La escasez de agua no es un problema insoluble

Opinión
/ 12 junio 2023
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Países como Israel han superado situaciones de escasez de agua peores a la nuestra. Ahí está un buen ejemplo del cual aprender. Solo hace falta el compromiso de hacerlo

La problemática de sequía que vive gran parte del país y, en particular, la región norte donde se ubica Coahuila es, a no dudarlo, uno de los aspectos que con mayor urgencia deben ser atendidos por las instituciones de todos los órdenes de gobierno.

Se ha dicho en múltiples formas y en todos los tonos posibles: el secreto estriba en mejorar, de forma radical, la manera en la cual se administra el recurso, a fin de que un volumen cada vez menor de líquido pueda seguir siendo suficiente para todas las actividades que lo requieren.

Y, para fortuna nuestra, existen ejemplos en el mundo de lugares en los cuales, aplicando las técnicas adecuadas, invirtiendo en tecnología y modificando los esquemas administrativos, ha sido posible superar realidades incluso más adversas que la nuestra.

Es el caso de Israel donde, de acuerdo con los asesores en Situaciones de Crisis, Promotores e Integradores Externos de Tecnologías, Mauricio Bicas y Johnny Polanco, la escasez de agua no es un problema, o al menos no es un obstáculo insuperable para el desarrollo nacional.

“Israel viene de un tema mucho más crítico en el tema del agua y se ha resuelto... Lo más importante que puede aprender Coahuila de Israel es que el problema tiene solución. Que puedes crecer y que el tema del agua no tiene que ser un factor para frenar el desarrollo”, dijo Bicas en entrevista.

Por su parte, Polanco explicó que una de las formas de solucionar el estrés hídrico que causa la existencia de una cuenca lechera en la entidad es a través de tecnologías en la alimentación del ganado, que implican, por ejemplo, cultivar alimentos en un ambiente controlado.

Existen pues alternativas. Es posible superar la situación de crisis por la cual atravesamos y transformar la realidad actual. Pero ello no va a ocurrir por arte de magia ni simplemente comprándole equipos o tecnología a Israel o a cualquier otro país del mundo.

Para que cualquier solución como las expuestas funcione, es indispensable que se registre un cambio cultural que nos instale a todos en la idea de que el agua es un bien escaso y tenemos que modificar de manera importante la forma en la cual la usamos.

Por otra parte, las políticas gubernamentales que hoy permiten el acaparamiento de concesiones de extracción, así como el tráfico de estas, además de una alta ineficiencia en la operación de los sistemas que administran la distribución del agua para el uso doméstico, tienen que modificarse de forma drástica.

La crisis hídrica que padecemos y todos podemos notar tiene solución. Esa es la buena noticia. La mala es que la solución nos involucra a todos, que no es simple de implementar y que no ofrecerá resultados de forma inmediata, sino a largo plazo.

Dicho en otras palabras, no tenemos tiempo para perder y por ello deberíamos poner manos a la obra a la brevedad posible.

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