La crisis del arte y el ascenso de la gestión cultural
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¿El arte está en crisis? Si algo hemos podido revisar en estas entregas sobre las definiciones del arte, es que se trata de un concepto complejo profundamente anclado en estructuras económicas, sociales y políticas de acuerdo con su momento filosófico e histórico.
Ante la pregunta de la crisis del arte, hay que recordar que la “muerte” del arte se sostuvo en la idea de la desmaterialización a la que se refirió Hegel en sus Lecciones de estética, que para el filósofo significaba lo efímero de la música y la poesía frente a la materialidad de una pintura o de la arquitectura. Más conocida es la tesis del ya mencionado Arthur C. Danto sobre el fin del arte, en la cual jugó un papel fundamental la presunta autonomía del arte. El filósofo y crítico de arte estadounidense situó este fenómeno en los años 60 del siglo pasado, momento de emergencia del arte pop y las cajas de Brillo de Andy Warhol. Mucho se ha aclarado sobre esta muerte: el italiano Dino Formaggio lo hizo en La idea de la artisticidad (1962), donde la entiende como transmutación y regeneración dialéctica, seguida por Umberto Eco en varios ensayos sobre la definición del arte.
De ahí que “muerte” no significaba que realmente ya no iba a haber arte. Más bien, desde su propia lógica se empieza a renegar del propio sistema artístico construido como autónomo, de tal modo que incluso el filósofo alemán Theodor Adorno, quien falleció en 1969, “interpreta la mencionada sentencia del fin del arte como el resultado de un proceso de desartistización (Entkünstung) del arte que hace casi imposible seguir hablando de obras del arte, que se han hecho imposibles debido al carácter reflexivo del arte contemporáneo, y debido al imparable desarrollo de la industria cultural,” en palabras de Oscar Cubo Ugarte (2012).
Nuestro concepto de inmaterialidad, sin embargo, está más ligado al arte conceptual que a lo que se refería Hegel en el siglo XVIII; ésta ha puesto en jaque a las manifestaciones “tradicionales”, y con ello nos referimos a las bellas artes, cuyo nombre se transformó a “artes visuales”, y que hoy en día coexisten con el performance, la fotografía y expresiones multi, trans e interdisciplinares, incluso con los cuestionables Objetos Digitales que pueden ser comprados y coleccionados sólo en el mundo digital; lo interesante es cómo tendemos a jerarquizar y oponer estas obras, como si tuvieran forzosamente que competir.
Para Juan García Ramírez (2019), catedrático e investigador en Estudios Hermenéuticos en la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) , “Las obras ya no son meros objetos de contemplación, sino que se visibilizan procesos y discursos que abren nuevas oportunidades de análisis, por lo que se invita a repensar el sentido del arte y de la estética desde perspectivas más dinámicas y como nuevas formas de producción y lectura del fenómeno artístico, entendiendo los factores socioculturales y políticos de una sociedad agotada.”
Y es que, ante la polarización del mundo, el dictado del capital, la falta de sentido y la carencia de respuestas en un mundo inestable, con migraciones masivas, grandes carencias y tanta inequidad, las demandas sociales deben ser escuchadas, y el arte se ha encargado de hacerlas más visibles mediante procesos en los cuales los artistas han tenido que asumirse como agentes sociales, curadores, antropólogos, entre otras funciones. Por ejemplo, el activista Ai Wei Wei y sus constantes denuncias al gobierno chino por la transgresión a los derechos humanos y la manipulación política. ¿Hay esperanza? El arte ya ha desbordado sus propias fronteras y se convierte en parte de la vida diaria.
A la par de este “desbordamiento” del arte, muchas disciplinas académicas han sufrido crisis y se han o se siguen reescribiendo, mientras otras han surgido. Hoy quiero apuntar a la gestión cultural, abordaje teórico-práctico sobre los problemas sociales y sus contextos culturales, que tiene la capacidad de incluir al arte y su poiesis, y que además pone en el centro las preocupaciones de las personas y sus aspiraciones; la gestión cultural enfocada al desarrollo, no como un brazo del sistema hegemónico, sino como un corazón inteligente que busca el bien-estar, la negociación, la reconexión en un mundo de desconectados. La Maestría en Promoción y Desarrollo Cultural de la Universidad Autónoma de Coahuila que actualmente coordino, persigue ese objetivo, y su convocatoria se encuentra abierta hasta el 31 de mayo: www.ceii.uadec.mx