Melchor de los Santos: ejemplo de liderazgo
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En este mes de abril se cumplieron 50 años del movimiento estudiantil que culminó con la autonomía universitaria en la Máxima Casa de Estudios de Coahuila. En esa coyuntura, y por una serie de circunstancias, un joven economista de apenas 23 años se encontraba al frente de la institución, que atravesaba por una gran agitación política, lo que significó tener que enfrentar un conjunto de retos inéditos en nuestra Universidad.
Después de graduarse en el Tecnológico de Monterrey, en 1972, a invitación del también colega economista Rodolfo Dorbecker, Melchor ingresó a la escuela de Economía de la todavía Universidad de Coahuila, (UC) como secretario del plantel, ubicado en ese tiempo, en la que fuera la casa de la familia Dávila Sota, sobre la calle de la Fuente. Ambos realizaron una reestructuración académica integral, y al dejar Rodolfo la dirección, quedó Melchor en su lugar.
1973 fue mercurial para él, pues el año lo inició al frente de la dirección de la escuela, en febrero pasó a la secretaría general de la UC, quince días después, tiene lugar la renuncia del rector, Arnoldo Villarreal para iniciar su campaña en busca de una diputación federal, convirtiéndose Melchor en encargado de la rectoría, y una semana después, dio inicio la movilización por la autonomía, cerrando el año con una reunión en “Los Pinos” con el presidente Echeverría, en la que estuvo presente una representación del Consejo Universitario.
El populismo presidencial, y su intento por cerrar las heridas del 68, se tradujeron en una serie de apoyos considerables para nuestra institución, destacando de entre ellos, la construcción de la unidad “Campo Redondo” en Saltillo, y la ampliación del subsidio federal. A una semana de la autonomía, la prioridad era constituir la comisión legislativa para dar vida al Estatuto Universitario, el cual normaría la vida de la nueva Universidad.
Al tiempo que se trabajaba en la legislación, surgió un sindicato enarbolando una serie de reivindicaciones, acompañadas de acciones radicales que rebasaron el ámbito laboral. Simultáneamente, Melchor debió atender las demandas de nuevas escuelas que buscaban integrarse a la Universidad.
Una vez constituido el Consejo Universitario como la máxima autoridad de la Casa de Estudios, este cuerpo funcionó en un ambiente de plena democracia y participación de todos los grupos y corrientes, poniendo a prueba la capacidad de conducción del rector, quien logró superar los desafíos que se presentaron. En ese contexto, grupos radicales, entre ellos, el denominado “Línea de Masas”, de inspiración maoísta y con seguidores en Torreón, principalmente, realizaron una serie de movilizaciones, protestas y tomas frecuentes del edificio central de la Universidad, en un vano intento por obstaculizar la marcha institucional, incluso buscando la caída del rector. Por fortuna, no lo lograron.
Melchor se condujo con inteligencia durante la huelga de Cinsa-Cifunsa en 1974 y durante su gestión, al tiempo que creció la oferta educativa, se amplió la infraestructura, se integraron a la Universidad los tres hospitales universitarios, se obtuvieron cerca de 100 hectáreas de terreno para la ampliación de la unidad Monclova, con la intervención del ingeniero Juan José Lara, y se dio un impulso excepcional a la difusión cultural y al deporte.
En octubre de 1975, una vez concluidos los trabajos legislativos, se realizaron las primeras elecciones de autoridades, resultando triunfador Melchor, en un ejercicio democrático, que quizá no se ha vuelto a replicar; a este episodio le he llamado la “primavera universitaria”, ya que después del mismo, resurgió la figura del “candidato oficial”. En un ambiente complicado, Melchor superó grandes pruebas, mantuvo la estabilidad política al interior, mientras que al exterior logró establecer buenas relaciones con el gobierno, todo ello, en un clima donde imperaron el pluralismo, la tolerancia y la democracia.
Lo anterior fue posible, debido al liderazgo de Melchor de los Santos, el cual se explica a partir de las siguientes cualidades que lo acompañaron durante su gestión: capacidad analítica, estrategia, valor y carácter. Por todo ello, es posible considerarlo como el rector de la autonomía universitaria, y a su paso por la rectoría, brilló la luz de la democracia. Quienes tuvimos la fortuna de haber trabajado a su lado, aprendimos enseñanzas que nos han acompañado a lo largo de nuestras vidas.
Melchor falleció en un mes de abril hace diez años. Le sobreviven, Alma su esposa, y sus hijos Melissa, Melchor y Adrián.