Magisterio coahuilense, entre saqueos y contubernios

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Esa camarilla nunca pensó que para forjar un movimiento y hacer caer a los malosos solamente se requiere de un puñado de mujeres y hombres valientes
La lucha del magisterio coahuilense por lograr mejores condiciones laborales y, sobre todo, protección en materia de salud y jubilación tuvo su cenit en los años cincuenta durante el sexenio del general Raúl Madero, cuando un centenar de maestras y maestros enfrentaron al poder del Estado a costa de sus plazas laborales, ganando la batalla y también la guerra.
Nicéforo Rodríguez, Emilia Hilario, De Alba Rodríguez Valdez, entre otros mentores, encabezaron el movimiento que dotó a los educadores del estado de seguro médico, plan de pensiones y un salario dinámico, que si bien es cierto no cubría todas sus necesidades, llegaba a tiempo y era constante.
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Cerca de 40 años después, el sistema de salud y de pensiones del magisterio aún seguía funcionando con clínicas dotadas de instrumental, equipo, quirófanos y medicamentos subsidiados, e incluso alianzas con hospitales de primer nivel de Monterrey, como el Muguerza y el San José. Además, gozaban de un sistema de pensiones sólido que garantizaba un retiro digno y asistido, casas del jubilado y apoyos económicos a través de préstamos con intereses bajos.
Pero de repente y sin avisar, una pléyade de profesores −de los que solamente tenían ganas de tener, que vivían en barriadas y apenas podían hacerse de desvencijados bochos o humeantes Datsun− arribaron al poder del sindicato en los procesos generacionales donde los frutos salen podridos y las mañas abundan. Sin sosiego, fueron extrayendo dinero del fondo de pensiones y de los servicios médicos y, peor aún, sin reponer el saqueo.
En el sexenio de Mendoza Berrueto, a un grupo de lidercillos trajeados, el gobernador en persona los mandó citar para que le explicaran dónde había parado el dinero que el Ejecutivo estatal aportaba al fondo pensionario, y menudo susto les provocó que varios llegaron a sus casas preguntando a sus esposas si la sangre apestaba.
La fórmula cambió debido a que el elemento de sumisión y control magisterial, a través del invencible, fue derrotado en el año 2000, y algunos vivales aprovecharon esa coyuntura para ofrecer a los gobiernos en turno la unidad magisterial a cambio de total impunidad en el manejo de las cuotas sindicales y los dineros de los profesores. ¡Y santo remedio!
En 2005, el poder del voto duro magisterial llevó las riendas de la campaña del profesor bailador... y los dineros pronto cayeron en manos de la familia a través de la elección del hermanito como líder de la Sección 38 en el salto de la muerte desde la Sección 5 federal.
La jugada fue perfecta, ya que, por una parte, no existía auditoría alguna por parte del gobernador y, por otro lado, se consolidaba una nueva casta en el sindicato, con la seguridad de la reproducción eterna del esquema del poder de la familia y el control del sindicato.
Pero fallote, porque esa camarilla nunca pensó que para forjar un movimiento y hacer caer a los malosos solamente se requiere de un puñado de mujeres y hombres valientes dotados de la decencia necesaria, la solidaridad y la vocación de servir a sus pares. Fue así que surgió la Coalición Magisterial, como organización encaminada a que regrese la bonanza sindical y el apoyo a lo más básico: la protección de la salud y el aseguramiento de las pensiones magisteriales.
La lucha fue cruenta porque, aun cuando apareció a mediados del sexenio del conde de Sierra Nevada y siendo este individuo descendiente de profesores, simplemente ignoró el clamor y dio largas durante su ejercicio. Nunca pensaron los disidentes que la mayor sorpresa la tendrían en la administración del gerente de negocios de la familia, quien no solamente los ignoró, sino que los reprimió y les envió a su ejército de orcos, encerrándose en Palacio de Gobierno. Bueno, era tan grande el miedo que terminó cercando la Plaza de Armas de Saltillo. ¡Haya cosa!
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Hoy día, el movimiento está siendo escuchado por la administración de Manolo a través de las pláticas con Óscar Pimentel, lográndose algunos avances que, aunque insuficientes, apuntalan beneficios al magisterio, entre los que se detallan: a) Contratación de nuevas plazas de médicos, b) Programa emergente de atención médica a casos de urgencia, c) Control por parte del Estado de la Dirección de Servicios Médicos Magisteriales, d) Procesos de auditorías y reglamentación, e) Reacondicionamiento de quirófanos, f) Adquisición de equipos de rayos X y hemodinamia, y g) Abastecimiento de medicamentos.
Aún queda pendiente la situación del fondo de pensiones, que sigue siendo tema toral en estas negociaciones. Sin embargo, lo importante es que lo que se pueda lograr irá en beneficio de los trabajadores de la educación. El retorno de la lucha magisterial de aquellos años cincuenta viene despacio, pero a paso firme y en la brega siempre, con los libros bajo el brazo y un corazón lleno de virtud y coraje. Pa’ delante, compañeros.