Hablemos de Dios 178

Opinión
/ 15 junio 2024

He recibido el siguiente mensaje de un maestro universitario de la UNAM, en la ciudad de México. Lea usted: “Maestro Jesús Cedillo, no me pierdo sus diferentes sagas de textos. Le felicito. Pocos como usted para pasar con donaire y lujo de comodidad, de la política a la literatura. De la literatura a la teología y en el extremo de estirar el hilo, usted pasa de la teología a sus bien dotadas crónicas urbanas en los tables dances regios, con sus guapas musas de pago por evento. Extraño lo anterior. Voy al punto: ¿Por qué no reinicia por el principio? Es decir, por qué no glosa el origen de todo que es “Fausto” de Johann W. Goethe. Seguro nos ofrecerá perlas poco vistas por nuestros ojos. Atentamente... Manuel Labastida E”.

Caray, agradezco los cumplidos de corazón, palabra y pensamiento. Máxime viniendo de un maestro universitario de altos vuelos y sesera bien puesta. A la par, he recibido el siguiente recado del poeta y marinero Phillipe Lowell. ¿Dónde se encuentra? Nunca me lo dice en sus epístolas y recados. La siguiente es su nota y como siempre, me da una repasada, sutil, pero lo hace. Así es de soberbio el poeta. Lea: “Buena saga de textos sobre el tema fáustico señor Cedillo... pero no me conmueve. Ha mejorado notablemente en sus apreciaciones críticas. Se nota su aparato crítico y andamiaje bien acerado y templado. Ande, sorpréndame, ¿Qué es para usted el origen de todo esto: es decir, “Fausto” de Goethe, las dos partes por supuesto, son una obra maestra o acaso sólo le faltó un paso para ser una teratología estética? Ande, sorpréndame con un comentario al respecto. Suyo, instalado en mi camarote en medio de una mar ilimitada, Phillipe Lowell (Rúbrica)”.

Creo estimado lector, ya lo notó usted: me han pedido una especie de iniciar de nuevo y repasar el origen de esto: un pacto del diablo con un ser humano para intercambiar bienes materiales por el alma del tipo en turno. Pactar con el diablo. Lo que bien llevó a la literatura universal y lo hizo eterno, Goethe, a través de su famoso doctor “Fausto”, libro que vio la luz pública por primera vez en 1808. Pero, que ya estaba escrito años antes, según las pesquisas de los biógrafos y críticos acuciosos.

Pues sí, iniciar por el principio. Recojo el guante del erudito maestro de la UNAM y la nota provocadora del poeta Lowell. Aquí voy a la jaula de los leones y sin ser domador. De entrada, lo obvio: “Fausto” es una buena relectura, una genial relectura... del “Libro de Job” en la Biblia. Cristiana o católica, es lo mismo. De hecho, tanto en el “Prólogo en el teatro” como en el “Prólogo en el cielo” e iniciando la primera parte, todo gira entorno a ello y hay citas textuales. Intertextualidad, pues.

En el “Prólogo en el cielo” en la obra del gran Goethe, hay un diálogo entre El Señor y Mefistófeles, lo cual es casi textual de el “Libro de Job”. Por cierto, Mefistófeles acusa a Dios (El Señor) de haber perdido la “costumbre de reír”. Se burla grandemente de ello y se divierte al señalar que en la tierra, “los hombres se atormentan”. Sin duda.

ESQUINA-BAJAN
Lea usted, pero tenga a la mano su Biblia de cabecera y compare los parágrafos, son idénticos:

“El Señor:
¿No tienes otra cosa qué decirme?
¿Es que sólo has de venir a presentar queja?No habrá jamás en la tierra nada que sea de tu agrado?
Mefistófeles:
¡Nada! Señor que todo me sigue pareciendo, como siempre, detestable./ Los hombres me dan lástima, en sus días de miseria,/ y hasta a mí mismo me disgusta martirizar a esas pobres creaturas.
El Señor:
¿Conoces a Fausto?
Mefistófeles:
¿Al doctor?
El Señor:
¡A mi siervo!”

Hasta aquí la cita de “Fausto”, sigo la traducción de Pedro Gálvez. Ahora lea usted en Job 1:8: “¿No te has fijado en mi siervo Job?” Pues sí, es tal cual. Y siempre, siempre habrá esa tentación de tenerlo todo, poseerlo todo y entregarse a los placeres de la vida terrena porque ¿hay otra vida? No, no hay otra vida. Es afirmación mía por un motivo simple: Dios no puede ir en contra de su creación, si alguien nace, muere. Nadie revive, por eso lo del maestro Jesucristo es una polémica eterna: ¿en verdad revivió?

Ya me acabé el espacio por hoy, pero creo, ha sido un buen reinicio del tema o pacto fáustico. Por cierto, conforme usted avanza en la lectura de “Fausto”, es aquella vieja dicotomía: erudición versus alegría, biblioteca o discoteca; bondad sinónimo de aburrimiento versus maldad sinónimo de entretenimiento. Lea usted las palabras de inicio del doctor Fausto, es de noche, está inquieto, en su sillón frente al pupitre...

LETRAS MINÚSCULAS
“Bien es verdad que tengo más juicio... no me asustan ni el diablo ni el infierno: en recompensa me ha sido arrebatada toda alegría...” Fin.

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