Las poetas místicas de la India
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Elsa Cross titula “La locura divina” (Era, 2019) a su antología de poetas místicas de la India. El nombre recuerda a lo que otros han dicho sobre la poesía: Platón la llama “manía divina”; el filósofo Amiel, “una liberación”. Los antiguos nahuas, según Ernesto Cardenal, la consideraban como “la manifestación de Dios en la tierra”. La poesía mística, en diferentes momentos, culturas y religiones, comparte el anhelo del poeta por ser uno con la divinidad. Este libro presenta las voces de ocho mujeres, las “bhakti”, que significa “devoción”. Todas fueron hinduistas y cantaron, principalmente, a dos figuras de la Trimurti o triada: Shiva, deidad que representa la destrucción y continuidad de la vida, y Vishnú, dios de la permanencia y la preservación (a quien veneraban en sus avatares más queridos como Krishna y Rama).
Poco se sabe de estas autoras. Existieron entre los siglos VI y XVII y de ellas solo quedó la leyenda. Cross aclara que sus historias son hagiografías, no biografías, por lo tanto contamos con narraciones asombrosas. Como siempre hay algo de verdad en estas fábulas, me gusta pensar que las poetas no fueron menos extraordinarias. Por ser mujeres las marginaron de las antologías y de muchos libros, pero no detuvieron la fortaleza de sus versos. La compiladora explica que hoy en día gozan de gran popularidad en la India y que muchos de sus poemas aún se cantan. Los movimientos feministas lograron que la obra de las místicas fuera rescatada y se le reconociera su lugar en la historia de la poesía hindú.
La primera poeta del libro es Ammaiyar, una mujer de Támil que fue devota de Shiva desde niña. A través de “La historia de los mangos”, un breve cuento sobre la divinidad, Cross comparte con el lector las hazañas de la mística, quien le pide a Shiva que la convierta en un espectro. Esto como símbolo de la liberación del cuerpo y sus vanidades. Ammaiyar fue caminando de cabeza al Monte Kailasa para contemplar la danza de Shiva, que mantiene al universo en movimiento: “Pero yo diré que Aquel / que es el señor de la sabiduría, / cuya garganta está negra / por el veneno que bebió, / donde habita es en mi corazón”, reza.
Otra historia impresionante es la de Akka Mahadevi (1130-1160). Cansada de su esposo, decide abandonarle. Él le contesta que puede irse “pero que no se llevara nada que le hubiera dado”. La joven se desnudó y “cubierta solo con sus largos cabellos, salió del palacio hacia una vida errante”, detalla Cross. Sus poemas son líricos y armoniosos. Se define a sí misma en unos versos como “muchacha desvergonzada / que se viste con la luz de la mañana”. Por otro lado, la vida de Muktabi (1279), fue también azarosa. Sus padres murieron ahogados como castigo por romper las reglas y se quedó sola con sus hermanos. Eran tratados como parias y a pesar de ello se hicieron santos desde niños. Aunque murió joven, sus poemas muestran una madurez espiritual conmovedora. Sorprenden, a la par, las leyendas de las demás autoras: Janabai (1265-1350), una niña muy pobre que trabajó como sirvienta y se hizo poeta. Lalléshvari (1320-1392) huyó del marido y se convirtió en asceta caminante. Mirabai (1498-1547), hija de reyes, tuvo de gurú a un zapatero humilde.
Las “bhakti” son importantes, también, por la revolución que hicieron. Cross señala tres cuestiones sobresalientes: “una, que no aceptaban la división de castas; dos, que recibían a las mujeres en sus reuniones, y tres, que escribieron en sus lenguas locales, y no en sánscrito, como era costumbre”. En la cultura hinduista, las mujeres estuvieron excluidas de muchos espacios sociales, pero curiosamente eran aceptadas como “bhakti”. Elsa Cross recupera sus voces desde traducciones del inglés y francés. Aún se escucha, en su eco, el aire de resistencia. Unos versos de Akka Mahadebi revelan ese espíritu: “Como un elefante / que ha perdido su manada / y es capturado de pronto, / y recuerda sus montañas / sus Vindhyas, yo recuerdo”.