pero como él, hay decenas de poetas los cuales dejaron sus textos, sus poemas, sus oraciones en alabanza a Dios-Alá. Los sufíes buscan el conocimiento de Dios mediante etapas y estados místicos. Los practicantes de esta rama o bastión, hablan de que hay un conocimiento exterior (“Zahir”) y un conocimiento dimensión interior (“batin”). Pues sí, nada nuevo, porque usted o yo lo hemos puesto en práctica o lo sabemos en diversas etapas de nuestra vida. Y claro que usted también lo sabe, es un resabio platónico que luego adoptó plenamente el cristianismo: la divisan del hombre en cuerpo y alma. Lo material y lo espiritual.

Eso del sufismo nació junto con Mahoma, el Corán y los “compañeros del banco”, es decir, los más íntimos compañeros del profeta en vida. Para explicar la etimología del término “sufí”, los especialistas se remiten a la voz árabe “ahl al-suffa”, es decir “la gente del banco”: los sufíes. Los rasgos fundamentales del sufismo son: la reflexión, el desapego, la purificación, la sabiduría y la santidad.

En el libro “El Diván de Hafiz”, se lee en el texto “El sufí” lo siguiente: “La moneda del sufí no es de metal pero ¡cuántas cosas en él que merecen el fuego”/ ¿A qué desolarse porque el mundo es vil? Bebamos vino y no perturbemos más el corazón del discreto”. No la embriaguez como evasión, sino como reflexión y una manera más lúcida y cuerda de enfrentarse al mundo terreno y sus entes llenos de maldad. En otra parte de sus versos se lee. “La sabiduría me dijo ayer por lo bajo: ‘Mira: por débil que seas, guarda la paciencia. Sí, que la paciencia sea tu solo objeto. Enfermo o triste, sé paciente”. ¡Caray! Con alta y galana sabiduría y poesía. Alta poesía.

El hidalgo saltillense, melómano y trotamundos, don Javier Salinas, se ha comunicado con este escritor para comentar de esta saga de textos y regalarme una buena dotación de canciones árabes donde se alaba a ese llamado su altísimo, Alá. También, me ha regalado varias oraciones, canciones, poemas, mantras como el siguiente: “La paciencia es que soportes lo amargo sin fruncir el ceño”. Lo cual se emparenta con el texto de Hafiz. Uno más de don Javier Salinas y sus dilatadas lecturas: “Alá dijo... la victoria viene de la paciencia y el alivio después de la angustia...”. Sin duda, caray.

ESQUINA-BAJAN

Y esta rama sufí, es lo mismo que ciertas ramas del judaísmo, como la de Marimondas, quienes exploran letra por letra e incluso, los espacios en blanco, los silencios, para interpretar cabalmente (la cábala, pues, los cabalistas) el saber primero y único del Antiguo Testamento. Así estos sufíes piensan lo siguiente; si Mahoma (el querido de Dios) recibió del cielo el Corán (un saber exotérico), también existe entonces un saber esotérico. Mahoma se lo transmitió a sus cercanos (los del banco inmediato, como a Alí) y esto, para muchos es el origen del sufismo: el seguimiento hacia una profunda transformación espiritual y mística.

En “El Diván de Hafiz” se lee a plenitud:

Desde el día que cayó sobre mí

El hechizo de tu mirada

Estoy al abrigo de todo hechizo.

Y la puerta de la realidad se abrió

A mi corazón, cuando me hice

Huésped de tu corte.

¡Altos, bellos y gallardos versos! Y sí, así se entrega uno a la mujer amada y claro, a la sombra de Dios el Altísimo. Claro, para ello, Alá, el más querido. El Islam es una de las tres religiones monoteístas, hoy o siempre, de mala huella. Usted lo sabe, nació en Arabia hacia el siglo VII (decía don Antonio Usabiaga que Mahoma había leído al revés la Biblia, al parecer así fue) y actualmente es la segunda religión más practicada en el mundo con más de mil 400 millones de musulmanes. Por eso es importante entenderla.

LETRAS MINÚSCULAS

“¡Habla, Hafiz! En el libro del mundo, lo que hoy escribes vencerá al olvido”. Los poetas siempre tienen la razón. Siempre.

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